Defensor de los pobres en Ti confió
El Señor es "misericordioso": esta palabra evoca una actitud de sensibilidad como el de una madre en el tratamiento de su hijo. De hecho, el término hebreo utilizado por la Biblia hace pensar en el interior o incluso el vientre materno. Por lo tanto, la imagen que sugiere que la de un Dios que se mueve y hace más sensible para nosotros como una madre cuando lleva a su hijo en los brazos, deseosa solamente de amar, proteger y ayudar, dispuesto a dar todo, incluso a sí misma. Esta es la imagen que sugiere este término. Un amor, por lo tanto, que se puede describir como "visceral" en el buen sentido.
Martin Luther kommt der Verdienst zu, diese Wahrheit wieder ans Licht
gebracht zu haben (Martin Lutero tuvo
el mérito de traer a la luz esta verdad), nachdem die
christliche Verkündigung jahrhundertelang den Sinn dafür verloren hatte (después que, al menos en la predicación
cristiana, durante siglos el sentido se había
perdido). Das
ist es im Wesentlichen, was die Christenheit der Reformation verdankt, (y es esto sobre todo lo que la
cristiandad le debe a la Reforma) deren
Fünfhundertjahrfeier nun bald ansteht (la cual el próximo año cumple el quinto centenario.). Über diese Entdeckung
schrieb der Reformator spatter (“Cuando descubrí esto, escribió más tarde el
reformador): „Da
fühlte ich mich wie ganz und gar neu geboren und durch offene Tore trat ich in
das Paradies selbst ein“ (sentí que renacía y me parecía que se me abrieran de par en par las puertas del paraíso”) 3.
La “ justicia de Dios”
Dios se ama a si mismo y para amarnos a nosotros, pone algo de si mismo en nosotros, porque Dios no ama ni puede amar nada fuera de si mismo y para amar necesita divinizar. Darnos su Gracia es mirarnos con Misericordia.
Habrá, por supuesto, un momento en que también se manifestará esta justicia de Dios que consiste en dar a cada uno según sus méritos.
Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda
su persona revela
la misericordia de Dios mostrando
de manera palpable la misericordia del Corazón de Dios: anunciando la Buena Noticia a los pobres,
la liberación a los cautivos, dando vista a los ciegos, proclamando un año de
gracia del Señor. A lo largo de
todos los Evangelios se nos muestra que Jesús cumplió efectivamente esta
misión. Y de ello Él mismo dio testimonio a los enviados de Juan el Bautista
(ver: Lc 7, 18-23).
“QUIERO QUE EL MUNDO ENTERO CONOZCA MI MISERICORDIA”
“Deseo que el mundo entero
conozca Mi misericordia” (Diario, 687).
“En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia
fue abierta de par en par por la lanza
para todas las almas;
no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).
“Hoy te envío a tí a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con Mi Corazón misericordioso (...) Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia” (Diario, 1588).
El Salvador desea que en el Mundo entero se conozca la misericordia Divina, que cada hombre se dirija a Él con confianza, descubra la belleza y la riqueza de la caridad cristiana. Para ese fin sirven las nuevas formas de rendir el culto a la Divina misericordia, y las promesas relacionadas con ellas.
“He abierto Mi Corazón como una Fuente viva de Misericordia. Que todas las almas tomen vida de ella. Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien” (Diario, 1520).
“Las gracias de Mi misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá” (Diario, 1578).
Y tú, Faustina, don de Dios a nuestro tiempo, don de la tierra de Polonia a toda la Iglesia, concédenos percibir la profundidad de la misericordia divina, ayúdanos a experimentarla en nuestra vida y a testimoniarla a nuestros hermanos. Que tu mensaje de luz y esperanza se difunda por todo el mundo, mueva a los pecadores a la conversión, elimine las rivalidades y los odios, y abra a los hombres y las naciones a la práctica de la fraternidad.
Hoy, nosotros, fijando, juntamente contigo, nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza: "CRISTO, JESÚS, EN TI CONFÍO".
Con este acto quiero transmitir hoy este mensaje al nuevo milenio. Lo transmito a todos los hombres para que aprendan a conocer cada vez mejor el verdadero rostro de Dios y el verdadero rostro de los hermanos.
“LA HUMANIDAD NO CONSEGUIRÁ LA PAZ HASTA QUE NO SE DIRIJA CON CONFIANZA A MI MISERICORDIA”
El 17 de agosto de 2002, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia), el papa, Juan Pablo II realizó el solemne acto de confiar el destino del mundo a la Divina misericordia.
Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo Consolador,
te confiamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes
de la tierra experimenten Tu misericordia,
para que en Ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
(Juan Pablo II)
LA FIESTA DE LA MISERICORDIA
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas, especialmente, para los pobres pecadores. En este día (...) derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En este día están abiertas todas las compuertas Divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como escarlata” (Diario, 699).
“Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esta alma en toda su plenitud” (Diario, 1448).
¿Como nos ama Dios siendo como somos?
MARIA MADRE DE MISERICORDIA.
Bajo tu manto hay lugar para todos, porque tú eres la Madre de la Misericordia. Tu corazón está lleno de ternura hacia todos tus hijos: la ternura de Dios, que de ti ha tomado carne y se ha vuelto nuestro hermano Jesús, Salvador de cada hombre y de cada mujer.
Por lo tanto quería y él eligió a María santos e inmaculados en el amor (Ef. 1,4).
Este aniversario es, por tanto, en Roma celebra como en las Iglesias particulares, convirtiéndose en el signo visible de la comunión de toda la Iglesia.
Cada Iglesia particular está así directamente involucrado en este Año Santo y puede que vivir como un momento de extraordinaria gracia y renovación espiritual.
"Hoy en día, la novia de Cristo prefiere que se aplique el remedio de la misericordia a el de la severidad y al pueblo, por lo que podemos decir, en cada situación, en todas sus enfermedades y en todas sus necesidades ".
"Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso".
SOBRE Lc 10, 25-37: PARÁBOLA DEL "BUEN SAMARITANO".
Deseo que el mundo entero
conozca Mi misericordia. (Diario 687)
Hoy te envio a ti a toda la humanidad con Mi misericordia.
No quiero castigar a la humanidad doliente, sin que deseo sanarla.
abrazarla en Mi Corazon misericordioso(...)
Lucas, "el Evangelista de la misericordia", nos ha transmitido importantes enseñanzas de Jesús acerca de la "debilidad" de Dios por los pecadores, como las parábolas de la oveja y la moneda perdidas, y la del "hijo pródigo". El mismo Señor declaró no haber venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Lc 5, 32). Nos ofrece la historia de Zaqueo, la del paralítico perdonado y curado (5, 17-26), la de Leví (5, 27-32), la de la mujer pecadora (7, 36-50), la del ladrón crucificado al lado de Jesús (23, 39-43).
Pero eso no es todo, Dios necesitaba CAMBIARNOS para hacernos capaces de Dios, y hacer que TODO , incluyendo el pecado, terminara glorificando a Dios; pero no a su justicia infinita, que exige el castigo eterno de los culpables; sino a su misericordia, que añadiendo a su eterno amor un nuevo DON, algo mas grande que supera nuestra maldad: Y ese algo ES EL AMOR, el Amor Redentor de Jesus y el don "del Amor mismo", que El nos conquisto con su muerte y resurreccion: El Don del Espiritu Santo.
Somos hermanos porque «Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama ¡Abba!, ¡Padre!» (Ga 4,6). Somos hermanos porque, justificados por la sangre de Cristo Jesús (cf. Rm 5,9), hemos pasado de la muerte a la vida haciéndonos «coherederos» de la promesa (cf. Ga 3,26-29; Rm 8, 17). Esa es la salvación que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia: formar parte del «nosotros» divino.
El Espíritu de su Hijo, nos consagra a Dios, nos purifícanos enamora, toma posesión de nosotros, unifica nuestra voluntad con la del Padre y nos transforma en Jesús: En El nos injerta, de su vida nos participa, llena nuestro corazón de sus propios sentimientos: de amor, gratitud, sumisión, obediencia y entrega sin restricciones al Padre y de amor a nuestros hermanos. Esta es nuestra tarea toda la vida.
La intimidad de Dios, para nosotros incomprensible, se nos revela con imágenes que nos hablan de comunión, comunicación, donación, amor. Por eso la unión que pide Jesús no es uniformidad sino la «multiforme armonía que atrae» (Evangelii gaudium117). La inmensa riqueza de lo variado, de lo múltiple que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel Jueves Santo, nos aleja de la tentación de propuestas unicistas, más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos. La propuesta de Jesús es concreta, es concreta, no es una idea. Andad y haced lo mismo, le dice aquel que le preguntó quién es el prójimo, después de haber contado la parábola del buen samaritano. Andad y haced lo mismo.
Tampoco la propuesta de Jesús es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Esta religiosidad de élite. Jesús reza para que formemos parte de una gran familia, en la que Dios es nuestro Padre y todos nosotros somos hermanos. Nadie es excluido. Y esto no se fundamenta en tener los mismos gustos, las mismas inquietudes, los mismos talentos. Somos hermanos porque, por amor, Dios nos ha creado y nos ha destinado, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos (cf. Ef 1,5).
Una confianza que se aprende, que se educa. Una confianza que se va gestando en el seno de una comunidad, en la vida de una familia.
Una confianza que se vuelve testimonio en los rostros de tantos que nos estimulan a seguir a Jesús, a ser discípulos de Aquel que no decepciona jamás.
El discípulo se siente invitado a confiar, se siente invitado por Jesús a ser amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida. «A ustedes no los llamo siervos, los llamo amigos porque les di a conocer todo lo que sabía de mi Padre» (Jn 15,15). Los discípulos son aquellos que aprenden a vivir en la confianza de la amistad de Jesús.
La Eucaristía es la ofrenda en Persona del mismísimo Hijo de Dios, Cristo, Señor nuestro. Y su ofrenda es perfecta ofrenda de amor. “En el Sacramento eucarístico –dice el Papa Benedicto-, Jesús amándonos “hasta el extremo”, hasta el don de su cuerpo y de su sangre” (SC, 1).
No es posible que fuera de otra manera, el amor, si es digno de llevar ese nombre, ha de ser amor hasta el extremo. Y el amor del Señor Jesús que es amor divino, con mayor razón es un amor indefectiblemente “hasta el extremo”. El Señor Jesús nos ama sin medida, sin condición, sin reproche, sin mérito nuestro. Se ha entregado en sacrificio solo por amor: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida… Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla” (Jn 10, 17-18).
Así, el Señor Jesús, en la ofrenda concreta de su vida, nos precede y nos indica el camino: el amor auténtico exige el sacrificio y es capaz de la ofrenda total a favor de la persona amada, el amor auténtico no le teme a la prueba ni a la tribulación. “El amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo supera” (1Co 13,7). Mientras no se llega a la prueba de fuego del “dolor” por el ser querido, el amor aún es incierto. Pero si ese amor es capaz de soportar –y triunfar sobre- penas y sinsabores, de compartir la enfermedad, la tristeza, la angustia o el miedo, de encarar incluso la traición y la infidelidad, entonces sí que puede ser considerado un “amor hasta el extremo”. Hasta el punto de dar la vida por quien se ama (cf. Jn 15,13).
“QUIERO QUE EL MUNDO ENTERO CONOZCA MI MISERICORDIA”
“Deseo que el mundo entero
conozca Mi misericordia” (Diario, 687).
“En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia
fue abierta de par en par por la lanza
para todas las almas;no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).
El Salvador desea que en el Mundo entero se conozca la misericordia Divina, que cada hombre se dirija a Él con confianza, descubra la belleza y la riqueza de la caridad cristiana. Para ese fin sirven las nuevas formas de rendir el culto a la Divina misericordia, y las promesas relacionadas con ellas.
“He abierto Mi Corazón como una Fuente viva de Misericordia. Que todas las almas tomen vida de ella. Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien” (Diario, 1520).
“Las gracias de Mi misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá” (Diario, 1578).
Que Tu insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
“Hoy te envío a tí a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con Mi Corazón misericordioso (...) Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia” (Diario, 1588).
Y tú, Faustina, don de Dios a nuestro tiempo, don de la tierra de Polonia a toda la Iglesia, concédenos percibir la profundidad de la misericordia divina, ayúdanos a experimentarla en nuestra vida y a testimoniarla a nuestros hermanos. Que tu mensaje de luz y esperanza se difunda por todo el mundo, mueva a los pecadores a la conversión, elimine las rivalidades y los odios, y abra a los hombres y las naciones a la práctica de la fraternidad.
Hoy, nosotros, fijando, juntamente contigo, nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza: "CRISTO, JESÚS, EN TI CONFÍO".
Con este acto quiero transmitir hoy este mensaje al nuevo milenio. Lo transmito a todos los hombres para que aprendan a conocer cada vez mejor el verdadero rostro de Dios y el verdadero rostro de los hermanos.
“LA HUMANIDAD NO CONSEGUIRÁ LA PAZ HASTA QUE NO SE DIRIJA CON CONFIANZA A MI MISERICORDIA”
El 17 de agosto de 2002, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia), el papa, Juan Pablo II realizó el solemne acto de confiar el destino del mundo a la Divina misericordia.
Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo Consolador,
te confiamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes
de la tierra experimenten Tu misericordia,
para que en Ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
(Juan Pablo II)
LA FIESTA DE LA MISERICORDIA
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas, especialmente, para los pobres pecadores. En este día (...) derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En este día están abiertas todas las compuertas Divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como escarlata” (Diario, 699).
“Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esta alma en toda su plenitud” (Diario, 1448).
http://www.misericordia-divina.com/
Fuente: www.vatican.va/holy_father/francesco
“El Evangelio no consiste en pregonar que los pecadores deban hacerse buenos,
sino que Dios es bueno para con los pecadores”.
(“Diario” padre Sopoćko)
Fragmentos dela homilía el Papa Juan Pablo II:
El 17 de agosto de 2002, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia), el papa, Juan Pablo II realizó el solemne acto de confiar el destino del mundo a la Divina misericordia.
EL ACTO DE CONFIAR
Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo Consolador,
te confiamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes
de la tierra experimenten Tu misericordia,
para que en Ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
BULA DE CONVOCACIÓN DEL
JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA
Dios se ha compadecido de la Miseria espiritual de la muchedumbre, que andan "como ovejas sin pastor" y a decidido renovar a sus Pastores: "Volver al mundo, en sus sacerdotes santos".
FRANCISCO, OBISPO DE ROMA, SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA, GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ
1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre.
El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico de misericordia» (Ef 2, 4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4, 4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14, 9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona[1] revela la misericordia de Dios.
2. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.
3. Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a "tener la mirada fija en la misericordia" para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr Ef 1, 4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre.
Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona. En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la Puerta Santa. En esta ocasión será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza.
El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa en las otras Basílicas Papales. Para el mismo domingo establezco que en cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Catedral o en una iglesia de significado especial se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia.
A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual.
El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.
He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II.
La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre.
Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: «En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad ... La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella».
En el mismo horizonte se colocaba también el beato Pablo VI quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: «Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la caridad ... La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio ... Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno. Ha reprobado los errores, sí, porque lo exige, no menos la caridad que la verdad, pero, para las personas, sólo invitación, respeto y amor.
El Concilio ha enviado al mundo contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza: sus valores no sólo han sido respetados sino honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas ... Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección: servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades».
Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia[4].
5. El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia. Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro.
¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros.
6. «Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia»[5]. Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: «Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón»[6] Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Los Salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: «Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia» (103, 3-4).
De una manera aún más explícita, otro Salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: «Él Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados» (146, 7-9). Por último, he aquí otras expresiones del salmista: «El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas [...]
El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo» (147, 3.6). Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión.
7. “Eterna es su misericordia”: es el estribillo que acompaña cada verso del Salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios. En razón de la misericordia, todas las vicisitudes del Antiguo Testamento están cargadas de un profundo valor salvífico. La misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación. Repetir continuamente “Eterna es su misericordia”, como lo hace el Salmo, parece un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor. Es como si se quisiera decir que no solo en la historia, sino por toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre. No es casual que el pueblo de Israel haya querido integrar este Salmo, el grande hallel como es conocido, en las fiestas litúrgicas más importantes.
Antes de la Pasión Jesús oró con este Salmo de la misericordia. Lo atestigua el evangelista Mateo cuando dice que «después de haber cantado el himno» (26, 30), Jesús con sus discípulos salieron hacia el Monte de los Olivos. Mientras instituía la Eucaristía, como memorial perenne de su él y de su Pascua, puso simbólicamente este acto supremo de la Revelación a la luz de la misericordia.
En este mismo horizonte de la misericordia, Jesús vivió su pasión y muerte, consciente del gran misterio del amor de Dios que se habría de cumplir en la cruz. Saber que Jesús mismo hizo oración con este Salmo, lo hace para nosotros los cristianos aún más importante y nos compromete a incorporar este estribillo en nuestra oración de alabanza cotidiana: “Eterna es su misericordia".
8. Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. «Dios es amor» (1 Jn 4, 8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente.
Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada Jesús, delante a la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde la profundo del corazón una intensa compasión por ellas (cfr Mt 9, 36). A causa de este amor compasivo curó los enfermos que le presentaban (cfr Mt 14, 14) y con pocos panes y peces calmó el hambre de grandes muchedumbres (cfr Mt 15, 37).
Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales. Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte (cfr Lc 7, 15).
Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: «Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo» (Mc 5, 19). También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce. San Beda el Venerable, comentando esta escena del Evangelio, escribió que Jesús miró a Mateo con amor misericordioso y lo eligió: "miserando atque eligendo" . Siempre me ha cautivado esta expresión, tanto que quise hacerla mi lema.
9. En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15, 1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.
De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para nuestro estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: «No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 22) y pronunció la parábola del “siervo despiadado”. Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, lo suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda.
Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos centésimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero él se niega y lo hace encarcelar. Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: «¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?» (Mt 18, 33). Y Jesús concluye: «Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos» (Mt 18, 35).
La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices.
Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: «No permitan que la noche los sorprenda enojados» (Ef 4, 26). Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. «Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5, 7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo.
Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser un palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable,
es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros.
10. La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia «vive un deseo inagotable de brindar misericordia». Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa.
Por otra parte, es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece evaporarse. Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y estéril, como si se viviese en un desierto desolado. Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza.
11. No podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció en su segunda encíclica Dives in misericordia, que en su momento llegó sin ser esperada y tomó a muchos por sorpresa en razón del tema que afrontaba. Dos pasajes en particular quiero recordar. Ante todo, el santo Papa hacía notar el olvido del tema de la misericordia en la cultura presente: «La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia.
La palabra y el concepto de misericordia parecen producir una cierta desazón en el hombre, quien, gracias a los adelantos tan enormes de la ciencia y de la técnica, como nunca fueron conocidos antes en la historia, se ha hecho dueño y ha dominado la tierra mucho más que en el pasado (cfr Gn 1, 28). Tal dominio sobre la tierra, entendido tal vez unilateral y superficialmente, parece no dejar espacio a la misericordia ... Debido a esto, en la situación actual de la Iglesia y del mundo, muchos hombres y muchos ambientes guiados por un vivo sentido de fe se dirigen, yo diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios»[9].
Además, san Juan Pablo II motivaba con estas palabras la urgencia de anunciar y testimoniar la misericordia en el mundo contemporáneo: «Ella está dictada por el amor al hombre, a todo lo que es humano y que, según la intuición de gran parte de los contemporáneos, está amenazado por un peligro inmenso. El misterio de Cristo ... me obliga al mismo tiempo a proclamar la misericordia como amor compasivo de Dios, revelado en el mismo misterio de Cristo.
Ello me obliga también a recurrir a tal misericordia y a implorarla en esta difícil, crítica fase de la historia de la Iglesia y del mundo»[10]. Esta enseñanza es hoy más que nunca actual y merece ser retomada en este Año Santo. Acojamos nuevamente sus palabras: «La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia – el atributo más estupendo del Creador y del Redentor – y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y servidora.
12. La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral. Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el Evangelio.
La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.
13. Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: «Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso» (Lc 6, 36). Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6, 27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.
14. La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio.
La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre
El Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta: «No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida que midáis» (Lc 6, 37-38). Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme.
No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.
Así entonces, misericordiosos como el Padre es el “lema” del Año Santo. En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene en nuestra ayuda cuando lo invocamos. Es bello que la oración cotidiana de la Iglesia inicie con estas palabras: «Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme» (Sal 70, 2). El auxilio que invocamos es ya el primer paso de la misericordia de Dios hacia nosotros. Él viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos. Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos.
15, 1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón. De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para nuestro estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: «No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 22) y pronunció la parábola del “siervo despiadado”.
Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, lo suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda. Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos centésimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero él se niega y lo hace encarcelar. Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: «¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?» (Mt 18, 33). Y Jesús concluye: «Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos» (Mt 18, 35).
La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices.
Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: «No permitan que la noche los sorprenda enojados» (Ef 4, 26). Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. «Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5, 7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo.
Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser un palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros.
16. En el Evangelio de Lucas encontramos otro aspecto importante para vivir con fe el Jubileo. El evangelista narra que Jesús, un sábado, volvió a Nazaret y, como era costumbre, entró en la Sinagoga. Lo llamaron para que leyera la Escritura y la comentara. El paso era el del profeta Isaías donde está escrito: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (61, 12).
“Un año de gracia”: es esto lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir. Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella. La predicación de Jesús se hace de nuevo visible en las respuestas de fe que el testimonio de los cristianos está llamado a ofrecer. Nos acompañen las palabras del Apóstol: «El que practica misericordia, que lo haga con alegría» (Rm 12, 8).
17. La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: «Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: ‘¡Aquí estoy!’. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan» (58, 6-
La iniciativa “24 horas para el Señor”, de celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior.
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva.
Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un Padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado.
No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido delante de la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la Misericordia de Dios.
18. Durante la Cuaresma de este Año Santo tengo la intención de enviar los Misioneros de la Misericordia. Serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe. Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica, para que se haga evidente la amplitud de su mandato. Serán, sobre todo, signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón.
Serán misioneros de la misericordia porque serán los artífices ante todos de un encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo. Se dejarán conducir en su misión por las palabras del Apóstol: «Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos» (Rm 11, 32). Todos entonces, sin excluir a nadie, están llamados a percibir el llamamiento a la misericordia. Los misioneros vivan esta llamada conscientes de poder fijar la mirada sobre Jesús, «sumo sacerdote misericordioso y digno
Pido a los hermanos Obispos que inviten y acojan estos Misioneros, para que sean ante todo predicadores convincentes de la misericordia. Se organicen en las Diócesis “misiones para el pueblo” de modo que estos Misioneros sean anunciadores de la alegría del perdón. Se les pida celebrar el sacramento de la Reconciliación para los fieles, para que el tiempo de gracia donado en el Año jubilar permita a tantos hijos alejados encontrar el camino de regreso hacia la casa paterna. Los Pastores, especialmente durante el tiempo fuerte de Cuaresma, sean solícitos en el invitar a los fieles a acercarse «al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzarla . La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida.
Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. "Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios" que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.
La misma llamada llegue también a ("depredarores") todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. ** Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos.
** NOTA del traductor: (Quiza aqui la palabra "depredarores" señalara mejor a quienes con sus actos dañan a los mas debiles y a la sociedad, pues corrupcion se refiere mas al dinero que a obstinación en el pecado)
La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga. Corruptio optimi pessima, decía con razón san Gregorio Magno, para indicar que ninguno puede sentirse inmune de esta tentación. Para erradicarla de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices y destruye la existencia.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.
20. No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor. La justicia es un concepto fundamental para la sociedad civil cuando, normalmente, se hace referencia a un orden jurídico a través del cual se aplica la ley. Con la justicia se entiende también que a cada uno debe ser dado lo que le es debido.
En la Biblia, muchas veces se hace referencia a la justicia divina y a Dios como juez. Generalmente es entendida como la observación integral de la ley y como el comportamiento de todo buen israelita conforme a los mandamientos dados por Dios. Esta visión, sin embargo, ha conducido no pocas veces a caer en el legalismo, falsificando su sentido originario y oscureciendo el profundo valor que la justicia tiene. Para superar la perspectiva legalista, sería necesario recordar que en la Sagrada Escritura la justicia es concebida esencialmente como un abandonarse confiado en la voluntad de Dios.
Por su parte, Jesús habla muchas veces de la importancia de la fe, más bien que de la observancia de la ley. Es en este sentido que debemos comprender sus palabras cuando estando a la mesa con Mateo y sus amigos dice a los fariseos que lo contestaban porque comía con los publicanos y pecadores: «Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar (a los) justos, sino a (los) pecadores» (Mt 9, 13). Ante la visión de una justicia como mera observancia de la ley que juzga, dividiendo las personas en justos y pecadores, Jesús se inclina a mostrar el gran de don de la misericordia que busca a los pecadores para ofrecerles el perdón y la salvación.
Se comprende porque en presencia de una perspectiva tan liberadora y fuente de renovación, Jesús haya sido rechazado por los fariseos y por los doctores de la ley. Estos, para ser fieles a la ley, ponían solo pesos sobre las espaldas de las persona, pero así frustraban la misericordia del Padre. El reclamo a observar la ley no puede obstaculizar la atención por las necesidades que tocan la dignidad de las personas.
Al respecto es muy significativa la referencia que Jesús hace al profeta Oseas -«yo quiero amor, no sacrificio». Jesús afirma que de ahora en adelante la regla de vida de sus discípulos deberá ser la que da el primado a la misericordia, como Él mismo testimonia compartiendo la mesa con los pecadores. La misericordia, una vez más, se revela como dimensión fundamental de la misión de Jesús. Ella es un verdadero reto para sus interlocutores que se detienen en el respeto formal de la ley. Jesús, en cambio, va más allá de la ley; su compartir con aquellos que la ley consideraba pecadores permite comprender hasta dónde llega su misericordia.
También el Apóstol Pablo hizo un recorrido parecido. Antes de encontrar a Jesús en el camino a Damasco, su vida estaba dedicada a perseguir de manera irreprensible la justicia de la ley (cfr Flp 3, 6). La conversión a Cristo lo condujo a ampliar su visión precedente al punto que en la carta a los Gálatas afirma: «Hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley» (2, 16). Parece que su comprensión de la justicia ha cambiado ahora radicalmente. Pablo pone en primer lugar la fe y no más la ley.
El juicio de Dios no lo constituye la observancia o no de la ley, sino la fe en Jesucristo, que con su muerte y resurrección trae la salvación junto con la misericordia que justifica. La justicia de Dios se convierte ahora en liberación para cuantos están oprimidos por la esclavitud del pecado y sus consecuencias. La justicia de Dios es su perdón (cfr Sal 51, 11-16).
21. La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer.
La experiencia del profeta Oseas viene en nuestra ayuda para mostrarnos la superación de la justicia en dirección hacia la misericordia. La época de este profeta se cuenta entre las más dramáticas de la historia del pueblo hebreo. El Reino está cercano de la destrucción; el pueblo no ha permanecido fiel a la alianza, se ha alejado de Dios y ha perdido la fe de los Padres. Según una lógica humana, es justo que Dios piense en rechazar el pueblo infiel: no ha observado el pacto establecido y por tanto merece la pena correspondiente, el exilio. Las palabras del profeta lo atestiguan: «Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han negado a convertirse» (Os 11, 5).
Y sin embargo, después de esta reacción que apela a la justicia, el profeta modifica radicalmente su lenguaje y revela el verdadero rostro de Dios: «Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar» (11, 8-9). San Agustín, como comentando las palabras del profeta dice: «Es más fácil que Dios contenga la ira que la misericordia»[13].
Si Dios se detuviera en la justicia dejaría de ser Dios, sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia.
Debemos prestar mucha atención a cuanto escribe Pablo para no caer en el mismo error que el Apóstol reprochaba a sus contemporáneos judíos: «Desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo el que cree» (Rm 10, 3-4).
Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.
22. El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia. En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. En la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios hace evidente este amor que es capaz incluso de destruir el pecado de los hombres. Dejarse reconciliar con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia. Así entonces, Dios está siempre disponible al perdón y nunca se cansa de ofrecerlo de manera siempre nueva e inesperada. Todos nosotros, sin embargo, vivimos la experiencia del pecado.
Sabemos que estamos llamados a la perfección (cfr Mt 5,48), pero sentimos fuerte el peso del pecado. Mientras percibimos la potencia de la gracia que nos transforma, experimentamos también la fuerza del pecado que nos condiciona. No obstante el perdón, llevamos en nuestra vida las contradicciones que son consecuencia de nuestros pecados. En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados tienen en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado.
La Iglesia vive la comunión de los Santos. En la Eucaristía esta comunión, que es don de Dios, actúa como unión espiritual que nos une a los creyentes con los Santos y los Beatos cuyo número es incalculable (cfr Ap 7, 4). Su santidad viene en ayuda de nuestra fragilidad, y así la Madre Iglesia es capaz con su oración y su vida de encontrar la debilidad de unos con la santidad de otros. Vivir entonces la indulgencia en el Año Santo significa acercarse a la misericordia del Padre con la certeza que su perdón se extiende sobre toda la vida del creyente. Indulgencia es experimentar la santidad de la Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo, porque el perdón es extendido hasta las extremas consecuencias a la cual llega el amor de Dios. Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados y la dispensación de su indulgencia misericordiosa.
23. La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos relaciona con el judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios. Israel primero que todo recibió esta revelación, que permanece en la historia como el comienzo de una riqueza inconmensurable de ofrecer a la entera humanidad. Como hemos visto, las páginas del Antiguo Testamento están entretejidas de misericordia porque narran las obras que el Señor ha realizado en favor de su pueblo en los momentos más difíciles de su historia. El Islam, por su parte, entre los nombres que le atribuye al Creador está el de Misericordioso y Clemente. Esta invocación aparece con frecuencia en los labios de los fieles musulmanes, que se sienten acompañados y sostenidos por la misericordia en su cotidiana debilidad. También ellos creen que nadie puede limitar la misericordia divina porque sus puertas están siempre abiertas.
Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de separacion.
24. El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende «de generación en generación» (Lc 1, 50).
También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar los frutos de la misericordia divina.Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
Nuestra plegaria se extienda también a tantos Santos y Beatos que hicieron de la misericordia su misión de vida. En particular el pensamiento se dirige a la grande apóstol de la misericordia, santa Faustina Kowalska. Ella que fue llamada a entrar en las profundidades de la divina misericordia, interceda por nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en el perdón de Dios y en la inquebrantable confianza en su amor.
25. Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio. Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo.
La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Es tan insondable es la profundidad del misterio que encierra,tan inagotable la riqueza que de ella proviene.
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: «Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos» (Sal 25, 6).
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de abril, Vigilia del Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, del Año del Señor 2015, tercero de mi pontificado.
Año Jubilar
Dejemos que Dios nos colme de su bondad y de su misericordia:
Refugio de los débiles en Ti confió
Esperanza de los pecadores en Ti confió.
http://uncatolico.com/imagenes/Jesus%20Divina%20Misericordia.jpg
Manana Domingo de Cristo Rey se clausura el Ano de la Misericordia, _¡ quien aliviara ahora a las almas del purgatorio ¡.
NO hermanos la Misereicordia no se acaba, la misericordia es Dios.
El nos ayuda siempre, en una forma o en otra.
Jesus es una gota divina que al derramarse sobre la tierra lo perfuma todo de aroma a Dios.
La misericordia es el núcleo central del Mensaje Evangélico.
Jesús viene a sanar nuestras heridas.
El amor que Dios nos tiene se ha manifestado en que envió al mundo a su hijo unigénito, para que vivamos por Él.
"Pertenecemos al único cuerpo de Cristo."
El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso.
Esta Vida ha sido prometida antes de todos los siglos por el Dios que no miente.
Él vendrá y nos llevará a todos, transformados para quedarnos con Él.
comentario del Evangelio por
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara
Meditaciones sobre el Evangelio, 263
El amor consiste en esto: no en nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.
Jesús nos enseña a usar todos los bienes para ser siempre mas ricos ante Dios sirviendo a nuestros hermanos. "A ganar amigos con las riquezas injustas", a distinguir los bienes verdaderos de los que no los son, " a hacer tesoros en el cielo" con los unos y con los otros, a saber dar pan al hambriento, pero mas, mucho mas a amar, a calmar la sede de amor de tantos que lo necesitan, A ser fieles en lo poco para ser fieles en lo mucho, a no acumular riquezas "que los ladrones roban y la polilla destruye", "A hacer un tesoro en el cielo dando a los pobres y todo en secreto, para que el Padre que ve en lo secreto nos recompense".
Comentario de San Juan María Vianney (1786-1859) sobre la misericordia.
Esto nos lo explica claramente en la parábola del Buen Samaritano.
Jesús es el Buen Samaritano que bajo del cielo.
La humanidad caída es el hombre despojado por los ladrones.
El dichoso Posadero es la Iglesia, signo e instrumento de Cristo en el mundo.
Otros no tuvieron compasión.
El Sacerdote y el Levita, que por oficio debían hacerlo, no tuvieron compasión del hombre herido y siguieron su camino.
El Doctor de la Ley que interrogo a Jesús para probarlo, era uno de ellos,
Y por eso Jesús lo hizo que descubriera que decían las Sagradas Escrituras.
Aquel Doctor de la Ley representaba en este momento a todos los demás y Jesús le enseño el verdadero camino. Ve y haz tu lo mismo..
Jesús ya había cumplido en todo aquel precepto que el Doctor de la Ley solo leyó en las Sagradas Escrituras.
Amaras a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas y a tu como a ti mismo. Porque el amor no consiste en palabras o buenos deseos, sino en obras.
El burrito en que cargo al herido fue el propio cuerpo santísimo de Jesús que cargo sobre si todas nuestras miserias.
La medicina, las vendas, el aceite y el vino son su Palabra que cura, consuela y alimenta.
Las dos monedas que llevan grabada la imagen de Dios son el Antiguo Testamento y plenamente en el Nuevo.
"Su regreso" es el ultimo día y su recompensa es grande sobremanera, ese dia es cuando nos nos dirá, porque fuiste fiel en lo poco, Yo te constituiré lo mucho, entra en el gozo de tu Señor.
Evangelio según San Lucas 10,25-37.
Jesús es la Misericordia encarnada, su Persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente, signo del Amor, del Amor infinito de Dios por cada uno de nosotros.
La única verdad capaz de balancear el mal causado y sufrido por el mismo hombre, del que el hombre es artífice y victima, es Dios Misericordioso: La verdad de Cristo Crucificado.
Este mensaje, "traído de lo alto", es decir del cielo y del Padre, lo vivió en primera persona San Juan Pablo II y con el Polonia entera cuando las ideológicas totalitarias del Nazismo y el Comunismo asolaron a su Patria y después ya elegido Papa, en el atentado contra su vida,
El camino de sufrimiento personal que recorrió con el apoyo de la fe en Cristo crucificado que daba sentido a todos sus sufrimientos .
Entonces el quiso hacer extensiva su devoción a la Divina Misericordia a toda la tierra. Y después los Papas Benedicto XVI y Francisco fueron su eco.
“celebrar un Jubileo de la Misericordia, ha dicho el Papa Francisco, significa poner en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo".
Además, ha añadido, “significa aprender que el perdón y la misericordia es lo que más desea Dios, y lo que más necesita el mundo".
Si Cristo ha resucitado, podemos mirar con ojos y corazón nuevos a cada evento de nuestra vida, también a los más negativos. Los momentos de oscuridad, de fracaso y también de pecado pueden transformarse y anunciar un camino nuevo. Cuando hemos tocado el fondo de nuestra miseria y de nuestra debilidad, Cristo resucitado nos da la fuerza para levantarnos de nuevo.
El Amor Misericordioso de Dios manifestado en la historia en el Misterio Pascual nos guia a conocer íntimamente a Cristo Salvador nuestro, a amarlo mas vehementemente y a imitarlo con mas eficacia.
Somos siempre y ante todo "hijos de Dios".
La verdadera grandeza del hombre esta en hacerse pequeño ante Dios. Mas alla del mal que pueda hacer el hombre Dios quiere tenerlo en sus brazos. Como un niño pequeño se abandona sin miedo en los brazos de su padre
Solo los niños pequeños se tienen en los brazos, hacerse pequeño es la condicion para abrir las puertas a Dios.
Es consolador saber que Él realmente sabe lo que somos y no está alarmado por nuestra pequeñez.
".Solo ese amor, mas fuerte que la debilidad de las divisiones humanas, puede realizar la Unidad que el Espíritu no deja de pedir por nosotros, con " gemidos inenarrables".
Esperanza de los pecadores en Ti confió.
Jesús en Ti confió
La luz blanca en la frente simboliza la presencia del Padre, la luz mas intensa es la
del Corazón, y los dos rayos de luz rojo uno y blanco el otro, los dos dones de Cristo,
su sangre en cuanto hombre, el Espíritu Santo como Dios.
Es el Nombre mismo de Dios, con que El se revelo en el Antiguo Testamento y plenamente en Jesucristo. "El Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad"
La luz blanca en la frente simboliza la presencia del Padre, la luz mas intensa es la
del Corazón, y los dos rayos de luz rojo uno y blanco el otro, los dos dones de Cristo,
su sangre en cuanto hombre, el Espíritu Santo como Dios.
Es el Nombre mismo de Dios, con que El se revelo en el Antiguo Testamento y plenamente en Jesucristo. "El Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad"
http://uncatolico.com/imagenes/Jesus%20Divina%20Misericordia.jpg
Manana Domingo de Cristo Rey se clausura el Ano de la Misericordia, _¡ quien aliviara ahora a las almas del purgatorio ¡.
NO hermanos la Misereicordia no se acaba, la misericordia es Dios.
El nos ayuda siempre, en una forma o en otra.
Jesus es una gota divina que al derramarse sobre la tierra lo perfuma todo de aroma a Dios.
La misericordia es el núcleo central del Mensaje Evangélico.
Jesús viene a sanar nuestras heridas.
El amor que Dios nos tiene se ha manifestado en que envió al mundo a su hijo unigénito, para que vivamos por Él.
"Pertenecemos al único cuerpo de Cristo."
El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso.
Esta Vida ha sido prometida antes de todos los siglos por el Dios que no miente.
Él vendrá y nos llevará a todos, transformados para quedarnos con Él.
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara
Meditaciones sobre el Evangelio, 263
«Todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella... ha echado todo lo que tenía para vivir»
No despreciemos a los pobres, los pequeños...; no son tan sólo nuestros hermanos en Dios, sino que son los que más perfectamente imitan a Jesús en su vida exterior. Nos representan perfectamente a Jesús, el Obrero de Nazaret. Son los primeros entre los elegidos, los primeros que fueron llamados a acudir a la cuna de Jesús. Fueron la compañía habitual de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte; pertenecían a esta clase María y José y los apóstoles... Lejos de menospreciarlos, honrémosles, honremos en ellos las imágenes de Jesús y de sus padres santos; en lugar de desdeñarlos, admirémoslos... Imitémoslos y, puesto que vemos que su condición es la mejor, es la que ha escogido Jesús para sí mismo, para los suyos, la que ha sido llamada la primera a ir a su cuna, la que mostró en actos y palabras..., abracémosla... Seamos obreros pobres como él, como María, José, los apóstoles, los pastores, y si algún día nos llama al apostolado, permanezcamos en esta condición de vida, tan pobres como él mismo quiso serlo, tan pobres como lo fue siempre san Pablo, «su fiel imitador» (cf 1C 11,1).
No dejemos jamás de ser pobres en todo, hermanos de los pobres, compañeros de los pobres, seamos, como Jesús, los más pobres de entre los pobres, y como él, amemos a los pobres y vivamos rodeados de ellos
No dejemos jamás de ser pobres en todo, hermanos de los pobres, compañeros de los pobres, seamos, como Jesús, los más pobres de entre los pobres, y como él, amemos a los pobres y vivamos rodeados de ellos
El amor consiste en esto: no en nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.
Notese bien: Él nos amó primero, pero esto no excluye que nosotros debamos corresponder a su amor, si El nos amo primero fue para incitarnornos a que nosotros lo amaramos después, puesto que por su propia naturaleza el amor es de dos y solo llega a su perfección cuando es correspondido .
Evangelio según San Lucas 17,1-6.
"Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!
Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo.
Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo".
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe".
El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería."
Todos somos muy buenos al identificar una presencia que puede molestar: sucede cuando vemos a alguien por la calle, o cuando recibimos una llamada…
Sucede también, a veces, que las personas molestas son las más cercanas a nosotros: entre los parientes siempre hay alguno; en el trabajo no faltan ni en el recreo.
Jesús enseña a ir siempre a lo esencial y mirar más lejos para asumir con responsabilidad la propia misión.
!Senor danos a conocer Tu presencia y accion en lo mas profundo de nuestro ser y nuestro destino a fundirnos Contigo en el Seno del Padre!.
Comentario del Evangelio por San Agustín (354-430)
"Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!
Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo.
Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo".
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe".
El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería."
El papa Francisco, en la última audiencia general del Año Jubilar, ha reflexionado sobre una de las obras de misericordia: sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
como debemos: sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
Todos somos muy buenos al identificar una presencia que puede molestar: sucede cuando vemos a alguien por la calle, o cuando recibimos una llamada…
Sucede también, a veces, que las personas molestas son las más cercanas a nosotros: entre los parientes siempre hay alguno; en el trabajo no faltan ni en el recreo.
Jesús enseña a ir siempre a lo esencial y mirar más lejos para asumir con responsabilidad la propia misión.
A menudo nos sucede que encontramos personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales; a veces porque no han encontrado a nadie que les animara a buscar otra cosa, a apreciar los verdaderos tesoros. Enseñar a mirar a lo esencial es una ayuda determinante, Enseñar a descubrir qué quiere de nosotros el Señor.
Acompañar en la búsqueda del esencial es bonito e importante, porque nos hace compartir la alegría de saborear el sentido de la vida. A menudo nos sucede que encontramos personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales; a veces porque no han encontrado a nadie que les animara a buscar otra cosa, a apreciar los verdaderos tesoros. .
Dios, para perdonar nuestros pecados y prometernos la vida eterna, no se fija en nuestros méritos sino en su bondad.
imitemos a Dios que nos manifiesta su amor y su verdad… Hagamos como él, llevando a cabo en este mundo obras llenas de amor y de verdad. Seamos buenos para con los débiles, los pobres e incluso con nuestros enemigos.
Vivamos en la verdad evitando de hacer el mal. No multipliquemos los pecados, porque el que peca y presume de la bondad de Dios, corre el riesgo de hacer creer que Dios es injusto.
Vivamos en la verdad evitando de hacer el mal. No multipliquemos los pecados, porque el que peca y presume de la bondad de Dios, corre el riesgo de hacer creer que Dios es injusto.
Se imagina que, a pesar de obstinarse en el pecado y no querer arrepentirse, Dios vendrá igualmente y le dará un lugar entre sus fieles servidores. Pero ¿sería justo que Dios te coloque en el mismo lugar que los que han renunciado a sus pecados siendo así que tú has querido perseverar en los tuyos?...
Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.
en toda la tierra rigen sus decretos.
Hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente
La conducta que Jesucristo tuvo durante su vida mortal, nos muestra la grandeza de su misericordia para con los pecadores. Vemos que todos ellos se acercan a hacerle compañía, y él, lejos de rechazarlos o por lo menos alejarse, al contrario, hizo todo lo posible para encontrarse entre ellos, con el fin de atraerlos hacia su Padre. Los va a buscar por los remordimientos de conciencia, los hace volver por su gracia y los gana con sus modales amorosos. Los trata con tanta amabilidad, que incluso los defiende ante los escribas y fariseos que quieren culparlos, y que parecen que no querer el sufrimiento de Jesucristo.
Va incluso más allá: quiere justificar su conducta hacia ellos con una parábola que retrata, de la mejor manera, la grandeza de su amor por los pecadores, diciéndoles: " Un pastor que tenía cien ovejas, habiendo perdido una, deja a todas las demás y va corriendo a buscar a la que se había perdido, y, habiéndola encontrado, se la pone sobre sus hombros para ahorrarle las dificultades del camino. Entonces, después de devolverla a su redil, invitó a todos sus amigos para que se alegraran con él, por haber encontrado la oveja que estaba perdida».
Va incluso más allá: quiere justificar su conducta hacia ellos con una parábola que retrata, de la mejor manera, la grandeza de su amor por los pecadores, diciéndoles: " Un pastor que tenía cien ovejas, habiendo perdido una, deja a todas las demás y va corriendo a buscar a la que se había perdido, y, habiéndola encontrado, se la pone sobre sus hombros para ahorrarle las dificultades del camino. Entonces, después de devolverla a su redil, invitó a todos sus amigos para que se alegraran con él, por haber encontrado la oveja que estaba perdida».
Y añadió también esta parábola de una mujer que tiene diez monedas de plata y habiendo perdido una, enciende la lámpara para buscar en cada rincón de su casa, y habiéndola encontrado, invita a todos sus amigos para que se alegren con ella. "Por ello, dijo, que el cielo entero, se alegra por el regreso de un pecador que se arrepiente y hace penitencia. Yo no he venido a salvar a los justos sino a los pecadores, los que están sanos no necesitan médico, sino los enfermos "(Lc 5,31-32).
Vemos que Jesús aplica a sí mismo la imagen viva de la grandeza de su misericordia hacia los pecadores. ¡Qué suerte para nosotros saber que la misericordia de Dios es infinita! ¡Qué intenso deseo debemos sentir nacer en nosotros, que nos llevará a arrodillarnos a los pies de un Dios que nos recibirá con tanta alegría!.
Vemos que Jesús aplica a sí mismo la imagen viva de la grandeza de su misericordia hacia los pecadores. ¡Qué suerte para nosotros saber que la misericordia de Dios es infinita! ¡Qué intenso deseo debemos sentir nacer en nosotros, que nos llevará a arrodillarnos a los pies de un Dios que nos recibirá con tanta alegría!.
Si tuviéramos fe y viéramos un alma en estado de pecado mortal moriríamos de terror. El pecador impenitente, el amor divino desconocido y ofendido. Pero hasta allá llega la Misericordia divina, poderosa como un torrente desbordado que arrastra los corazones a su paso, porque Dios esta dispuesto a perdonar mas aun que lo que estaría una madre para sacar del fuego a un hijo suyo.
Jesús es el Buen Samaritano que bajo del cielo.
La humanidad caída es el hombre despojado por los ladrones.
El dichoso Posadero es la Iglesia, signo e instrumento de Cristo en el mundo.
Otros no tuvieron compasión.
El Sacerdote y el Levita, que por oficio debían hacerlo, no tuvieron compasión del hombre herido y siguieron su camino.
El Doctor de la Ley que interrogo a Jesús para probarlo, era uno de ellos,
Y por eso Jesús lo hizo que descubriera que decían las Sagradas Escrituras.
Aquel Doctor de la Ley representaba en este momento a todos los demás y Jesús le enseño el verdadero camino. Ve y haz tu lo mismo..
Jesús ya había cumplido en todo aquel precepto que el Doctor de la Ley solo leyó en las Sagradas Escrituras.
Amaras a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas y a tu como a ti mismo. Porque el amor no consiste en palabras o buenos deseos, sino en obras.
El burrito en que cargo al herido fue el propio cuerpo santísimo de Jesús que cargo sobre si todas nuestras miserias.
La medicina, las vendas, el aceite y el vino son su Palabra que cura, consuela y alimenta.
Las dos monedas que llevan grabada la imagen de Dios son el Antiguo Testamento y plenamente en el Nuevo.
"Su regreso" es el ultimo día y su recompensa es grande sobremanera, ese dia es cuando nos nos dirá, porque fuiste fiel en lo poco, Yo te constituiré lo mucho, entra en el gozo de tu Señor.
Evangelio según San Lucas 10,25-37.
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".
Evidentemente no puedes quedarte callado ante millares de niños que se mueren de hambre cada día. Denuncia y trabaja por quitar las causas inmediatas: La mala distribución de las riquezas, la explotación de los países pobres, el temor "de perder algo" de los instalados. Pero hay una causa todavía mayor y mas extendida. Falta amor.
Cada vez que alguien te grite necesito que me amen. Pues eso son las reclamaciones constantes de tu esposa, las rebeldías de tus hijos, los gritos de violencia de los desdichados. Deja que Dios lo ame atravez de ti. Apaga su sed amándolo en su Nombre.
La fuerza del mal solo tiene un limite: La Divina Misericordia.
Dios es Amor, y Cristo crucificado y resucitado es la suprema revelación de esta verdad.
El limite del poder del mal, la fuerza que en ultima instancia lo vence, es el amor, el sufrimiento del Hijo de Dios en la Cruz. De esa Cruz brota la Misericordia del Padre que abraza al mundo entero. La única verdad capaz de balancear el mal causado y sufrido por el mismo hombre, del que el hombre es artífice y victima, es Dios Misericordioso: La verdad de Cristo Crucificado.
Este mensaje, "traído de lo alto", es decir del cielo y del Padre, lo vivió en primera persona San Juan Pablo II y con el Polonia entera cuando las ideológicas totalitarias del Nazismo y el Comunismo asolaron a su Patria y después ya elegido Papa, en el atentado contra su vida,
El camino de sufrimiento personal que recorrió con el apoyo de la fe en Cristo crucificado que daba sentido a todos sus sufrimientos .
Entonces el quiso hacer extensiva su devoción a la Divina Misericordia a toda la tierra. Y después los Papas Benedicto XVI y Francisco fueron su eco.
“celebrar un Jubileo de la Misericordia, ha dicho el Papa Francisco, significa poner en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo".
Se trata pues --ha observado el Papa Francisco-- de una ocasión única para experimentar en nuestra vida el perdón de Dios, su presencia y cercanía, especialmente en los momentos de mayor necesidad.
Además, ha añadido, “significa aprender que el perdón y la misericordia es lo que más desea Dios, y lo que más necesita el mundo".
Si Cristo ha resucitado, podemos mirar con ojos y corazón nuevos a cada evento de nuestra vida, también a los más negativos. Los momentos de oscuridad, de fracaso y también de pecado pueden transformarse y anunciar un camino nuevo. Cuando hemos tocado el fondo de nuestra miseria y de nuestra debilidad, Cristo resucitado nos da la fuerza para levantarnos de nuevo.
El Amor Misericordioso de Dios manifestado en la historia en el Misterio Pascual nos guia a conocer íntimamente a Cristo Salvador nuestro, a amarlo mas vehementemente y a imitarlo con mas eficacia.
Somos siempre y ante todo "hijos de Dios".
La verdadera grandeza del hombre esta en hacerse pequeño ante Dios. Mas alla del mal que pueda hacer el hombre Dios quiere tenerlo en sus brazos. Como un niño pequeño se abandona sin miedo en los brazos de su padre
Solo los niños pequeños se tienen en los brazos, hacerse pequeño es la condicion para abrir las puertas a Dios.
Es consolador saber que Él realmente sabe lo que somos y no está alarmado por nuestra pequeñez.
".Solo ese amor, mas fuerte que la debilidad de las divisiones humanas, puede realizar la Unidad que el Espíritu no deja de pedir por nosotros, con " gemidos inenarrables".
Dios desea apasionadamente y anhela ardientemente nuestra salvación.
«Y ¿por qué nos ama de este modo? ¿Por qué motivo nos quiere tanto? Únicamente por bondad, pues la "gracia" es propia de la bondad»
La misericordia de Dios es la única realidad que hace consiente al hombre de que no ha de perderse definitivamente, también cuando por desgracia trata de huir de su encanto.
La verdadera perfección consiste en soportar a nuestros prójimos sin admirarnos de su debilidad y en hacer las cosas pequeñas lo mejor que podamos.
Aquella pequen obra, en si misma no vale nada, pero la Voluntad de Dios vale infinitamente, es una de las peticiones que Cristo nos dejo en el Padre Nuestro, "hágase tu voluntad ", y no hay nada mejor que podamos hacer que cumplir su voluntad.
El misterio de la Redención es un misterio de Amor misericordioso de la Augusta Trinidad y, también en cuanto hombre, del Divino Redentor a la humanidad entera.
Dios interviene en la Historia en favor de los hombres ante todo en la Cruz.
Cristo mediante la inescrutable riqueza de los méritos que nos gano al haber conciliado las obligaciones del genero humano con los derechos de Dios, ha sido sin duda el autor de aquella maravillosa reconciliación entre la divina justicia y la divina misericordia.
Con la efusión de su preciosismo sangre pudo restablecer y perfeccionar aquel pacto de amistad entre Dios y los hombres, violado por primera vez en el paraíso terrena y después por las inumerables infidelidades de su Pueblo.
El Dios de la Creación se revela como Dios de la Redención, como el Dios que es fiel a si mismo fiel a su amor al hombre y al mundo, ya revelado el día de la creación. Amor que no retrocede ante nada, siempre dispuesto a aliviar y perdonar.
Jesús de Nazaret, rostro de la Misericordia de Dios, abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre.
Cuando dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús estuvo clavado, se hace presente el Amor Infinito de Dios por cada uno de nosotros, y la raíz de nuestra salvación.
De esa Cruz brota la Misericordia del Padre que abraza al mundo entero.
En la Iglesia se manifiesta la Misericordia mediante las obras de caridad y los sacramentos, especialmente el de la Reconciliación, porque en ella esta presente Jesucristo.
El camino de la Iglesia " Signo e Instrumento de Cristo en el mundo", es siempre el mismo de Cristo Jesús, el de la Misericordia y de la integración. .
Los siete sacramentos, cada uno de ellos de modo peculiar edifican la Iglesia.
El Bautismo es una intervención poderosa de la Misericordia de Dios en nuestra vida que nos asocia al misterio de la Pascua de Cristo, perdona todos los pecados, el pecado Original y todos los pecados personales, asi como la pena debida por ellos.
Aunque esta intervención no quita a la naturaleza humana su debilidad y la responsabilidad de pedir perdón cada vez que erramos.
El Bautismo, la vida nueva recibida en Cristo, solo puede recibirse una vez y es para toda nuestra vida, si la llegamos a perder no podemos recibir de nuevo el Bautismo, pero tenemos la Confesión, las buenas obras, los sacrificios voluntarios, la Comunión de los Santos y las Indulgencias en que nos ayudamos con la Iglesia que nos aplica sus méritos para regresarnos a la plenitud de gracia del Bautismo.
Entre los sacramentos, ciertamente el de la Reconciliación hace presente con especial eficacia el Rostro Misericordioso de Dios.
También en la Eucaristía nos implicamos en la dinámica salvadora de Cristo, hacemos un Cuerpo con el Dios Encarnado que atrae a todos hacia si.
El sacramento del Matrimonio es lo mas bello que Dios a creado. El sacramento del Matrimonio da a los esposos la gracia de amarse como Cristo amo a su Iglesia.
Perfecciona así el amor humano con que los esposos se acercaron a recibir este sacramento.
Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables,son un único mandamiento.
Los grandes santos han adquirido su capacidad de amar al prójimo gracias al encuentro con el Señor en la Eucaristía. Viven del amor que viene de Dios.
Pero es una gracia, no un hecho de efecto automático, tu puedes corresponder a ella o dejarla sin fruto.
En las gracias actuales, si tu dejas que se pierda una, impides que Dios te de la siguiente que con la primera te estaba preparando.
Pero esta gracia que Dios te esta dando en el Matrimonio, tiene una característica importantisima. Es una gracia de estado, Semejante a la que recibe un Sacerdote el dia de su Ordenación, es para toda la vida.
Si tu te as casado y cuidas tu matrimonio porque estas consciente de que el matrimonio es para toda tu vida, eso es ya con mucho una gran gracia, y as dado ya un gran paso en el éxito de tu matrimonio, pero si aun llegas al ideal altísimo de Jesús, sin no amas a tu esposa como Cristo amo a su Iglesia, es decir, dando a pedazos la vida por ella, aun no vives tu matrimonio como Dios lo hizo para ti, como una una vida plena que hace feliz en la tierra y te gana el cielo.
Pero la gracia del día dichoso de tu matrimonio esta ahí, allí esta y aunque quizá tu no te habías dado cuenta perfecta de ello. Y ahí mas todavía, ahora que lo comprendes tu puedes revivirla hoy mismo y cambiar tu vida para siempre.
Podemos comparar la gracia del matrimonio con un Auto que compraste. El auto ahí esta, años y años, lo uses o no lo uses. Pero si nunca lo usas, se deteriora solo.
Si la batería se descargo, cárgala de nuevo. Si el carro esta empolvado, lávalo. Si las llantas no tienen aire, llénalas. Si el motor ya se pego por falta de uso, repararlo. si no tiene una gota de gasolina, llena el tanque y después nuca dejes que se vacié por completo. Que nunca le falte el agua, el aceite, y sobretodo el liquido de los frenos.
Así tendrás tu coche por muchos años y podreas ir en el a todas partes.
Hagan lo mismo con su matrimonio para que les dure toda la vida.
Tres palabras nos ayudan a vivir nuestro matrimonio. puedo, gracias, perdóname.
Aun en las cosas mas triviales, ser capaces de ponerse de acuerdo. Agradecer lo que el otro hace por nosotros. Tener la humildad de pedir perdón, no con discurso, quizá baste solo con una caricia.
Y algo muy importante, que no termine el día sin hacer la paz. No sea que la guerra fría del día siguiente nos destroce.
Y en el caso, mas grave, de una tercera persona que se interpone, acudir inmediatamente a la ayuda de Dios, de la Santísima Virgen, de la Iglesia... pero jamas repecharse en otro amor, otra mujer, y en el caso de la mujer otro hombre, porque terminaran destruyendo su amor a su esposa, a sus hijos, a ustedes mismos y desgarraran la Imagen de Dios que El mismo dibujo a imagen suya, cuando hizo de ustedes dos una sola cosa como el Padre y el Hijo son una sola cosa en la divina unidad que del Amor de uno y otro procede.
Ese mismo Espíritu Santo hace la unidad de los esposos estableciendo entre ellos un amor sobrenatural de Caridad que viene de Dios, que es una Imagen creada del Amor Increado y que eleva el amor humano a la esfera de lo divino.
Si destruimos ese amor y nos instalamos permanentemente en el pecado, el amor humano que Dios había elevado haciéndolo participar de su estabilidad, generosidad y firmeza, regresa a su estado natural egoísta, inconstante y precario.
No puedes dejar morir las gracias de tu Bautismo que te hace hijo de Dios, de tu profesión religiosa que te hace vividlo mas intensamente, de tu matrimonio que hace de la unión de ustedes dos una imagen de la Santisma Trinidad, o de tu sacerdocio que te hace otro Jesús cabeza de la Iglesia, que es signo e instrumento de Cristo en el mundo.
Cuídalos, sigue a Jesús, sigue su Evangelio primero internamente dominado tu cuerpo, después externamente practicando las Obras de Misericordia y con la poderosa ayuda de la Eucaristía, de la confesión frecuente, de la oración y del recurso a Jesús, a María y la divina Misericordia del Padre y al Espíritu Santo.
Evangelio según San Lucas 11,5-13.
Jesús dijo a sus discípulos:
"Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes,
porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle',
y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?
¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!".
San Macario de Egipto (¿-390), monje
Homilía nº 16, 3ª colección
Transformarse en Jesús es vivir SU vida.
Solo pasando del amor natural al Amor sobrenatural que viene de Dios podemos cumplir los poquísimos (creo que se reducen a 3) pero inmensos mandatos de Cristo,
porque entonces es Cristo el que vive y obra en ti por su Santo Espíritu.
1. - "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado":
"No resistáis al mal". Vendedlo con el bien.
"Amad a vuestros enemigos".
"Haced el bien a los que os aborrecen".
"Rogad por los que os persiguen y calumnian."
2.- "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto y hace salir su sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos".
3.- "Sed Misericordiosos como vuestro Padre Celestial es Misericordioso".
"No jusqueis y no seréis juzgados"
"No condenéis y no seréis condenados"
"Perdonad y seréis perdonados".
Si las grandes culpas de los hombres pesan sobre la balanza de la Justicia de Dios, tenemos, junto a Cristo Jesús, a su Madre Santisma dispensadora Universal de los tesoros de su Misericordia.
Nadie como María ha experimentado el misterio de la Cruz con el sacrificio de su Corazón, ofrecido junto el de Jesús por nuestra salvación.
Si Jesús y María, justifican con creces la existencia de el genero humano, entonces, habiendo ya nacido ellos, ¿para que conservar el mundo tan pecador?.
Mediante Jesús y con la amorosa ayuda de su Santisma Madre muchos otros hombres escogidos y enviados por Dios, serán instrumento de salvación para la humanidad culpable: San Juan Bosco, Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Benedicto XVI, y miles mas, son frutos preciosos que unidos a los méritos infinitos de Cristo justifican la Historia. Son razón suficiente para salvar al mundo y a la humanidad entera.
Escuchemos las palabras de San Pablo :
“La prueba que Dios nos ama es que Cristo, cuando aún éramos pecadores, murió por nosotros.” (Rm 5,8)
Escuchemos a Juan Pablo II, ahora santo:
El homre no puede vivir sin amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio su vida no tiene sentido.
Por esto precisamente Cristo Redentor revela plenamente al hombre, al mismo hombre.
Amar no es "sentir", sino hacer el bien al amado.
Por su causa hay tres formas de amor:
Uno de Concupiscencia, tan propio de nosotros, que consiste en "buscar" en otro lo que no tenemos. Por eso es limitado e inconstante, porque es interesado.
El segundo de Complacencia, que es gozarse en la perfección del amado.
El tercero de Benevolencia, que es compadecerse de la miseria del otro.
Estos dos últimos son propios de la perfección infinita de Dios, y muy limitados en nosotros por nuestro egoísmo, pero el Evangelio nos va asimilando poco a poco a uno y al otro: Nuestro amor va pasando de humano a divino, a un amor sobrenatural que viene de Dios mismo. Amamos a Dios solo por ser quien es, por su infinita perfección y no por nuestro propio interés y vamos haciéndonos compasivos con nuestros hermanos con un amor desinteresado, generoso y activo, como lo vemos claramente en los santos.
El amor es reciproco, no esta completo si le falta una respuesta, esto vio San Francisco de Asís y amo con todas sus fuerzas a Dios en su infinita grandeza y en sus criaturas y muy especialmente en los pobres sus hermanos.
Tambien tu puedes, complacerte en su infinita belleza y en las obras de sus manos y, a lo pobre, hacer el bien a los que mas lo necesitan, sea física o espiritualmente.
La misericordia en si misma, en cuanto perfección de Dios infinito, es también infinita. Infinita, pues, e inagotable en la prontitud del Padre en acoger a los hijos Prodigos que vuelven a casa.
Por parte del hombre puede limitarla únicamente la falta de Buena Voluntad y la obstinación en oponerse a la Gracia y a la verdad especialmente frente al testimonio de la cruz y la resurrección de Cristo.
Es de esperar que pocos quieran obstinarse hasta el final en actitud de rebelión, o, inclusive de rebelión contra Dios, el cual, por otra parte, es mas fuerte que nuestro corazón y puede vencer todas nuestras resistencias psicológicas y espirituales.
De manera que no hay que desesperar de la salvación de nadie en esta vida, considerada la omnipotencia y la Misericordia de Dios".
Escuchemos después a Benedicto XVI:
La ilimitada fuerza del amor divino, amor que devuelve la vida, en la confesión se convierte en un renacimiento espiritual que transforma al penitente en una nueva criatura. Solo Dios puede realizar este milagro de la gracia, y lo hace mediante la palabras y los gestos del sacerdote instrumento activo de la Misericordia Divina.
Bendito sea Israel, con todas sus inumerables fallas, porque nos dio a Jesús.
Bendita sea Polonia porque nos dio a Juan Pablo II.
Bendita sea Alemania por habernos dado a Benedicto XVI.
Y asi en los subsiguientes: Bendita Francia que nos dio a Juana de Arco, benditos México, Hungría y Roma que en su época llenaron el mundo de mártires y santos.
Benditas las familias insignificantes y los pueblos perseguidos, que unidos a Cristo, glorifican a Dios, producen frutos de vida eterna y llena el cielo con los nuevos hijos de Dios.
“El Evangelio "la buena nueva" no consiste en pregonar que los pecadores deban hacerse buenos, sino que Dios es bueno para con los pecadores”.
PRACTICA DE LA MISERICORDIA
Seguir el Evangelio interiormente significa no dejarse llevar por los malos deseos. Seguir el Evangelio exteriormente significa hacer obras buenas.
Si el seguimiento de Cristo tiene como inicio "el dominio de nuestro cuerpo", como termino tiene "la buenas obras" en favor de nuestros hermanos.
! Que programa de vida mas sencillo !
¿No podríamos reducir este camino de salvación a "negarse a si mismo" y practicar las Bienaventuranzas.?
Y el camino de la perdición es exactamente lo contrario:
Darle rienda suelta a todas las malas inclinaciones y sus obras.
Codicia de riquezas, crecida soberbia y de ahí a todos los vicios.
(búsqueda desordenada del poder, honores o placeres).
Se trata de un cambio de actitud.
Pasar de ser como un azadón que recoge, a ser como una pala que reparte, pasar de buscador a donador.
Entender la vida como un don, para después movernos a entregarla.
Recibirla con alegría y devolverla ofreciendola como un don de gratitud al Padre y en bien de nuestros hermanos, como lo hizo Cristo.
Amar a Cristo es amar a los que El ama.
Dios envió a su Hijo, Dios se hizo hombre para salvarnos, es decir para darnos su misericordia.
Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podre ver en el projimo al otro, sin reconocer en el la Imagen divina.
La misericordia divina no consiste solo en la remisión de los pecados, consiste también en que Dios, nuestro Padre, nos devuelve al camino de la Luz y la Verdad par que no nos perdamos. Cuando alguno da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que El ya lo estaba esperando con los brazos abiertos.
Sean Misericordiosos, como el Padre es Misericordioso es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y paz.
En las Obras de Misericordia esta la esencia misma del Evangelio.
Cristo nos llama a imitar su modo mismo de amar y en la medida que los cristianos viven este amor se convierten en discípulos creíbles de Cristo.
Escuchar el clamor de los pobres tiene una importancia imprescindible para la construcción de una sociedad según libertad y la justicia, el amor fraterno, el servio humilde y generoso, la justicia y la misericordia para con el pobre son pilares para la unificación de la humanidad y el desarrollo humano cristianamente entendido.
NUESTRO DIOS ES AMOR, es la caridad misma, y nosotros hemos creido en la caridad que Dios tiene por nosotros. (Jn. 4, 16). Este es el gran misterio del Corazón de Dios, el gran misterio del Cristianismo.
Todo depende de Dios, porque El es la fuente primera y única de todo, incluso en el ámbito de la libertad humana, y al mismo tiempo todo depende de el hombre en cuanto el escoje libremente en que posición ponerse con respecto a la acción de Dios.
No menoscabar en nada la doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas.
Todos seremos transformados, nuestro cuerpo y nuestra carne serán transformados.
Ponernos en condición de ser favorecidos por la obra de Dios en nosotros se llama oración.
Es decir, la oración es parte esencial en la economía de nuestra salvación.
Nosotros debernos ponernos en sintonia (en honda, dirían nuestros jóvenes en México) con la acción divina para hacer posible la intervención divina de la Misericordia.
Enseñen a los esposos el camino necesario de la oración, preparenlos a que acudan con frecuencia y con fe a los sacramentos de la Eucaristía y de la penitencia, pero esto debe ir acompañado siempre de paciencia y de bondad sin dejarse desalentar nunca por su debilidad, como el mismo Señor nos dio ejemplo en su trato con los hombres.
Seria ciertamente un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos, pero proponer a esa conciencia la Verdad Evangélica y la Salvación ofrecida por Jesucristo con plena claridad, lejos de ser un atentado contra la libertad religiosa, es un homenaje a la libertad, a la cual se le ofrece la elección de un camino que incluso los no creyentes juzgan noble y exaltante.
El testimonio de la Cruz revela plenamente al hombre al mismo hombre.
Creer en el Hijo crucificado significa "ver al Padre", significa creer que el Amor esta presente en el mundo y que este amor es mas fuerte que toda clase de mal en que el hombre, la humanidad están metidos.
La caridad con el prójimo en las obras de Misericordia representa el contenido mas inmediato de aquella animación cristiana del orden temporal que constituye el compromiso especifico de los fieles laicos.
Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos constituyen la participación en la Realeza de Cristo, es decir, en el poder del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir.
Y no olvidemos las Obras de Misericordia Espirituales, dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y los difuntos.
Estas son las obras por las que seremos juzgados por el Señor en el ultimo día. (Mt. 25, 31 - 45). Si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero... Porque en cada uno de estos pequeños esta presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo
visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga...
Si amar es hacer el bien al amado, ¿como podre hacerle bien a mi Dios?.
Complaciendome en su infinita grandeza, y amando a los que El ama: a sus pobres, enfermos y encarcelados, que son miembros llagados del cuerpo de su amadisimo Hijo Jesucristo.
Si Dios permite esos males en nuestras vidas es porque , nos ama con predilección y de alguna u otra forma, en esta vida y en la otra El las hara servir para nuestro bien. El poder y la misericordia infinita de Dios se manifiesta cuando extrae el bien de todas las formas de mal que existen en el mundo.
Dame, Señor, enfermedades, cárcel, o la pobreza que Tu quieras con tal que eso sirva para que puedas amarme mas, pero no permitas que esos males me separen de Ti.
A Mi me lo hiciste.
Recordemos las palabras de Nuestro Señor:
Lo que hiciste a uno de estos pequeños a Mi me lo hiciste.
San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
Reconocer a Cristo pobre.
Homilías sobre el evangelio de Mateo, nº 50, 3-4
Aquí el cuerpo de Cristo no necesita vestidos, sino almas puras; allí hay necesidad de mucha solicitud... Dios no tiene necesidad de vasos de oro sino de almas semejantes al oro.
No os digo esto con el fin de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debes pensarse en la caridad para con los pobres... ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo.
Evangelio según San Lucas 10, 16
Cristo esta presente entre nosotros, y en nosotros y no solo en sus pobres y pecadores, sino también en los agentes activos de su Misericordia:
Evangelio según San Mateo 9, 13
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo he venido a llamar a los pecadores, no a los justos ".
Cristo mediante la inescrutable riqueza de los méritos que nos gano al haber conciliado las obligaciones del genero humano con los derechos de Dios, ha sido sin duda el autor de aquella maravillosa reconciliación entre la divina justicia y la divina misericordia.
Con la efusión de su preciosismo sangre pudo restablecer y perfeccionar aquel pacto de amistad entre Dios y los hombres, violado por primera vez en el paraíso terrena y después por las inumerables infidelidades de su Pueblo.
El Dios de la Creación se revela como Dios de la Redención, como el Dios que es fiel a si mismo fiel a su amor al hombre y al mundo, ya revelado el día de la creación. Amor que no retrocede ante nada, siempre dispuesto a aliviar y perdonar.
Jesús de Nazaret, rostro de la Misericordia de Dios, abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre.
Cuando dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús estuvo clavado, se hace presente el Amor Infinito de Dios por cada uno de nosotros, y la raíz de nuestra salvación.
De esa Cruz brota la Misericordia del Padre que abraza al mundo entero.
En la Iglesia se manifiesta la Misericordia mediante las obras de caridad y los sacramentos, especialmente el de la Reconciliación, porque en ella esta presente Jesucristo.
El camino de la Iglesia " Signo e Instrumento de Cristo en el mundo", es siempre el mismo de Cristo Jesús, el de la Misericordia y de la integración. .
Los siete sacramentos, cada uno de ellos de modo peculiar edifican la Iglesia.
El Bautismo es una intervención poderosa de la Misericordia de Dios en nuestra vida que nos asocia al misterio de la Pascua de Cristo, perdona todos los pecados, el pecado Original y todos los pecados personales, asi como la pena debida por ellos.
Aunque esta intervención no quita a la naturaleza humana su debilidad y la responsabilidad de pedir perdón cada vez que erramos.
El Bautismo, la vida nueva recibida en Cristo, solo puede recibirse una vez y es para toda nuestra vida, si la llegamos a perder no podemos recibir de nuevo el Bautismo, pero tenemos la Confesión, las buenas obras, los sacrificios voluntarios, la Comunión de los Santos y las Indulgencias en que nos ayudamos con la Iglesia que nos aplica sus méritos para regresarnos a la plenitud de gracia del Bautismo.
Entre los sacramentos, ciertamente el de la Reconciliación hace presente con especial eficacia el Rostro Misericordioso de Dios.
También en la Eucaristía nos implicamos en la dinámica salvadora de Cristo, hacemos un Cuerpo con el Dios Encarnado que atrae a todos hacia si.
El sacramento del Matrimonio es lo mas bello que Dios a creado. El sacramento del Matrimonio da a los esposos la gracia de amarse como Cristo amo a su Iglesia.
Perfecciona así el amor humano con que los esposos se acercaron a recibir este sacramento.
Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables,son un único mandamiento.
Los grandes santos han adquirido su capacidad de amar al prójimo gracias al encuentro con el Señor en la Eucaristía. Viven del amor que viene de Dios.
En las gracias actuales, si tu dejas que se pierda una, impides que Dios te de la siguiente que con la primera te estaba preparando.
Pero esta gracia que Dios te esta dando en el Matrimonio, tiene una característica importantisima. Es una gracia de estado, Semejante a la que recibe un Sacerdote el dia de su Ordenación, es para toda la vida.
Si tu te as casado y cuidas tu matrimonio porque estas consciente de que el matrimonio es para toda tu vida, eso es ya con mucho una gran gracia, y as dado ya un gran paso en el éxito de tu matrimonio, pero si aun llegas al ideal altísimo de Jesús, sin no amas a tu esposa como Cristo amo a su Iglesia, es decir, dando a pedazos la vida por ella, aun no vives tu matrimonio como Dios lo hizo para ti, como una una vida plena que hace feliz en la tierra y te gana el cielo.
Pero si lo vives solo humanamente, como viven tambien los que no han recibido el sacramento del matrimonio, cuando no lo usas la gracia que as recibido, te acostumbras a vivir como si no la tuvieras. Te sucede lo que al pecador que consciente mil veces en el mismo pecado, ya ni cuenta se da de su estado, y hasta lo defiende como un derecho.
Podemos comparar la gracia del matrimonio con un Auto que compraste. El auto ahí esta, años y años, lo uses o no lo uses. Pero si nunca lo usas, se deteriora solo.
Si la batería se descargo, cárgala de nuevo. Si el carro esta empolvado, lávalo. Si las llantas no tienen aire, llénalas. Si el motor ya se pego por falta de uso, repararlo. si no tiene una gota de gasolina, llena el tanque y después nuca dejes que se vacié por completo. Que nunca le falte el agua, el aceite, y sobretodo el liquido de los frenos.
Así tendrás tu coche por muchos años y podreas ir en el a todas partes.
Hagan lo mismo con su matrimonio para que les dure toda la vida.
Tres palabras nos ayudan a vivir nuestro matrimonio. puedo, gracias, perdóname.
Aun en las cosas mas triviales, ser capaces de ponerse de acuerdo. Agradecer lo que el otro hace por nosotros. Tener la humildad de pedir perdón, no con discurso, quizá baste solo con una caricia.
Y algo muy importante, que no termine el día sin hacer la paz. No sea que la guerra fría del día siguiente nos destroce.
Y en el caso, mas grave, de una tercera persona que se interpone, acudir inmediatamente a la ayuda de Dios, de la Santísima Virgen, de la Iglesia... pero jamas repecharse en otro amor, otra mujer, y en el caso de la mujer otro hombre, porque terminaran destruyendo su amor a su esposa, a sus hijos, a ustedes mismos y desgarraran la Imagen de Dios que El mismo dibujo a imagen suya, cuando hizo de ustedes dos una sola cosa como el Padre y el Hijo son una sola cosa en la divina unidad que del Amor de uno y otro procede.
Ese mismo Espíritu Santo hace la unidad de los esposos estableciendo entre ellos un amor sobrenatural de Caridad que viene de Dios, que es una Imagen creada del Amor Increado y que eleva el amor humano a la esfera de lo divino.
Si destruimos ese amor y nos instalamos permanentemente en el pecado, el amor humano que Dios había elevado haciéndolo participar de su estabilidad, generosidad y firmeza, regresa a su estado natural egoísta, inconstante y precario.
No puedes dejar morir las gracias de tu Bautismo que te hace hijo de Dios, de tu profesión religiosa que te hace vividlo mas intensamente, de tu matrimonio que hace de la unión de ustedes dos una imagen de la Santisma Trinidad, o de tu sacerdocio que te hace otro Jesús cabeza de la Iglesia, que es signo e instrumento de Cristo en el mundo.
Cuídalos, sigue a Jesús, sigue su Evangelio primero internamente dominado tu cuerpo, después externamente practicando las Obras de Misericordia y con la poderosa ayuda de la Eucaristía, de la confesión frecuente, de la oración y del recurso a Jesús, a María y la divina Misericordia del Padre y al Espíritu Santo.
Evangelio según San Lucas 11,5-13.
Jesús dijo a sus discípulos:
"Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes,
porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle',
y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?
¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!".
San Macario de Egipto (¿-390), monje
Homilía nº 16, 3ª colección
“¡Cuánto más vuestro Padre celestial os dará el Espíritu Santo!”
Para obtener el pan para el cuerpo, el mendigo no experimenta ninguna dificultad para llamar a puerta y pedir; si no lo recibe, entra más adentro y sin enfado por el pan, pide vestidos o sandalias para aliviar su cuerpo. Mientras no recibe algo, no se va, aunque se le eche.
Nosotros, que buscamos el pan celeste y verdadero para fortalecer nuestra alma, que deseamos revestir los hábitos celestiales de luz y aspiramos a calzar las sandalias inmateriales del Espíritu para consuelo del alma inmortal, cuánto más debemos, incansable y resolutamente, con fe y amor, siempre pacientes, llamar a la puerta espiritual de Dios y pedir, con una constancia perfecta, ser dignos de la vida eterna.
Es así que el Señor “propuso una parábola para explicar cómo tenían que orar siempre sin desanimarse” (Lc 18,1) y después añadió estas palabras: “Cuanto más vuestro Padre celestial hará justicia a los que le piden día y noche” (v. 6). Y además, refiriéndose al amigo: “Si no es por ser amigo que se lo da, se levantará a causa de su insistencia y le dará todo lo que tenga necesidad”. Y añade entonces: “Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abre”. Y prosigue: “Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial os dará el Espíritu Santo a los que se lo piden!” Es por esto que el Señor nos exhorta a pedir siempre, incansablemente y con tenacidad, a buscar y llamar continuamente: porque él ha prometido dar a los que piden, buscan y llaman, no a los que no piden nunca. Él quiere darnos la vida eterna siendo orado, suplicado, amado.
Es así que el Señor “propuso una parábola para explicar cómo tenían que orar siempre sin desanimarse” (Lc 18,1) y después añadió estas palabras: “Cuanto más vuestro Padre celestial hará justicia a los que le piden día y noche” (v. 6). Y además, refiriéndose al amigo: “Si no es por ser amigo que se lo da, se levantará a causa de su insistencia y le dará todo lo que tenga necesidad”. Y añade entonces: “Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abre”. Y prosigue: “Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial os dará el Espíritu Santo a los que se lo piden!” Es por esto que el Señor nos exhorta a pedir siempre, incansablemente y con tenacidad, a buscar y llamar continuamente: porque él ha prometido dar a los que piden, buscan y llaman, no a los que no piden nunca. Él quiere darnos la vida eterna siendo orado, suplicado, amado.
Pero también nos dice que pedir: al Espíritu Santo para que active nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor..
Transformarse en Jesús es vivir SU vida.
Solo pasando del amor natural al Amor sobrenatural que viene de Dios podemos cumplir los poquísimos (creo que se reducen a 3) pero inmensos mandatos de Cristo,
porque entonces es Cristo el que vive y obra en ti por su Santo Espíritu.
1. - "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado":
"No resistáis al mal". Vendedlo con el bien.
"Amad a vuestros enemigos".
"Haced el bien a los que os aborrecen".
"Rogad por los que os persiguen y calumnian."
2.- "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto y hace salir su sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos".
3.- "Sed Misericordiosos como vuestro Padre Celestial es Misericordioso".
"No jusqueis y no seréis juzgados"
"No condenéis y no seréis condenados"
"Perdonad y seréis perdonados".
Si las grandes culpas de los hombres pesan sobre la balanza de la Justicia de Dios, tenemos, junto a Cristo Jesús, a su Madre Santisma dispensadora Universal de los tesoros de su Misericordia.
Nadie como María ha experimentado el misterio de la Cruz con el sacrificio de su Corazón, ofrecido junto el de Jesús por nuestra salvación.
Mediante Jesús y con la amorosa ayuda de su Santisma Madre muchos otros hombres escogidos y enviados por Dios, serán instrumento de salvación para la humanidad culpable: San Juan Bosco, Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Benedicto XVI, y miles mas, son frutos preciosos que unidos a los méritos infinitos de Cristo justifican la Historia. Son razón suficiente para salvar al mundo y a la humanidad entera.
Escuchemos las palabras de San Pablo :
“La prueba que Dios nos ama es que Cristo, cuando aún éramos pecadores, murió por nosotros.” (Rm 5,8)
Escuchemos a Juan Pablo II, ahora santo:
El homre no puede vivir sin amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio su vida no tiene sentido.
Por esto precisamente Cristo Redentor revela plenamente al hombre, al mismo hombre.
Amar no es "sentir", sino hacer el bien al amado.
Por su causa hay tres formas de amor:
Uno de Concupiscencia, tan propio de nosotros, que consiste en "buscar" en otro lo que no tenemos. Por eso es limitado e inconstante, porque es interesado.
El segundo de Complacencia, que es gozarse en la perfección del amado.
El tercero de Benevolencia, que es compadecerse de la miseria del otro.
Estos dos últimos son propios de la perfección infinita de Dios, y muy limitados en nosotros por nuestro egoísmo, pero el Evangelio nos va asimilando poco a poco a uno y al otro: Nuestro amor va pasando de humano a divino, a un amor sobrenatural que viene de Dios mismo. Amamos a Dios solo por ser quien es, por su infinita perfección y no por nuestro propio interés y vamos haciéndonos compasivos con nuestros hermanos con un amor desinteresado, generoso y activo, como lo vemos claramente en los santos.
El amor es reciproco, no esta completo si le falta una respuesta, esto vio San Francisco de Asís y amo con todas sus fuerzas a Dios en su infinita grandeza y en sus criaturas y muy especialmente en los pobres sus hermanos.
Tambien tu puedes, complacerte en su infinita belleza y en las obras de sus manos y, a lo pobre, hacer el bien a los que mas lo necesitan, sea física o espiritualmente.
La misericordia en si misma, en cuanto perfección de Dios infinito, es también infinita. Infinita, pues, e inagotable en la prontitud del Padre en acoger a los hijos Prodigos que vuelven a casa.
Por parte del hombre puede limitarla únicamente la falta de Buena Voluntad y la obstinación en oponerse a la Gracia y a la verdad especialmente frente al testimonio de la cruz y la resurrección de Cristo.
La misericordia se manifiesta cuando extrae el bien de todas las formas de mal que existen en el mundo. Así entendida constituye el contenido fundamental del mensaje Mesiánico de Cristo.
La Misericordia divina no consiste solo en la Remisión de nuestros pecados, consiste también en que Dios nuestro Padre (a veces con miedo, tristeza o dolor por nuestra parte), nos devuelve al camino de la Verdad y de la Luz porque no quiere que nos perdamos. (Mt. 18,14 - Jn. 3, 16).
De manera que no hay que desesperar de la salvación de nadie en esta vida, considerada la omnipotencia y la Misericordia de Dios".
Escuchemos después a Benedicto XVI:
La ilimitada fuerza del amor divino, amor que devuelve la vida, en la confesión se convierte en un renacimiento espiritual que transforma al penitente en una nueva criatura. Solo Dios puede realizar este milagro de la gracia, y lo hace mediante la palabras y los gestos del sacerdote instrumento activo de la Misericordia Divina.
Bendito sea Israel, con todas sus inumerables fallas, porque nos dio a Jesús.
Bendita sea Polonia porque nos dio a Juan Pablo II.
Bendita sea Alemania por habernos dado a Benedicto XVI.
Y asi en los subsiguientes: Bendita Francia que nos dio a Juana de Arco, benditos México, Hungría y Roma que en su época llenaron el mundo de mártires y santos.
Benditas las familias insignificantes y los pueblos perseguidos, que unidos a Cristo, glorifican a Dios, producen frutos de vida eterna y llena el cielo con los nuevos hijos de Dios.
“El Evangelio "la buena nueva" no consiste en pregonar que los pecadores deban hacerse buenos, sino que Dios es bueno para con los pecadores”.
PRACTICA DE LA MISERICORDIA
Seguir el Evangelio interiormente significa no dejarse llevar por los malos deseos. Seguir el Evangelio exteriormente significa hacer obras buenas.
Si el seguimiento de Cristo tiene como inicio "el dominio de nuestro cuerpo", como termino tiene "la buenas obras" en favor de nuestros hermanos.
! Que programa de vida mas sencillo !
¿No podríamos reducir este camino de salvación a "negarse a si mismo" y practicar las Bienaventuranzas.?
Y el camino de la perdición es exactamente lo contrario:
Darle rienda suelta a todas las malas inclinaciones y sus obras.
Codicia de riquezas, crecida soberbia y de ahí a todos los vicios.
(búsqueda desordenada del poder, honores o placeres).
Se trata de un cambio de actitud.
Pasar de ser como un azadón que recoge, a ser como una pala que reparte, pasar de buscador a donador.
Entender la vida como un don, para después movernos a entregarla.
Recibirla con alegría y devolverla ofreciendola como un don de gratitud al Padre y en bien de nuestros hermanos, como lo hizo Cristo.
Amar a Cristo es amar a los que El ama.
Dios envió a su Hijo, Dios se hizo hombre para salvarnos, es decir para darnos su misericordia.
Renovado por la Misericordia divina, identificado en Cristo por el Espiritu Santo, el cristiano esta llamado a vivir a la altura del don recibido, sirviendo a los hermanos principalmente atravez de las Obras de Misericordia.
Entregar la vida como un don al Padre y a los hermanos. Saber percibir lo bueno que hay en cada persona, perdonar y dar, porque nosotros somos los primeros que hemos recibido.Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podre ver en el projimo al otro, sin reconocer en el la Imagen divina.
La misericordia divina no consiste solo en la remisión de los pecados, consiste también en que Dios, nuestro Padre, nos devuelve al camino de la Luz y la Verdad par que no nos perdamos. Cuando alguno da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que El ya lo estaba esperando con los brazos abiertos.
Sean Misericordiosos, como el Padre es Misericordioso es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y paz.
En las Obras de Misericordia esta la esencia misma del Evangelio.
Cristo nos llama a imitar su modo mismo de amar y en la medida que los cristianos viven este amor se convierten en discípulos creíbles de Cristo.
Escuchar el clamor de los pobres tiene una importancia imprescindible para la construcción de una sociedad según libertad y la justicia, el amor fraterno, el servio humilde y generoso, la justicia y la misericordia para con el pobre son pilares para la unificación de la humanidad y el desarrollo humano cristianamente entendido.
NUESTRO DIOS ES AMOR, es la caridad misma, y nosotros hemos creido en la caridad que Dios tiene por nosotros. (Jn. 4, 16). Este es el gran misterio del Corazón de Dios, el gran misterio del Cristianismo.
Todo depende de Dios, porque El es la fuente primera y única de todo, incluso en el ámbito de la libertad humana, y al mismo tiempo todo depende de el hombre en cuanto el escoje libremente en que posición ponerse con respecto a la acción de Dios.
No menoscabar en nada la doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas.
Todos seremos transformados, nuestro cuerpo y nuestra carne serán transformados.
Ponernos en condición de ser favorecidos por la obra de Dios en nosotros se llama oración.
Es decir, la oración es parte esencial en la economía de nuestra salvación.
Nosotros debernos ponernos en sintonia (en honda, dirían nuestros jóvenes en México) con la acción divina para hacer posible la intervención divina de la Misericordia.
Enseñen a los esposos el camino necesario de la oración, preparenlos a que acudan con frecuencia y con fe a los sacramentos de la Eucaristía y de la penitencia, pero esto debe ir acompañado siempre de paciencia y de bondad sin dejarse desalentar nunca por su debilidad, como el mismo Señor nos dio ejemplo en su trato con los hombres.
Seria ciertamente un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos, pero proponer a esa conciencia la Verdad Evangélica y la Salvación ofrecida por Jesucristo con plena claridad, lejos de ser un atentado contra la libertad religiosa, es un homenaje a la libertad, a la cual se le ofrece la elección de un camino que incluso los no creyentes juzgan noble y exaltante.
El testimonio de la Cruz revela plenamente al hombre al mismo hombre.
Creer en el Hijo crucificado significa "ver al Padre", significa creer que el Amor esta presente en el mundo y que este amor es mas fuerte que toda clase de mal en que el hombre, la humanidad están metidos.
Dios envió a su Hijo, Dios se hizo hombre para salvarnos, es decir para darnos su misericordia.
La caridad con el prójimo en las obras de Misericordia representa el contenido mas inmediato de aquella animación cristiana del orden temporal que constituye el compromiso especifico de los fieles laicos.
Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos constituyen la participación en la Realeza de Cristo, es decir, en el poder del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir.
Y no olvidemos las Obras de Misericordia Espirituales, dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y los difuntos.
Estas son las obras por las que seremos juzgados por el Señor en el ultimo día. (Mt. 25, 31 - 45). Si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero... Porque en cada uno de estos pequeños esta presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo
visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga...
Si amar es hacer el bien al amado, ¿como podre hacerle bien a mi Dios?.
Complaciendome en su infinita grandeza, y amando a los que El ama: a sus pobres, enfermos y encarcelados, que son miembros llagados del cuerpo de su amadisimo Hijo Jesucristo.
Si Dios permite esos males en nuestras vidas es porque , nos ama con predilección y de alguna u otra forma, en esta vida y en la otra El las hara servir para nuestro bien. El poder y la misericordia infinita de Dios se manifiesta cuando extrae el bien de todas las formas de mal que existen en el mundo.
Dame, Señor, enfermedades, cárcel, o la pobreza que Tu quieras con tal que eso sirva para que puedas amarme mas, pero no permitas que esos males me separen de Ti.
A Mi me lo hiciste.
Recordemos las palabras de Nuestro Señor:
Lo que hiciste a uno de estos pequeños a Mi me lo hiciste.
San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
Reconocer a Cristo pobre.
Homilías sobre el evangelio de Mateo, nº 50, 3-4
¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemplas desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que ha dicho: «Esto es mi cuerpo» (Mt 26,26), y con su palabra llevó a que fuera real lo que decía, afirmó también: "Tuve hambre y me disteis de comer" y también «Tuve hambre y no me disteis de comer» «Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mi en persona lo dejasteis de hacer» (Mt 25, 42.45).
¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? (Mt 10,42)... Piensa, pues, que esto es lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas errante, peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas del templo; con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que te digo no pretendo impedirte hacer tales generosidades, sino que te exhorto a acompañar o mejor preceder esos actos por actos a favor de tu hermano... Por tanto, al adornar el templo, procura no despreciar al hermano necesitado, porque este templo es mucho más precioso que aquel otro.
¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? (Mt 10,42)... Piensa, pues, que esto es lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas errante, peregrino y sin techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas del templo; con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que te digo no pretendo impedirte hacer tales generosidades, sino que te exhorto a acompañar o mejor preceder esos actos por actos a favor de tu hermano... Por tanto, al adornar el templo, procura no despreciar al hermano necesitado, porque este templo es mucho más precioso que aquel otro.
No os digo esto con el fin de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debes pensarse en la caridad para con los pobres... ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo.
Evangelio según San Lucas 10, 16
Cristo esta presente entre nosotros, y en nosotros y no solo en sus pobres y pecadores, sino también en los agentes activos de su Misericordia:
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".
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Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo he venido a llamar a los pecadores, no a los justos ".
Papa Francisco
AUDIENCIA GENERAL: sobre la Misericordia.
El Señor se presenta en las Sagradas Escrituras como "Dios misericordioso." Y este es su nombre, a través del cual Él nos revela, por decirlo así, su rostro y su corazón. Él mismo, como se narra en el libro del Éxodo, en el que se revela a Moisés mismo se describe así: "El Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor y fidelidad" (34: 6). Nos encontramos con esta fórmula también en otros textos, con algunas variaciones, pero siempre el acento está puesto en la misericordia y en el amor de Dios, que no se cansa de perdonar (cf. Jonás 4: 2; Joel 2:13; Salmo 86:15; 103: 8; Nehemías 9:17). Veamos juntos, uno por uno, en estas palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan de Dios.
El Señor es "misericordioso": esta palabra evoca una actitud de sensibilidad como el de una madre en el tratamiento de su hijo. De hecho, el término hebreo utilizado por la Biblia hace pensar en el interior o incluso el vientre materno. Por lo tanto, la imagen que sugiere que la de un Dios que se mueve y hace más sensible para nosotros como una madre cuando lleva a su hijo en los brazos, deseosa solamente de amar, proteger y ayudar, dispuesto a dar todo, incluso a sí misma. Esta es la imagen que sugiere este término. Un amor, por lo tanto, que se puede describir como "visceral" en el buen sentido.
„Lasst euch mit Gott versöhnen!“
Pater
Raniero Cantalamessa
“DEJAOS RECONCILIAR CON DIOS”Predicación del Viernes Santo 2016 en la basílica de San Pedro„Aber das alles kommt (Pero todo esto viene) von Gott (“de Dios), der uns durch Christus mit sich versöhnt (nos ha por Cristo consigo reconciliado) und uns den Dienst der Versöhnung aufgetragen hat (y el ministerio de la reconciliación nos ha confiado)[…]. Wir bitten an Christi statt (os rogamos Por Cristo): Lasst euch (Déjense) mit Gott versöhnen! (con Dios Reconciliar) Er hat den, der keine Sünde kannte (A quien no conoció el pecado), für uns zur Sünde gemacht (por nosotros pecado le hizo), damit wir in ihm Gerechtigkeit Gottes würden (para que en Él fuéramos justicia de Dios). Als Mitarbeiter Gottes (como emleados de Dios) ermahnen wir euch (exhortamos os), dass ihr seine Gnade nicht vergebens empfangt (a que no recibáis en vano la gracia de Dios). Denn es heißt (porque dice): Zur Zeit der Gnade (En el momento de la gracia) erhöre ich dich (te escuché), am Tag der Rettung helfe ich dir (y en el día del rescate te ayudé). Jetzt ist sie da, die Zeit der Gnade; jetzt ist er da, der Tag der Rettung“ (¡Este es el tiempo propicio, este el día de la salud!) (2 Kor 5,18-6,2).“Dios nos ha reconciliado consigo por Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación […].Por Cristo os rogamos: Reconciliaos con Dios. A quien no conoció el pecado, le hizo pecado por nosotros para que en Él fuéramos justicia de Dios. Cooperando, pues, con Él, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios, porque dice: ‘En el tiempo propicio te escuché y en el día de la salud te ayudé’. ¡Este es el tiempo propicio, este el día de la salud!” (2 Cor 5, 18-6,2).Diese Worte verwendet Paulus im Zweiten Brief an die Korinther (Son palabras de San Pablo en su Segunda Carta a los Corintios). Der Aufruf des Apostels, uns mit Gott versöhnen zu lassen (El llamamiento del Apóstol a reconciliarse con Dios), bezieht sich nicht auf die geschichtliche Versöhnung zwischen Gott und der Menschheit (no se refiere a la reconciliación histórica entre Dios y la humanidad ) (diese hat, wie er ja gerade erst erklärt hat, bereits durch den Kreuzestod Christi stattgefunden) (esta, acaba de decir, ya ha tenido lugar a través de Cristo en la cruz)); er bezieht sich auch nicht auf die sakramentale Versöhnung (ni siquiera se refiere a la reconciliación sacramental), die in der Taufe oder im Beichtsakrament stattfindet (que en el bautismo y en el sacramento de la reconciliación se lleva a cabo). Vielmehr bezieht er sich auf eine existenzielle Versöhnung des Einzelnen (se refiere a una reconciliación existencial y personal), die in der Gegenwart stattzufinden hat (que se tiene que actuar en el presente).Son palabras de San Pablo en su Segunda Carta a los Corintios. El llamamiento del Apóstol a reconciliarse con Dios no se refiere a la reconciliación histórica entre Dios y la humanidad (esta, acaba de decir, ya ha tenido lugar a través de Cristo en la cruz); ni siquiera se refiere a la reconciliación sacramental que tiene lugar en el bautismo y en el sacramento de la reconciliación; se refiere a una reconciliación existencial y personal que se tiene que actuar en el presente.Tatsächlich richtet sich sein Aufruf an die Christen der Stadt Korinth (El llamamiento se dirige a los cristianos de Corinto), die schon lange getauft sind (que están bautizados ) und im Einklang mit der Kirche leben (y viven desde hace tiempo en la Iglesia). Wir dürfen also mit gutem Recht annehmen (Por lo tanto, podemos suponer con razón), dass er auch (que también) für uns gilt (se aplica a nosotros), die wir heute hier sind (que estamos hoy aquí). „Die Zeit der Gnade, der Tag der Rettung“ (“El momento justo, el día de salvación”) ist für uns (es, para nosotros) das Jahr der Barmherzigkeit, das wir gerade erleben (el año de la misericordia que estamos viviendo).El llamamiento se dirige a los cristianos de Corinto que están bautizados y viven desde hace tiempo en la Iglesia; está dirigido, por lo tanto, también a nosotros, ahora y aquí. “El momento justo, el día de salvación” es, para nosotros, el año de la misericordia que estamos viviendo”.Aber was bedeutet es (Pero ¿qué significa), in einem existenziellen und psychologischen Sinn, sich mit Gott versöhnen zu lassen? (en el sentido existencial y psicológico, reconciliarse con Dios?) Eine der Ursachen, vielleicht die Hauptursache (Una de las razones, quizá la principal ) für die Ferne des modernen Menschen zur Religion und zum Glauben (de la alienación del hombre moderno de la religión y la fe), liegt im verzerrten Gottesbild (radica en la imagen distorsionada de Dios), das in unserem Herz vorherrscht (que prevalece en nuestro corazón). Denn wie schaut (Porqu como se ve) das Bild aus (la imagen de), das sich das kollektive menschliche (en el colectivo humano) Unterbewusstsein (Subconsciente) von Gott macht (de Dios hace?)? Um das zu entdecken (Para descubrirla) genügt es, sich eine Frage zu stellen (basta hacerse esta pregunta): Welche Ideenassoziation (¿Qué asociación de ideas), welche Gefühle und welche Reaktionen kommen in mir auf (qué sentimientos y qué reacciones surgen en ti) – ich meine spontan (Me refiero de manera espontánea) und vor jeder bewussten Überlegung (y antes de cualquier consideración consciente )– wenn ich beim Gebet des Vaterunser (cuando, en el Padre Nuestro ) zu der Stelle komme, die sagt (llegado a tal punto que dice): „Dein Wille geschehe“ (‘Hágase tu voluntad’)?¿Pero qué significa, en el sentido existencial y psicológico, reconciliarse con Dios? Una de las razones, quizá la principal, de la alienación del hombre moderno de la religión y la fe es la imagen distorsionada que este tiene de Dios. ¿Cuál es, de hecho, la imagen “predefinida” de Dios en el inconsciente humano colectivo? Para descubrirla, basta hacerse esta pregunta: “¿Qué asociación de ideas, qué sentimientos y qué reacciones surgen en ti, antes de toda reflexión, cuando, en el Padre Nuestro, llegas a decir: ‘Hágase tu voluntad’?”Wer (Quien ) diesen Satz (esta frase ) spricht (dice), beugt innerlich (es como si inclinase) gewissermaßen (por decirlo así) sein Haupt (su cabeza) und macht sich mit Resignation (hacia el interior resignadamente ) auf das Schlimmste gefasst (preparándose para lo peor). Unbewusst bringen wir den Willen Gottes (Inconscientemente, se conecta la voluntad de Dios) mit allem in Verbindung (con todo lo que es desagradable), was lästig und schmerzhaft ist und auf irgendeine Art (que es problemático y doloroso y de alguna manera ) und Weise unsere Freiheit oder unsere persönliche Entwicklung einschränkt (y toma como la libertad y el desarrollo individuales limitante). Als ob Gott der Feind aller Feste, Freuden und schönen Dinge ware (Es un poco como si Dios fuera el enemigo de toda fiesta, alegría y placer). Ein griesgrämiger und inquisitorischer Gott (Un Dios adusto e inquisidor).Quien lo dice, es como si inclinase su cabeza hacia el interior resignadamente, preparándose para lo peor. Inconscientemente, se conecta la voluntad de Dios con todo lo que es desagradable, doloroso, lo que, de una manera u otra, puede ser visto como limitante la libertad y el desarrollo individuales. Es un poco como si Dios fuera el enemigo de toda fiesta, alegría y placer. Un Dios adusto e inquisidor.Wir sehen Gott als den Allerhöchsten (Dios es visto como el Ser Supremo), den Allmächtigen (el Todopoderoso), den Herrn der Zeit und der Geschichte (el Señor del tiempo y de la historia); d.h.( es decir) als ein Wesen (como una entidad), das sich dem Menschen von außen aufdrängt (que al individuo desde el exterior se impone); nicht die geringste Einzelheit unseres Lebens entgeht ihm (ningún detalle de la vida humana se le escapa).Dios es visto como el Ser Supremo, el Todopoderoso, el Señor del tiempo y de la historia, es decir, como una entidad que se impone al individuo desde el exterior; ningún detalle de la vida humana se le escapa.Die Überschreitung seines Gesetzes zieht unweigerlich eine Störung der Weltordnung nach sich, die nach einer angemessenen Wiedergutmachung verlangt, von der der Mensch jedoch weiß, dass er sie nicht erbringen kann. Das alles führt zu Angstgefühlen und manchmal zu einem dumpfen Ressentiment gegen Gott.La transgresión de su Ley introduce inexorablemente un desorden que requiere una reparación adecuada que el hombre sabe que no es capaz de darle. De ahí el temor y, a veces, un sordo resentimiento contra Dios.Es ist ein Überbleibsel des heidnischen Gottesbildes (Es un remanente de la idea pagana de Dios), das nie ganz aus den Herzen der Menschen getilgt wurde (nunca del corazón humano del todo erradicada) und sich vielleicht auch nicht tilgen lässt (y quizás imposible de erradicar,). Auf dieser Anschauung basiert die griechische Tragödie (En esta visión se basa la tragedia griega); Gott ist derjenige, der strafend eingreift (Dios es el que interviene, a través del castigo divino), um die kosmische Ordnung wiederherzustellen (para al orden cósmico restablecer), die durch die Übertretung des Menschen gestört wurde (que fue perturbado por la transgresión de las personas). Alles das kommt von der Idee (A la origen de todo hay la idea), die der Schlange am Anfang in Adam und Eva eingeflößt hat (que la serpiente en Adam y Eva ha inculcado), von einem Gott (de un Dios), der eifersüchtig ist von der Freiheit der Menschen (celoso de la libertad de las personas).Es un remanente de la idea pagana de Dios, nunca del todo erradicada, y quizás imposible de erradicar, del corazón humano. En esta se basa la tragedia griega; Dios es el que interviene, a través del castigo divino, para restablecer el orden moral perturbado por el mal. A la origen de todo hay la imagen de Dios “envidioso” del hombre que la serpiente instiló en Adam y Eva.Sicher, das Christentum hat immer auch um die Barmherzigkeit Gottes gewusst (Por supuesto, ¡nunca se ha ignorado, en el cristianismo, la misericordia de Dios!); aber oft hat man ihr nur die Aufgabe zugeteilt, die unverzichtbaren Härten seiner Gerechtigkeit zu mildern. (Pero a esta solo se le ha encomendado la tarea de moderar los rigores irrenunciables de la justicia.) Die Barmherzigkeit war wie eine Fußnote (La misericordia eracomo una nota al pie); war die Ausnahme nicht die Regel (fue la excepción, no la regla). Das Jahr der Barmherzigkeit (El año de la misericordia) ist eine einzigartige Gelegenheit (Es una oportunidad única), um das wahre Bild des biblischen Gottes wiederzuentdecken (para redescubrir la verdadera imagen del Dios bíblico), der nicht nur Barmherzigkeit gewährt (que no solo tiene misericordia), sondern die Barmherzigkeit selbst ist (sino que es misericordia).Por supuesto, ¡nunca se ha ignorado, en el cristianismo, la misericordia de Dios! Pero a esta solo se le ha encomendado la tarea de moderar los rigores irrenunciables de la justicia. La misericordia era la excepción, no la regla. El año de la misericordia es la oportunidad de oro para sacar a la luz la verdadera imagen del Dios bíblico, que no solo tiene misericordia, sino que es misericordia.Diese kühne Behauptung gründet (Esta audaz afirmación se basa ) auf der Aussage, dass „Gott die Liebe ist“ (en el hecho de que “Dios es amor”) (vgl. 1 Joh 4,8.16). Nur innerhalb der Dreifaltigkeit kann Gott Liebe sein, ohne Barmherzigkeit zu sein (Solo en la Trinidad, Dios es amor, sin ser misericordia.). Dass der Vater den Sohn liebt ist keine Gnade und kein Zugeständnis (Que el Padre ame al Hijo, no es gracia o concesión), es ist eine Notwendigkeit (hay una necesidad), wenn auch eine freie (aunque perfectamente libre): Er muss lieben und geliebt werden, um Sohn zu sein (Él tiene que amar y ser amado por su hijo). Dasselbe kann man über den Heiligen Geist sagen, der die personifizierte Liebe ist (Lo mismo se puede decir del Espíritu Santo, que es el amor personificado).Esta audaz afirmación se basa en el hecho de que “Dios es amor” (1 Jn 4, 08.16). Solo en la Trinidad, Dios es amor, sin ser misericordia. Que el Padre ame al Hijo, no es gracia o concesión; es necesidad, aunque perfectamente libre; que el Hijo ame al Padre no es gracia o favor, él necesita ser amado y amar para ser Hijo. Lo mismo debe decirse del Espíritu Santo, que es el amor personificado.Erst mit der Erschaffung der Welt und der mit freiem Willen ausgestatteten Geschöpfe hört Gottes Liebe auf Notwendigkeit zu sein und wird zur Gnade. Diese Liebe ist ein freies Geschenk; es könnte sie auch nicht geben. Sie ist Gnade und Barmherzigkeit.Es cuando crea el mundo, y en este las criaturas libres, cuando el amor de Dios deja de ser naturaleza y se convierte en gracia. Este amor es una concesión libre, podría no existir; es hesed, gracia y misericordia.Die Sünde des Menschen verändert nicht das Wesen dieser Liebe (El pecado del hombre no cambia la naturaleza de este amor), aber sie verursacht einen Qualitätssprung (pero causa en este un salto cualitativo): Die geschenkte Barmherzigkeit wird jetzt zur Vergebung (de la misericordia como don se pasa a la misericordia como perdón). Die reine geschenkte Liebe wird zu einer leidenden Liebe, denn Gott leidet angesichts der Ablehnung (Desde el amor de simple donación, se pasa a un amor de sufrimiento,), die seine Liebe erfährt (experimentado su amor). „Ich habe Söhne großgezogen und emporgebracht (“He criado hijos, los he visto crecer), doch sie sind von mir abgefallen“ (pero ellos me han rechazado”) (Jes 1,2). Fragen wir die vielen Väter und Mütter, die eine solche Erfahrung gemacht haben (Preguntemos a muchos padres y muchas madres que han tenido la experiencia), ob das nicht schmerzvoll ist (si este no es un sufrimiento); eine der schmerzvollsten Erfahrungen (una de las experiencias más dolorosas), die man im Leben machen kann (que usted puede tener en la vida).El pecado del hombre no cambia la naturaleza de este amor, pero causa en este un salto cualitativo: de la misericordia como don se pasa a la misericordia como perdón. Desde el amor de simple donación, se pasa a un amor de sufrimiento, porque Dios sufre frente
al rechazo de su amor. “He criado hijos, los he visto crecer, pero ellos me han rechazado” (cf. Is 1, 2). Preguntemos a muchos padres y muchas madres que han tenido la experiencia, si este no es un sufrimiento, y entre los más amargos de la vida.
Pero no se entiende nada de esto, si no se comprende lo que significa, exactamente, la expresión “justicia de Dios”.
“La ‘justicia de Dios’, es aquella por la cual él nos hace justos mediante su gracia (la justicia de Dios es el acto por el cual Dios hace justos, agradables a él, a los que creen en su Hijo),. Es geht also nicht darum (Así que no se trata de), „sich Gerechtigkeit zu verschaffen“ (No s un hacerse justicia), sondern „Gerechte zu schaffen“ (sino un hacer justos).
.
Lutero tuvo
el mérito de traer a la luz esta verdad, después que durante siglos, al menos
en la predicación cristiana, se había perdido el sentido y es esto
sobre todo lo que la cristiandad le debe
a la Reforma, la cual el
próximo año cumple el quinto centenario. “Cuando
descubrí esto, escribió más tarde el reformador, sentí que renacía y me parecía
que se me abrieran de par en par las puertas del paraíso”3.
Doch
haben weder Augustinus noch Luther den Begriff „Gerechtigkeit Gottes“ (el concepto de “justicia de
Dios”) zum
ersten Mal so ausgelegt; die Heilige Schrift selbst ist ihnen zuvorgekommen:
Pero no fueron ni Agustín ni Lutero quienes
por primeros explicaron así el concepto de “justicia de Dios”;
la Escritura lo había hecho antes de ellos.
Benedicto XVI
Benedicto XVI
“En mi opinión, bajo la capa de la seguridad de sí y de la propia justicia, el hombre de hoy esconde un profundo conocimiento de sus heridas y de su integridad ante Dios. Él está esperando la misericordia. No es casual que la parábola del Buen samaritano sea tan atractiva para los contemporáneos”.
“Y no solo porque en ella se subraye fuertemente el elemento social de la existencia cristiana, ni solo porque en ella el samaritano, el hombre no religioso, frente a los representantes de la religión, se muestra, por decirlo así, como aquel que actúa de manera verdaderamente conforme a Dios, mientras que los representantes oficiales de la religión se rindieron, por decirlo así, inmunes en relación con Dios”.
“Está claro que esto le gusta al hombre moderno –observó Benedicto XVI. Sin embargo, me parece también importante que los hombres en su intimidad esperen que el samaritano acuda para ayudarlos, que él se incline sobre ellos, derrame aceite sobre sus heridas, los cuide y los ponga al reparo”.
“Ellos saben que necesitan la misericordia de Dios y su delicadeza. En la dureza del mundo de la técnica, en el que los sentimientos ya no cuentan nada, aumenta la esperanza de un amor salvífico que sea dado gratuitamente”.
“Me parece que en el tema de la misericordia divina se expresa de manera nueva lo que significa la justificación de la fe. A partir de la misericordia de Dios, que todos buscan, es posible, incluso en el presente, interpretar desde el principio el núcleo fundamental de la doctrina de la justificación, y mostrarlo en toda su relevancia”.
La “ justicia de Dios”
El año de la misericordia es la oportunidad
de oro para sacar a la luz la verdadera imagen del Dios bíblico, que
no solo tiene misericordia, sino que es misericordia.
Esta audaz afirmación se basa en el hecho
de que “Dios es amor” (1 Jn 4, 08.16). Solo en la Trinidad, Dios es amor, sin ser misericordia.
Es cuando crea el mundo, y en este
las criaturas libres, cuando el amor de Dios deja de ser
naturaleza y se convierte en gracia. Este
amor es una concesión libre, podría no existir; es hesed,
gracia y misericordia.
Dios se ama a si mismo y para amarnos a nosotros, pone algo de si mismo en nosotros, porque Dios no ama ni puede amar nada fuera de si mismo y para amar necesita divinizar. Darnos su Gracia es mirarnos con Misericordia.
La gracia del Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y comunicarnos “la justicia de Dios por la fe en Jesucristo” (Rm 3, 22) y por el Bautismo (cf Rm 6, 3-4):
La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla.
La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. y por tanto nos hace muy gratos a Dios.
El pecado del hombre no cambia la naturaleza de este amor, pero causa en este un salto cualitativo: de la misericordia COMO DON se pasa a la misericordia como perdón que devuelva la gracia perdida. Desde el amor de simple donación, se pasa a un amor de sufrimiento, porque Dios sufre frente al rechazo de su amor. “He criado hijos, los he visto crecer, pero ellos me han rechazado” (cf. Is 1, 2).
¿Y qué pasa con la justicia de Dios? ¿Es, esta, olvidada o
infravalorada? A esta pregunta ha
respondido una vez por todas San Pablo. Él comienza su exposición, en la Carta
a los Romanos, con una noticia: “Ahora, se ha manifestado la justicia de Dios”
(Rm 3, 21).
Habrá, por supuesto, un momento en que también se manifestará esta justicia de Dios que consiste en dar a cada uno según sus méritos.
Pero no es esta la justicia
de la que habla el Apóstol cuando escribe: “Ahora, se ha manifestado la justicia de
Dios”.
“Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús. Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre Y lo ha redimido por los méritos de su Hijo en la cruz. para mostrar su justicia en el tiempo presente, siendo justo y justificador a los que creen en Jesús” (Rm 3, 23-26).
“Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús. Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre Y lo ha redimido por los méritos de su Hijo en la cruz. para mostrar su justicia en el tiempo presente, siendo justo y justificador a los que creen en Jesús” (Rm 3, 23-26).
¡Dios hace justicia, siendo misericordioso! Esta es la gran
revelación. El Apóstol dice que Dios es “justo y el que justifica”, es
decir, que es justo consigo mismo
cuando justifica al hombre; él, de hecho, es amor y misericordia;
por eso hace justicia consigo mismo
– es decir, se demuestra realmente lo
que es – cuando es misericordioso.
Lo contrario de la Misericordia no es la justicia, sino la venganza.
Lo contrario de la Misericordia no es la justicia, sino la venganza.
La mitad,
si no más, del sufrimiento que existe en el mundo (cuando no son
males naturales), viene del deseo de venganza, sea en la relación entre las
personas que en aquella entre los Estados y los pueblos.
El odio y la brutalidad de los ataques
terroristas de esta semana en Bruselas nos ayudan a entender la fuerza divina
contenida en las últimas palabras de Cristo: “Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen” (Lc 23, 34). Por grande
que sea el odio de los hombres, el amor de Dios ha sido, y será, siempre más
fuerte. A nosotros está dirigida, en las actuales circunstancias, la
exhortación del apóstol Pablo: “No te dejes vencer por el mal antes bien, vence
al mal con el bien” (Rom 12, 21).
Recemos. Padre Celeste, por
los méritos del Hijo tuyo que en la cruz “se hizo pecado” por nosotros,
haz caer del corazón de las personas, de las familias y de los pueblos, el
deseo de venganza y haznos enamorar de la misericordia. Haz que la intención
del Santo Padre en el proclamar este Año Santo de la Misericordia, encuentre
una respuesta concreta en nuestros corazones y haga sentir a todos la alegría de reconciliarse contigo en el
profundo del corazón. ¡Que así sea!
Como Dios es Amor y solo Amor, siempre termina perdonando, por esa razón él es justo para sí mismo y “la victoria de la Divina Misericordia sobre el pecado y sobre todas sus consecuencias”, realmente demuestra lo que Él es usando de misericordia. Dios se hizo hombre para rescatar a los hombres. Jesús es el a amor del Padre a la humanidad caída. Él es la Misericordia hecha carne, que hace visible para nosotros el gran Amor de Dios”.
"Jesucristo es
el rostro de la misericordia del Padre".
El amor
de Dios es la misericordia que tiene compasión de la miseria humana y que nos
atrae hacía Él. Dicho de otro modo,
la Divina Misericordia es el motivo principal de la acción de Dios hacia
el exterior; es decir, se encuentra en el centro mismo de toda la obra
del Creador.
Y tal misericordia se
nos mostró viva, visible y plena en Cristo:
El Evangelio de San Juan
nos dice: A Dios nadie lo ha
visto jamás, añade: "El
Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a
conocer" Así, Jesús pudo decir con toda verdad: "Quien me ve a Mí, ve al Padre" (Jn 14, 9).
En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15, 1-32).
La Misericordia en sí misma, en cuanto perfección de Dios infinito, es también infinita.
Por parte del hombre puede limitarla únicamente la falta de buena voluntad, la falta de prontitud en la conversión y en la penitencia, es decir, perdurar en la obstinación, oponiéndose a la gracia y a la verdad, especialmente frente al testimonio de la cruz y de la resurrección de Cristo.
Maria es la Madre de Misericordia.
Maria es la Madre de Misericordia.
“ dass Maria die Mutter Gottes und Mutter der Gläubigen ist.“
„Sie ist nicht nur die, die uns die Barmherzigkeit Gottes erlangt, sondern auch die Frau, die als erste und mehr als alle anderen Menschen Barmherzigkeit empfangen hat“
“No es solamente aquella que obtiene misericordia, sino también aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia”
All diese Überlegungen geben, so P. Cantalamessa, Anlass zur Hoffnung (esperanza) , dass in einer nicht allzu fernen Zukunft (en un tiempo no lejano) „Katholiken und Protestanten nicht mehr getrennt, sondern vereint sein werden in einer gemeinsamen Verehrung Marias, die zwar unterschiedliche (en una común veneración) Formen annehmen kann (diversa quizás en las formas), aber darin übereinstimmen sollte ( pero concorde en reconocer ), dass Maria die Mutter Gottes und Mutter der Gläubigen ist.“
“ la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes”.
A propósito ha hablado de la esperanza de que, en un tiempo no lejano, “católicos y protestantes podamos no estar más divididos, sino unidos por María, en una común veneración, diversa quizás en las formas, pero concorde en reconocer en ella a la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes”.
Mutter und Pforte der Barmherzigkeit
Zuletzt äußerte er noch einige Betrachtungen darüber, wie auch das Heilige Jahr der Barmherzigkeit uns etwas (nos ayuda ) Neues über (algo nuevo ) Maria lehren könne. Maria sei nämlich „in einem doppelten Sinn (en un doble sentido) Mutter und Pforte der Barmherzigkeit.“ Sie sei die Pforte gewesen, durch die mit Jesus die göttliche Barmherzigkeit in die Welt gekommen sei (ha entrado en el mundo) ; heute sei sie die Pforte, durch die wir zur Barmherzigkeit Gottes gelangen und vor den „Thron der Barmherzigkeit“ treten können (nos presentamos), vor die Dreifaltigkeit.
“María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”.
Finalmente, el padre Cantalemessa ha reflexionado sobre cómo el Año de la Misericordia nos ayuda a descubrir algo nuevo de la Madre de Dios. Así, ha asegurado que “María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”. Ha sido la puerta a través de la cual --ha observado-- la misericordia de Dios, con Jesús, ha entrado en el mundo, y es ahora la puerta hacia la cual nosotros entramos en la misericordia de Dios y nos presentamos al 'trono de misericordia' que es la Trinidad.
die Pforte, durch die wir zur Barmherzigkeit Gottes gelangen und vor den
Kanal und Vermittlerin der Barmherzigkeit Gottes.
die als erste und mehr als alle anderen Menschen Barmherzigkeit empfangen hat
Doch sei Maria nicht nur Kanal und Vermittlerin der Barmherzigkeit Gottes, sondern auch deren wichtigste Empfängerin. „Sie ist nicht nur die, die uns die Barmherzigkeit Gottes erlangt, sondern auch die Frau, die als erste und mehr als alle anderen Menschen Barmherzigkeit empfangen hat“, erklärte der Prediger des Päpstlichen Hauses.
“María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”.
canal y mediadora de la misericordia de Dios.
aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia
En esta línea ha recordado que María no es solamente el canal y mediadora de la misericordia de Dios; es también el objeto y la primera destinataria. “No es solamente aquella que obtiene misericordia, sino también aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia”, ha afirmado el padre Cantalamessa.
“ voll der Gnade‘ ist, dann ist sie voll der Barmherzigkeit.“
Barmherzigkeit, so Pater Cantalamessa, sei gleichbedeutend mit Gnade. Deshalb gelte: „Wenn Maria also ‚voll der Gnade‘ ist, dann ist sie voll der Barmherzigkeit.“
‘llena de gracia’ es sinónimo de ‘llena de misericordia’
Misericordia es sinónimo de gracia, por lo tanto, el título ‘llena de gracia’ es sinónimo de ‘llena de misericordia’, ha explicado.
Sie fordert uns auf, täglich ihren Lobgesang ertönen zu lassen
Zum Abschluss (Para concluir) seiner Meditation sagte der Prediger des Päpstlichen Hauses, dass Maria, die im Magnificat Gott verherrlicht (glorifica) und ihm für seine Barmherzigkeit dankt, uns alle dazu einlade (nos invita a hacer lo mismo ), in diesem Jahr der Barmherzigkeit dasselbe zu tun. „Sie fordert uns auf, täglich ( hacer resonar )in der Kirche ihren Lobgesang ertönen zu lassen; wie ein Chor, der mit der Chorführerin singt“, erklärte er (ha finalizado).
“Nos invita a hacer resonar cada día su cántico ”.
Para concluir, el predicador de la Casa Pontificia ha asegurado que María, que en el Magníficat glorifica y agradece a Dios por su misericordia hacia ella, nos invita a hacer lo mismo en este Año de la Misericordia. “Nos invita a hacer resonar cada día su cántico en la Iglesia, como el coro que repite un canto detrás de la solista”, ha finalizado.
Fuente. Zenit.org Cardenal Cantalamessa 3a semana de adviento.
“ Maria es la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes”.
“No es solamente aquella que obtiene misericordia, sino también aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia”
All diese Überlegungen geben, so P. Cantalamessa, Anlass zur Hoffnung (esperanza) , dass in einer nicht allzu fernen Zukunft (en un tiempo no lejano) „Katholiken und Protestanten nicht mehr getrennt, sondern vereint sein werden in einer gemeinsamen Verehrung Marias, die zwar unterschiedliche (en una común veneración) Formen annehmen kann (diversa quizás en las formas), aber darin übereinstimmen sollte ( pero concorde en reconocer ), dass Maria die Mutter Gottes und Mutter der Gläubigen ist.“
“ la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes”.
A propósito ha hablado de la esperanza de que, en un tiempo no lejano, “católicos y protestantes podamos no estar más divididos, sino unidos por María, en una común veneración, diversa quizás en las formas, pero concorde en reconocer en ella a la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes”.
Mutter und Pforte der Barmherzigkeit
Zuletzt äußerte er noch einige Betrachtungen darüber, wie auch das Heilige Jahr der Barmherzigkeit uns etwas (nos ayuda ) Neues über (algo nuevo ) Maria lehren könne. Maria sei nämlich „in einem doppelten Sinn (en un doble sentido) Mutter und Pforte der Barmherzigkeit.“ Sie sei die Pforte gewesen, durch die mit Jesus die göttliche Barmherzigkeit in die Welt gekommen sei (ha entrado en el mundo) ; heute sei sie die Pforte, durch die wir zur Barmherzigkeit Gottes gelangen und vor den „Thron der Barmherzigkeit“ treten können (nos presentamos), vor die Dreifaltigkeit.
“María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”.
Finalmente, el padre Cantalemessa ha reflexionado sobre cómo el Año de la Misericordia nos ayuda a descubrir algo nuevo de la Madre de Dios. Así, ha asegurado que “María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”. Ha sido la puerta a través de la cual --ha observado-- la misericordia de Dios, con Jesús, ha entrado en el mundo, y es ahora la puerta hacia la cual nosotros entramos en la misericordia de Dios y nos presentamos al 'trono de misericordia' que es la Trinidad.
die Pforte, durch die wir zur Barmherzigkeit Gottes gelangen und vor den
Kanal und Vermittlerin der Barmherzigkeit Gottes.
die als erste und mehr als alle anderen Menschen Barmherzigkeit empfangen hat
Doch sei Maria nicht nur Kanal und Vermittlerin der Barmherzigkeit Gottes, sondern auch deren wichtigste Empfängerin. „Sie ist nicht nur die, die uns die Barmherzigkeit Gottes erlangt, sondern auch die Frau, die als erste und mehr als alle anderen Menschen Barmherzigkeit empfangen hat“, erklärte der Prediger des Päpstlichen Hauses.
“María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”.
canal y mediadora de la misericordia de Dios.
aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia
En esta línea ha recordado que María no es solamente el canal y mediadora de la misericordia de Dios; es también el objeto y la primera destinataria. “No es solamente aquella que obtiene misericordia, sino también aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia”, ha afirmado el padre Cantalamessa.
“ voll der Gnade‘ ist, dann ist sie voll der Barmherzigkeit.“
Barmherzigkeit, so Pater Cantalamessa, sei gleichbedeutend mit Gnade. Deshalb gelte: „Wenn Maria also ‚voll der Gnade‘ ist, dann ist sie voll der Barmherzigkeit.“
‘llena de gracia’ es sinónimo de ‘llena de misericordia’
Misericordia es sinónimo de gracia, por lo tanto, el título ‘llena de gracia’ es sinónimo de ‘llena de misericordia’, ha explicado.
Sie fordert uns auf, täglich ihren Lobgesang ertönen zu lassen
Zum Abschluss (Para concluir) seiner Meditation sagte der Prediger des Päpstlichen Hauses, dass Maria, die im Magnificat Gott verherrlicht (glorifica) und ihm für seine Barmherzigkeit dankt, uns alle dazu einlade (nos invita a hacer lo mismo ), in diesem Jahr der Barmherzigkeit dasselbe zu tun. „Sie fordert uns auf, täglich ( hacer resonar )in der Kirche ihren Lobgesang ertönen zu lassen; wie ein Chor, der mit der Chorführerin singt“, erklärte er (ha finalizado).
“Nos invita a hacer resonar cada día su cántico ”.
Para concluir, el predicador de la Casa Pontificia ha asegurado que María, que en el Magníficat glorifica y agradece a Dios por su misericordia hacia ella, nos invita a hacer lo mismo en este Año de la Misericordia. “Nos invita a hacer resonar cada día su cántico en la Iglesia, como el coro que repite un canto detrás de la solista”, ha finalizado.
Fuente. Zenit.org Cardenal Cantalamessa 3a semana de adviento.
Francisco anuncia su viaje a México en la misa a la Virgen de Guadalupe.
El papa Francisco celebró este 12 de diciembre en la basílica de San Pedro, la misa en honor de la Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México y de América Latina. Es la segunda vez que el Santo Padre celebra en honor a la Guadalupana.
En su homilía le pidió a Maria "Madre de misericordia que nos convirtamos en misericordiosos. Que las comunidades cristianas sepan ser oasis y fuentes de misericordia, testigos de una caridad que no admite exclusiones". Y "para pedir ésto de manera fuerte viajaré a venerarla en su santuario el próximo mes de febrero. Así podremos rezar todo ésto, en toda América de quien Ella es particularmente Madre".
«El Señor tu Dios, está en medio de ti [...], se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta» (So 3,17-18). Estas palabras del profeta Sofonías, dirigidas a Israel, pueden también ser referidas a la Virgen María, a la Iglesia, y a toda persona, amada por Dios con amor misericordioso.
Sí, Dios nos ama tanto que incluso se goza y se complace en nosotros. Nos ama con amor gratuito, sin límites, sin esperar nada a cambio. No le gusta el pelagianismo. Este amor misericordioso es el atributo más sorprendente de Dios, la síntesis en que se condensa el mensaje evangélico, la fe de la Iglesia.
La palabra «misericordia» está compuesta por dos palabras: miseria y corazón. El corazón indica la capacidad de amar; la misericordia es el amor que abraza la miseria de la persona humana. Es un amor que «siente» nuestra indigencia como si fuera propia, para liberarnos de ella. «En esto está el amor: no somos nosotros que amamos a Dios, sino que es Él que nos ha amado y ha mandado a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados» (1 Jn 4,9-10).
«El Verbo se hizo carne», a Dios no le gusta tampoco el gnosticismo. Quiso compartir todas nuestras fragilidades. Quiso experimentar nuestra condición humana, hasta cargar en la Cruz con todo el dolor de la existencia humana. Tal es el abismo de su compasión y misericordia: un anonadarse para convertirse en compañía y servicio a la humanidad herida. Ningún pecado puede cancelar su cercanía misericordiosa, ni impedirle poner en acto su gracia de conversión, con tal de que la invoquemos.
Más aún, el mismo pecado hace resplandecer con mayor fuerza el amor de Dios Padre quien, para rescatar al esclavo, ha sacrificado a su Hijo. Esa misericordia de Dios llega a nosotros con el don del Espíritu Santo que, en el Bautismo, hace posible, genera y nutre la vida nueva de sus discípulos.
Por más grandes y graves que sean los pecados del mundo, el Espíritu, que renueva la faz de la tierra, posibilita el milagro de una vida más humana, llena de alegría y esperanza. También nosotros gritamos jubilosos: «¡El Señor es mi Dios y salvador!». «El Señor está cerca», y ésto nos lo dice el apóstol Pablo, nada nos tiene que preocupar. No solamente, también con su mamá que le decía a san Juan Diego: '¿Por qué tienes miedo, no estoy yo aquí y soy tu mamá?'. Él y su mamá.
La misericordia más grande radica en su estar en medio de nosotros, en su presencia y compañía. Camina junto a nosotros, nos muestra el sendero del amor, nos levanta en nuestras caídas, nos sostiene ante nuestras fatigas, nos acompaña en todas las circunstancias de nuestra existencia. Nos abre los ojos para mirar las miserias propias y del mundo, pero a la vez nos llena de esperanza. «Y la paz de Dios [...] custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» nos dice San Pablo. (Flp 4,7).
Esta es la fuente de nuestra vida pacificada y alegre; nada ni nadie puede robarnos esta paz y esta alegría, no obstante los sufrimientos y las pruebas de la vida. El Señor con su ternura nos abre su corazón, nos abre su corazón. El Señor es alérgico a las cosas rígidas. Cultivemos esta experiencia de misericordia, de paz y esperanza, durante el camino de adviento que estamos recorriendo y a la luz del año jubilar.
Anunciar la Buena noticia a los pobres, como Juan Bautista, realizando las obras de misericordia, es una buena manera de esperar la venida de Jesús en la Navidad.
Tenemos que imitarlo a Él que dio todo y si dio todo, ésta es su misericordia sin pedir nada en cambio.
Dios se goza y complace muy especialmente en María. En una de las oraciones más queridas por el pueblo cristiano, la Salve Regina, llamamos a María «madre de misericordia». Ella ha experimentado la misericordia divina, y ha acogido en su seno la fuente misma de esta misericordia: Jesucristo.
Ella, que ha vivido siempre íntimamente unida a su Hijo, sabe mejor que nadie lo que Él quiere: que todos los hombres se salven, y que a ninguna persona le falte nunca la ternura y el consuelo de Dios. Que María, Madre de Misericordia, nos ayude a entender cuánto nos quiere Dios.
A María santísima le encomendamos los sufrimientos y las alegrías de los pueblos de todo el continente americano, que la aman como madre y reconocen como «patrona», bajo el título entrañable de Nuestra Señora de Guadalupe.
Que «la dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios». A Ella le pedimos que este año jubilar sea una siembra de amor misericordioso en el corazón de las personas, las familias y las naciones.
Que siga a decirnos, ¿pero no estoy yo aquí que soy tu madre? Madre de misericordia que nos convirtamos en misericordiosos. Que las comunidades cristianas sepan ser oasis y fuentes de misericordia, testigos de una caridad que no admite exclusiones.
Para pedir ésto de manera fuerte viajaré a venerarla en su santuario el próximo mes de febrero. Así podremos rezar todo esto, en toda América de quien Ella es particularmente Madre.
A Ella le suplico que guíe los pasos de su pueblo americano, pueblo peregrino que busca a la Madre de misericordia, y solamente le pide una cosa que le muestre a su Hijo Jesús".
Fuente Zenit. org
http://www.zenit.org/
“QUIERO QUE EL MUNDO ENTERO CONOZCA MI MISERICORDIA”
“Deseo que el mundo entero
conozca Mi misericordia” (Diario, 687).
“En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia
fue abierta de par en par por la lanza
para todas las almas;
no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).
“Hoy te envío a tí a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con Mi Corazón misericordioso (...) Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia” (Diario, 1588).
El Salvador desea que en el Mundo entero se conozca la misericordia Divina, que cada hombre se dirija a Él con confianza, descubra la belleza y la riqueza de la caridad cristiana. Para ese fin sirven las nuevas formas de rendir el culto a la Divina misericordia, y las promesas relacionadas con ellas.
“He abierto Mi Corazón como una Fuente viva de Misericordia. Que todas las almas tomen vida de ella. Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien” (Diario, 1520).
“Las gracias de Mi misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá” (Diario, 1578).
Y tú, Faustina, don de Dios a nuestro tiempo, don de la tierra de Polonia a toda la Iglesia, concédenos percibir la profundidad de la misericordia divina, ayúdanos a experimentarla en nuestra vida y a testimoniarla a nuestros hermanos. Que tu mensaje de luz y esperanza se difunda por todo el mundo, mueva a los pecadores a la conversión, elimine las rivalidades y los odios, y abra a los hombres y las naciones a la práctica de la fraternidad.
Hoy, nosotros, fijando, juntamente contigo, nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza: "CRISTO, JESÚS, EN TI CONFÍO".
Con este acto quiero transmitir hoy este mensaje al nuevo milenio. Lo transmito a todos los hombres para que aprendan a conocer cada vez mejor el verdadero rostro de Dios y el verdadero rostro de los hermanos.
“LA HUMANIDAD NO CONSEGUIRÁ LA PAZ HASTA QUE NO SE DIRIJA CON CONFIANZA A MI MISERICORDIA”
El 17 de agosto de 2002, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia), el papa, Juan Pablo II realizó el solemne acto de confiar el destino del mundo a la Divina misericordia.
Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo Consolador,
te confiamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes
de la tierra experimenten Tu misericordia,
para que en Ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
(Juan Pablo II)
LA FIESTA DE LA MISERICORDIA
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas, especialmente, para los pobres pecadores. En este día (...) derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En este día están abiertas todas las compuertas Divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como escarlata” (Diario, 699).
“Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esta alma en toda su plenitud” (Diario, 1448).
Para amar a Dios no
necesito ser yo bueno, sino que El lo sea, el hecho de que yo sea miserable e
imperfecto no rebaja ni su hermosura, ni su bondad infinita, ni su misericordia
sin límites, antes bien nuestras miserias, si bien las vemos, son un estimulo para
amar a Dios, pues ellas nos gritan que debemos buscar fuera de nosotros lo que
nuestro corazón anhela, que debemos levantar nuestros ojos y nuestra alma al
Amor Misericordioso, único que puede apiadarse de nuestras
miserias y curarlas tiernamente; porque nuestras
miserias son un testimonio de la bondad inmensa de Dios, que
así miserables nos ama y no solo nos otorga el derecho, sino que
nos impone el deber de amarle.
¿Como nos ama Dios siendo como somos?
Porque su amor no es
como el nuestro, pobre e indigente, que busca en el objeto amado lo que a él le
falta y necesita por consiguiente que ese objeto este lleno de prendas
singulares, busca cualidades en el objeto amado. No el amor de Dios es amor de plenitud
infinita que no necesita nada. Que no busca más que un vacio que llenar, porque
es esencialmente comunicable; seres pobres a quienes hacer felices, porque es la Bondad Misma; miserias que curar, porque es
la Misericordia Infinita. ¿ Qué puede buscar el océano infinito de Dios, sino el inmenso vacío de nuestra
miseria para llenarlo.
Si esperamos para
amar a Dios y para ser por El
amados, ser limpios, ser fuertes, ser buenos, ya podemos esperar toda la
eternidad, o más bien ya podemos desesperar para siempre. Todo lo bueno que
tenemos lo recibimos de su amor. El no nos ama porque seamos puros,
o porque seamos buenos, sino que si
somos puros o buenos es
porque Dios nos ama. Nuestro amor de indigencia busca cualidades en
el objeto amado, el amor de de Dios, amor de plenitud no busca
cualidades sino las da, no
pide sino que da y se da y se comunica sin reserva.
Precisamente, lo que Dios nos pide, lo que exige de
nosotros, lo que vino a buscar a la tierra fue el amor
de sus pobres criaturas. Sabía muy bien que no encontraría
sobre la tierra ni virtud, ni generosidad, ni hermosura, pues
precisamente traía las manos llenas de esos dones; más sabia que sobre la
tierra había corazones pobres, miserables y manchados, pero
capaces de amar, y vino a pedirles que lo amaran, vino a
obligarlos que lo amaran con las locuras de su amor, se quedo en el Sagrario, y
como en otro tiempo se sentó en el brocal del pozo de Jacob, para decir a
cada alma que viene a este mundo lo que le dijo a la Samaritana: !Tengo sede de
amor! ! Alma dame de beber...!.
El objetivo supremo de la
misericordia de Dios mostrada en Jesucristo es el de darnos Vida.
Por supuesto
que las curaciones que efectúa son un don de Amor. Pero "si nuestra esperanza en
Cristo no va más allá de esta vida, somos los más miserables de todos los
hombres" (1Cor 15, 19).
También hoy, a través de la Santa Eucaristía y los demás Sacramentos, esa Humanidad toca nuestra humanidad y la sana, por la misericordia del Padre.
También hoy, a través de la Santa Eucaristía y los demás Sacramentos, esa Humanidad toca nuestra humanidad y la sana, por la misericordia del Padre.
La misericordia es el
último y definitivo acto por el cual Dios nos encuentra. En Jesús de Nazaret,
la misericordia del Padre está vivo y visible y plena.
Pero cuando la
"plenitud de los tiempos" (Gal 4,4), envió, de acuerdo con su plan de
salvación, su Hijo, nacido de la Virgen María que nos revela en forma
definitiva su amor.
Jesucristo es el
rostro de la misericordia del Padre. El padre, que está
"lleno de misericordia".
"Tanto amó Dios al mundo que le
dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga
Vida Eterna".
Jesús nos revela, ante todo, la misericordia de Dios.
Un estado inmutable de piedad es la misericordia. Su voluntad de sacarlos de su miseria, lavarlos con
su sangre, completar lo que les falta. Comunicarles sus propias
perfecciones, de darnos Vida.
MARIA MADRE DE MISERICORDIA.
Al mirarte, Madre nuestra Inmaculada, reconocemos la victoria de la Divina Misericordia sobre el pecado y sobre todas sus consecuencias; En su seno inmaculado, ej Hijo de Dios toma carne en Ella y de Ella, uniéndose definitivamente a nuestra naturaleza.
Y se enciende nuevamente en nosotros la esperanza en una vida mejor, libre de esclavitud, de rencores y miedos.
Bajo tu manto hay lugar para todos, porque tú eres la Madre de la Misericordia. Tu corazón está lleno de ternura hacia todos tus hijos: la ternura de Dios, que de ti ha tomado carne y se ha vuelto nuestro hermano Jesús, Salvador de cada hombre y de cada mujer.
"La vida es un camino hacia la plenitud de Jesucristo, cuando vendrá por segunda vez”.
Porque al
comunicarnos su Espíritu, Cristo constituyó místicamente como su cuerpo
a sus hermanos y hermanas que son llamadas en conjunto de todas las
naciones. .La vida de Cristo se nos comunica por los sacramentos, especialmente
el Bautismo que nos injerta en Cristo y la Eucaristía que nos reúne en su
Nombre, cantamos sus alabanzas, nos alimenta con su Palabra, nos hace
participar de su Muerte y Resurrección, recibimos su Cuerpo y con su Sangre en
alimento, su Alma se comunica con la nuestra y su Santo Espíritu nos llena de
Dios.
Se queda esperándonos
en el Sagrario, acudimos en nuestras necesidades, derramamos en El nuestro corazón,
y a la hora de nuestra muerte esta allí para recibirlo por última vez. Y mas y
mas, la exposición del Santísimo, su Bendición. Los milagros Eucarísticos, la fiesta del
Corpus en que públicamente le adoramos. Los himnos Eucarísticos,
los Templos Expiatorios, la Adoración Nocturna, las órdenes religiosas
dedicadas a su adoración, o a reparar las ofensas que se le hacen en el Santísimo
Sacramento.
Realmente al
compartir el cuerpo del Señor en la fracción del Pan eucarístico, somos
elevados a la comunión con El y entre nosotros. "Porque
el pan es uno, nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo, todos los que
participamos de un solo pan" (1 Cor 10:17). La Eucaristía hace que
cada uno de nosotros seamos Cuerpo de Cristo. Sin la Eucaristía la vida
cristiana no llega a su plenitud.
El amor humano llega a su perfeccion cuando se une al Amor Divino.
El amor humano llega a su perfeccion cuando se une al Amor Divino.
Creados a Imagen y Semejanza del Dios Trino y Uno, que ES, que se Conoce y se Ama, el discípulo de Cristo, dotado de la Gracia que lo hace participar de la misma Naturaleza Divina; La Caridad que le hace Imagen viva del Espíritu Santo; y los Dones del Espíritu Santo, que lo asimilan a Cristo hasta su consumada transformación en El. La Vida Verdadera es un caminar hacia La Plenitud de Cristo en su Segunda Venida.
"Vivo
yo, ya no yo, es Cristo el que vive en mi". Transformarse en Jesús
es vivir SU vida: Llevar a Jesús en el Corazón, y con El a su Santo Espíritu, que asimila
a la criatura a su divino modelo, Jesús. El ilumina
nuestra inteligencia, mueve nuestra voluntad, nos comunica los mismos
Sentimientos de Jesús, de Amor al Padre y a nuestros hermanos. Y ya no
producimos nuestros magros frutos llenos de nosotros mismos, sino los frutos de
Vida Eterna de Jesús.
La Vida
Cristiana es una ordenación total y perfecta
de nuestro ser y nuestra vida.
Por el
Amor nos ordenamos a Cristo y a Dios. Pero en torno nuestro hay otras
creaturas, nuestros semejantes, nuestros hermanos y con ellos debemos vivir y
tener esas relaciones que se fundan en la Justicia y en la Caridad: Esa
voluntad de hacer el bien a todos y esa benevolencia que nos lleva a DARLES a
los demás todo lo que poseemos y todo o que somos.
Pero
hay otras cosas, las cosas inferiores al hombre, todo lo que nos rodea. Las
creaturas inferiores: esto es las riquezas, los placeres, los honores, las criaturas
que nos rodean. Después de ordenar el alma, después de ordenar nuestras
relacione con el prójimo, es preciso ordenar debidamente nuestras
relaciones con las criaturas inferiores.
Todas
esas creaturas son nuestras para que hagamos de ellas las cuerdas de una Lira
que Cante la Gloria de Dios. Pero el pecado introdujo el desorden, desequilibro
la naturaleza humana y trastorno la tierra toda.
El orden
establecido por Dios es que las criaturas estén a nuestro servicio; pero el
pecado ha realizado la monstruosa aberración de que el hombre este muchas veces
al servicio de las criaturas.
El
desorden introducido por el pecado hace que el hombre frecuentísimamente es
esclavo de las Criaturas: El soberbio es esclavo de los honores, el goloso
de los manjares, el avaro del dinero, y el sensual no utiliza los
placeres en la medida y el orden establecido por Dios, como una ayuda para que
el hombre pueda vivir, para que tenga una compensación en los sacrificios
que impone el deber, sino que el sensual es el esclavo, el servidor de los
placeres.
Ese
desorden introducido por el pecado, Jesucristo Redentor lo vino a deshacer, y
nos dejo en su Iglesia Santa los recursos necesarios, los recursos divinos para
que restableciéramos en el mundo el orden, el equilibrio, la armonía, para que dejáramos
de ser esclavos de las criaturas, de nuestras propias pasiones y llegáramos a
ser dueños de nosotros mismos.
Esta
obra la realiza en nosotros el Espíritu Santo. El Espíritu Santo penetra hasta
lo profundo de nuestras almas, hasta lo mas hondo de nuestro ser, dominado
nuestras concupiscencias y sujetando nuestras facultades inferiores a la Razón
y a la Fe.
Cada alma, y de manera muy especial cada sacerdote, debe
llevar en si el reflejo intimo de la Cruz, y cada alma debe corresponder al sacrificio de Jesús
con su propio sacrificio, Tomar su cruz de cada día,
aceptar cualquier inmolación que Dios quiera mandarle, para así corresponder al
sacrificio de Cristo y continuar su misión de salvar a las almas
por la Cruz.
Durante su Vida Publica Jesús saco de su miseria física y
espiritual a tantos... pero:
“En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia
fue abierta de par en par por la lanza
para todas las almas;
no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).
El Año Santo fue inaugurado el 08 de diciembre 2015 Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Esta fiesta litúrgica recuerda cómo Dios ha actuado desde el comienzo de nuestra historia. Después de la caída de Adán y Eva que Dios no quería dejarte sola y dejar que el mal a la humanidad.para todas las almas;
no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).
Por lo tanto quería y él eligió a María santos e inmaculados en el amor (Ef. 1,4).
Este misterio de la misericordia Es una fuente de alegría, la serenidad y la paz.
Que somos amados a pesar de nuestras limitaciones, a pesar de nuestras culpas. Hemos sido creados para el cielo, hemos sido creados para Dios.
Cada Iglesia particular está así directamente involucrado en este Año Santo y puede que vivir como un momento de extraordinaria gracia y renovación espiritual.
"Hoy en día, la novia de Cristo prefiere que se aplique el remedio de la misericordia a el de la severidad y al pueblo, por lo que podemos decir, en cada situación, en todas sus enfermedades y en todas sus necesidades ".
Misericordia: es la palabra que revela el
misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: Es el acto último y supremo
con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
Misericordia: es la vía que une
Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para
siempre no obstante el límite de nuestro pecado.
Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
Cristo hace presente en nuestra historia
personal la misericordia de Dios,, más poderosa que
nuestro pecado.
La historia de Zaqueo deja muy en claro que
la misericordia de Dios es infinitamente más grande y más poderosa que el
pecado humano. Pero muchos de nosotros, aun después de haber recibido el perdón
de Dios, sentimos que ya nada volverá a ser igual, que quedamos "marcados"
para siempre: marcados ante los ojos de los demás, ante los nuestros y ante los
de Dios mismo.
En
otras palabras: creemos que, por más que después del pecado podamos recuperar
la Gracia, lo que no recuperamos jamás es la dignidad: ésa se perdió para
siempre
Así nosotros: pensamos que ningún
arrepentimiento, ninguna confesión, ninguna misericordia, ningún perdón podrán
jamás borrar las "cicatrices" de nuestros pecados ni quitarnos la
tristeza profunda de haber fallado.
Pero,
por más que nos cueste trabajo entenderlo, el
perdón de Dios no es así. La misericordia que Él nos manifestó en Cristo no
deja nuestra vida borroneada, sino renovada. Cuando Dios perdona, no
remienda: hace de nuevo: "Si
alguien vive en Cristo, es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y ha
comenzado algo nuevo" (2Cor 5, 17).
Todo esto queda muy claro en muchos pasajes
del Evangelio que tratan del perdón que Jesús regala a los pecadores.
Especialmente elocuente es el texto de San Lucas que nos habla de la mujer
pecadora que lavó con sus lágrimas los pies del Señor. Experimentemos también
nosotros su misericordia que recrea,
a partir de este pasaje:
La
protagonista del relato es una mujer: un
personaje de segunda categoría en la cultura contemporánea a Jesús (como
igualmente en muchas culturas, aun actuales). Es conocido el interés del tercer
Evangelio por levantar a la mujer,
reconociendo su dignidad.
El relato, además de su contenido
histórico, tiene un significado simbólico: la mujer pecadora representa a la
Iglesia, perdonada, redimida y santificada por Cristo. En cambio, el fariseo
incrédulo es figura de la sinagoga.
Las lágrimas y los besos de la pecadora
son signo de su ardiente caridad; y el perfume con el cual unge los pies de
Jesús representa la Gracia que la Iglesia derrama sobre los miembros más
humildes de Cristo: los pobres y pequeños. Cristo quiere que así sigamos
lavando, besando y ungiendo sus pies. Lo que hacemos a sus pequeños se lo
hacemos a Él.
Antes la
respuesta de Jesús rebasa toda expectativa: "Tus pecados quedan perdonados". Ni las curaciones que el
Señor prodigó, ni su compasión efectiva para con las multitudes hambrientas, ni
el consuelo que muchas veces hizo llegar a los corazones, manifiestan de manera
tan maravillosa la misericordia del Padre, como el perdón de los pecados.
Pero es muy importante que comprendamos que, junto con el perdón, Cristo también le restituye a aquella mujer
su dignidad de hija de Dios: redimida por la misericordia divina, "ya no pesa condenación alguna" (ver:
Rom 8, 1) sobre su persona. Su pasado ya no cuenta; para Dios es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y
ha comenzado algo nuevo" (2Cor 5, 17). No sólo perdona nuestros pecados, sino que también nos devuelve íntegra la semejanza con su Hijo, ésa que nos regaló el día de nuestro Bautismo.
La Sangre de Cristo nos lava totalmente y nos devuelve nuestra dignidad bautismal.
La Sangre de Cristo nos lava totalmente y nos devuelve nuestra dignidad bautismal.
La Humanidad que el Verbo de Dios asumió
en la Encarnación, nos permite tocarlo y ser tocados por Él, intercambiar
arrepentimiento y amor por perdón y
salvación. Cosa que no podemos obtener a través del simple cumplimiento de la
ley.
Por la infinita misericordia que Dios
manifiesta y otorga a cada uno de nosotros en Cristo, recibimos de Él un perdón
que no es una simple amnistía o un indulto, sino que hace desaparecer nuestro
historial y nos devuelve la Gracia y la dignidad de hijos muy amados del Padre,
como le sucedió al hijo pródigo, que no fue recibido y tratado "como a uno
de los criados", sino con la misma dignidad que tuvo desde el principio.
Esto no significa que el pecado sea irrelevante. Sigue siendo el mayor mal que podemos hacer, pero, tiene un remedio TOTAL. Tampoco significa que en automatico todos los pecadores estan renovados, pero si que Dios los ama, que los busca y los sigue llamando hata el ultimo instante de su vida, pero especialmente ahora en este Jubileo de gracia y renovacion espiritual la puerta de la Misericordia de Dios esta abierta de par en para para todos a lo largo de este Año Santo de la Misericordia.
Verdaderamente el romper la amistad con
Dios es una desgracia mucho mayor que la de ser asaltados y molidos a golpes.
La carta a los Efesios describe esa situación con realismo: Muertos a causa de
los delitos y pecados; sometidos al príncipe de las potestades maléficas;
dominados por nuestros apetitos, deseos e intenciones desordenados; destinados
a la ira divina; sin Cristo, sin esperanza y sin Dios en el mundo (ver: Ef 2,
1-3. 12).
La Misericordia en sí misma, en cuanto perfección de Dios infinito, es también infinita.
Por parte del hombre puede limitarla únicamente la falta de buena voluntad, la falta de prontitud en la conversión y en la penitencia, es decir, perdurar en la obstinación, oponiéndose a la gracia y a la verdad, especialmente frente al testimonio de la cruz y de la resurrección de Cristo.
Sin
olvidar, por supuesto, que, como toda obra de Salvación, necesita ser suscitada
y sostenida por la Gracia: pero el trabajo lo tenemos que poner nosotros: la oración con la que respondamos a la Palabra de Dios tiene que ser fruto de nuestro esfuerzo.
Asimismo,
hay que tener presente que la finalidad de esta oración es la de glorificar a
Dios, darle gracias, pedir su ayuda, y de ninguna manera adornarse a la manera
de los fariseos, que "todo lo hacen para que los vea la gente".
Pueden ayudar en este lugar algunas
sugerencias: Agradecer a Dios el regalo de la Encarnación; pedirle la Gracia de
reconocer con sincero arrepentimiento nuestros pecados; pedir igualmente
superar los respetos humanos cuando se trata de demostrar nuestra Fe y nuestro
amor a Jesús; rogarle al Señor que aumente nuestra sensibilidad ante la
presencia de Cristo en los pobres y necesitados, y nos ayude a atrevernos a
"ungirles los pies" con amor; agradecer al Padre el que, por medio de
Jesucristo, no sólo perdona nuestros pecados, sino que también nos devuelve
íntegra la semejanza con su Hijo, ésa que nos regaló el día de nuestro
Bautismo.Tener Padre. Sentirse hijos, dueños de todo lo bueno. Hijos de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia.
SOBRE Lc 10, 25-37: PARÁBOLA DEL "BUEN SAMARITANO".
Podemos encontrar en el texto de Lucas, dos enseñanzas importantísimas:
La primera: En este pasaje, el Evangelista nos presenta tres preguntas importantes: dos de ellas hechas por el doctor de la ley: "Maestro, ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna?"; "¿Quién es mi prójimo?" Y la que Jesús a su vez le dirige, después de haberle expuesto la parábola: "¿Quién de los tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los asaltantes?".
La segunda enseñanza que encontramos es un anuncio de la misericordia de Dios manifestada visiblemente en Jesucristo. Este mensaje es lo que le da fundamento al anterior, por lo cual es todavía más importante.
El buen samaritano es Cristo en persona. Rechazado y juzgado indigno, como los samaritanos, los cuales, sin embargo, a los ojos de Jesús, son mejores que muchos partidarios de Moisés. Ese buen samaritano también baja de Jerusalén a Jericó, del lugar santo junto al Padre, al mundo, escenario del sufrimiento y el pecado. Se trata, pues, del Misterio de la Encarnación, misterio de profundo e inexplicable Amor y misericordia.
La cabalgadura sobre la que el samaritano coloca al herido, representa a la Santa Humanidad del Señor, sobre la que Él cargó nuestros pecados y dolores. En el vino y el aceite con los que limpia las heridas de aquel desdichado, los Padres ven un símbolo de los Sacramentos de la Salvación.
El mesón que brinda cobijo al infeliz viene siendo la Iglesia; y el mesonero representaría a los ministros de la misma.
En la alusión del samaritano a "su regreso", los Padres encuentran una referencia a la segunda venida de Cristo al final de los tiempos.
Y ahora sí: sobre la base firme de que Cristo es el buen samaritano de la humanidad, el enviado del Padre a atender misericordiosamente nuestras necesidades, curar nuestras heridas y perdonar nuestros pecados, el Señor mismo nos ordena: "Vete y haz tú lo mismo". Ésta es la razón por la cual debemos tratar al prójimo con misericordia; no por simple compasión humana, ni por un moralismo servil, ni mucho menos por un egoísta "hoy por ti, mañana por mí". Sino porque, estando verdaderamente unidos a Jesucristo como las ramas al árbol y como los miembros corporales a la cabeza, sus actitudes y sus actos de misericordia deben ser los nuestros.
Cuando Jesús nos dice: "Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso" (Lc 6, 36) implícitamente nos está diciendo: "Imítenme a Mí, que hago presente en los hombres la misericordia del Padre". Eso fue lo que hicieron todos los Santos, desde la Santísima Virgen hasta San Junípero Serra, recién canonizado. Eso es lo que cada uno de nosotros, a veces presuntuosos "doctores de la ley", debemos hacer "para alcanzar la Vida Eterna".
Podemos dirigir nuestra mirada de Fe y de gratitud a ese buen samaritano que se acerca a nosotros, hoy, en la Eucaristía, en su Palabra, en el testimonio de tantos buenos cristianos, y contemplar su mirada compasiva, ver cómo toma la condición de esclavo (ver: Flp 2, 7) y siendo rico se hace pobre para enriquecernos con su pobreza (ver 2Cor 8, 9). Sentir su mano que toca nuestras heridas, nuestro corazón, como tocó a tantos enfermos en su paso por este mundo. Escuchar las palabras de compasión y consuelo con las que suaviza nuestro dolor.
Contemplar cómo nuestras heridas sanan y cómo nuestra persona y nuestra comunidad se fortalecen al contacto con su misericordia. Contemplar también esa "posada" que Él ha convertido en nuestro hogar: la Iglesia, madre que nos acoge y nos proporciona lo necesario para nuestra recuperación.
Esforzarnos también por ver a tantos hermanos nuestros, personas, comunidades, países, tirados en el camino, víctimas del odio, de la prepotencia, de la ambición de poder, de las ideologías: desaparecidos, torturados, perseguidos, refugiados, viudas y huérfanos a la fuerza, jóvenes y ancianos "descartados", como dice el Papa Francisco, personas sin futuro y sin ilusión, por carecer de salud, de educación, de medios para vivir dignamente... Verlos, no pasar de largo junto a ellos, como aquel sacerdote y aquel levita. Verlos con el corazón, más aún: con el Corazón de Cristo.
Abramos los ojos de nuestra Fe para descubrir y aceptar a Cristo como nuestro buen samaritano; creamos en su misericordia; permitámosle que se acerque a nosotros y nos cure con sus Sacramentos; agradezcámosle profundamente el tomar sobre Sí nuestros dolores y pecados.
Intensifiquemos también nuestra Fe en la Iglesia que, a pesar de los defectos y pecados de sus miembros, es nuestra Madre, la posada acogedora que nos brinda los cuidados que el Señor le encargó nos proporcionara.
Identifiquemos las situaciones, necesidades y personas concretas que esperan nuestra cercanía y misericordia efectivas. Y motivados por la Caridad de Cristo, acudamos a ellas con prontitud y alegría.
... el Señor me dio mucha luz para que conociera sus atributos. (Diario, 180)
El primer atributo que el Señor me dio a conocer fue su Santidad. Esta Santidad es tan grande que delante de Él tiemblan todas las Potencias y todas las Fuerzas. (...) Los espíritus puros encubren sus rostros y se sumergen en adoración permanente, y la única expresión de su adoración sin límites es Santo. (...) La Santidad de Dios es derramada sobre la Iglesia de Dios y sobre cada alma que vive en ella pero no de grado igual. Hay almas completamente divinizadas, pero hay también almas apenas vivas.
El segundo atributo que el Señor me dio a conocer, fue su Justicia. Su Justicia es tan grande y penetrante que llega hasta el fondo de la esencia de las cosas y delante de Él todo se presenta en desnuda verdad.
(...) El tercer atributo fue el Amor y la Misericordia. Y entendí que el mayor atributo es el Amor y la Misericordia. El une la criatura al Creador. El amor más grande y el abismo de la misericordia los reconozco en la Encarnación del Verbo, en Su redención, y de esto entendí que éste es el más grande atributo de Dios”.
El primer atributo que el Señor me dio a conocer fue su Santidad. Esta Santidad es tan grande que delante de Él tiemblan todas las Potencias y todas las Fuerzas. (...) Los espíritus puros encubren sus rostros y se sumergen en adoración permanente, y la única expresión de su adoración sin límites es Santo. (...) La Santidad de Dios es derramada sobre la Iglesia de Dios y sobre cada alma que vive en ella pero no de grado igual. Hay almas completamente divinizadas, pero hay también almas apenas vivas.
El segundo atributo que el Señor me dio a conocer, fue su Justicia. Su Justicia es tan grande y penetrante que llega hasta el fondo de la esencia de las cosas y delante de Él todo se presenta en desnuda verdad.
(...) El tercer atributo fue el Amor y la Misericordia. Y entendí que el mayor atributo es el Amor y la Misericordia. El une la criatura al Creador. El amor más grande y el abismo de la misericordia los reconozco en la Encarnación del Verbo, en Su redención, y de esto entendí que éste es el más grande atributo de Dios”.
Es imposible examinar a fondo todas las perfecciones relacionadas con el concepto de la esencia de Dios: son numerosas y difíciles de conocer. (...) De todas esas perfecciones Jesús distingue una, de la que procede todo lo que nos pasa en la vida y por la que Cristo quiere ser adorado por toda la eternidad. Es la misericordia de Dios. Su voluntad de realizar el bien a todos aquellos que experimentan algunas deficiencias y no son capaces de completarlas.
La relación que Dios tiene con las criaturas se pone de manifiesto cuando les quita las deficiencias, así como cuando les otorga, en menor o mayor grado, sus perfecciones.
El hecho de otorgar a las criaturas las perfecciones, con el fin de sacarlas de la miseria en la que se encuentran y liberarlas de las deficiencias que sufren, es obra de la misericordia.
No toda carencia de algo significa necesariamente miseria, pues Dios ha destinado a cada una de las criaturas solo aquello que Él había previsto, según se lo había propuesto. Por ejemplo, no es una desgracia de la oveja no poseer razón, ni para el hombre el hecho de no poseer alas. Sin embargo, la falta de razón en el hombre, o la falta de alas en las aves, sería una deficiencia y un estado de miseria.
El amor de Dios es la misericordia que tiene compasión de la miseria humana y que nos atrae hacía Él. Dicho de otro modo, la Divina Misericordia es el motivo principal de la acción de Dios hacia el exterior; es decir, se encuentra en el centro mismo de toda la obra del Creador. Durante su Vida Publica Jesus saco de su miseria fisisca y espiritual a tantos... pero: “En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas; no he excluido a ninguna” .
Deseo que el mundo entero
conozca Mi misericordia. (Diario 687)
Hoy te envio a ti a toda la humanidad con Mi misericordia.
No quiero castigar a la humanidad doliente, sin que deseo sanarla.
abrazarla en Mi Corazon misericordioso(...)
Los discípulos son aquellos que aprenden a vivir en la confianza de la amistad de Jesús.
Jesús sigue recorriendo nuestros caminos y
haciéndose inesperadamente presente en nuestras vidas, porque esto
es cien por ciento real: "Yo estoy
con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos". Y tu, al contemplar en la Fe "a Jesús de Nazaret, a quien Dios ungió con el poder del Espíritu Santo... [y] pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el demonio, porque Dios estaba con Él" (Hech 10, 38), ¿ y tu, ya has descubierto algun aconetecimiento de tu vida donde la Misericordia de Dios te perdona, te saca de tu miseria sin saber ni como, completa lo que te falta, te da de lo suyo?. ¿En qué ocasiones concretas hemos
experimentado la verdad de que "donde abundó el pecado abundó más la
Gracia"? (ver: Rom 5, 20).
Lucas, "el Evangelista de la misericordia", nos ha transmitido importantes enseñanzas de Jesús acerca de la "debilidad" de Dios por los pecadores, como las parábolas de la oveja y la moneda perdidas, y la del "hijo pródigo". El mismo Señor declaró no haber venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Lc 5, 32). Nos ofrece la historia de Zaqueo, la del paralítico perdonado y curado (5, 17-26), la de Leví (5, 27-32), la de la mujer pecadora (7, 36-50), la del ladrón crucificado al lado de Jesús (23, 39-43).
A
través de todos estos relatos, el Evangelista parece estar empeñado en remachar
la idea de que la misericordia de Dios
es mucho más grande y mucho más poderosa que el pecado humano.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida!
“Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1Tm 1,15). Y esta salvación ha sido posible gracias a la ofrenda que el Señor Jesús ha hecho de sí mismo, a la oblación de su propia vida, de su Cuerpo y de su Sangre.
La Persona divina de Nuestro Señor Jesucristo es la que se ofrenda, en sacrificio de amor, todos los días en la Santa Misa.
La Eucaristía es la ofrenda en Persona del mismísimo Hijo de Dios, Cristo, Señor nuestro. Y su ofrenda es perfecta ofrenda de amor. “En el Sacramento eucarístico –dice el Papa Benedicto-, Jesús amándonos “hasta el extremo”, hasta el don de su cuerpo y de su sangre” (SC, 1).
El Señor Jesús nos ama sin medida, sin condición, sin reproche, sin mérito nuestro. Se ha entregado en sacrificio solo por amor: Es precisamente, del banquete Eucarístico, del Pan y la Palabra, de donde mana, como agua siempre viva y saludable, la fuente perenne de la gracia de Cristo,
!Oh sangre y agua que brotaste del Corazon de Jesus como una Fuente de Misericordia para nosotros!. !En Ti Confio !.
NUESTRA UNICA VERDAD ES NUESTRA MISERIA
Y NUESTRA UNICA ESPERANZA TU MISERICORDIA
.
Hay algo mas grande que supera nuestra maldad: Y ese algo ES TU AMOR.
Así, el Señor Jesús, en la ofrenda concreta de su vida, nos precede y nos indica el camino: el amor auténtico exige el sacrificio y es capaz de la ofrenda total a favor de la persona amada, el amor auténtico no le teme a la prueba ni a la tribulación. "The heart has its reasons which reason knows nothing of."
Porque si una madre por pequeña y miserable que sea, ama al hijo de su entrañas a pesar de todo, con cuanta mayor razon el Amor de Dios, que necesariamente supera infinitamente al que pudira tener una criatura, puede amarnos mas alla de todas nuestras miserias.
Pero eso no es todo, Dios necesitaba CAMBIARNOS para hacernos capaces de Dios, y hacer que TODO , incluyendo el pecado, terminara glorificando a Dios; pero no a su justicia infinita, que exige el castigo eterno de los culpables; sino a su misericordia, que añadiendo a su eterno amor un nuevo DON, algo mas grande que supera nuestra maldad: Y ese algo ES EL AMOR, el Amor Redentor de Jesus y el don "del Amor mismo", que El nos conquisto con su muerte y resurreccion: El Don del Espiritu Santo.
Porque en Cristo Dios ENCONTRO EL CAMINO para salvarnos, convirtiendo El Amor
redentor con que Su Divino Hijo, en
gloria infinita para Dios, y causa, camino y motivo de salvación para todos los
hombres: Pues "el
Hijo del hombre" que es Dios hecho
hombre, se ofreció a si mismo en sacrificio por sus hermanos y nos hizo participar
de sus misterios,
En el Cordero de Dios que
en el Espíritu Santo, se ofreció a Si Mismo inmaculado
a Dios, en expiación de nuestros pecados. Dios estaba reconciliando al mundo consigo , no tomando en
cuenta las transgresiones de los hombres, sino
poniendo en nuestros labios la palabra de la reconciliación. - 2 Corintios 5, 19.
!Con
cuanto amor fuimos creados, con que sangre redimidos, con que Espíritu
regenerados!
Somos hermanos porque «Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama ¡Abba!, ¡Padre!» (Ga 4,6). Somos hermanos porque, justificados por la sangre de Cristo Jesús (cf. Rm 5,9), hemos pasado de la muerte a la vida haciéndonos «coherederos» de la promesa (cf. Ga 3,26-29; Rm 8, 17). Esa es la salvación que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia: formar parte del «nosotros» divino.
El Espíritu de su Hijo, nos consagra a Dios, nos purifícanos enamora, toma posesión de nosotros, unifica nuestra voluntad con la del Padre y nos transforma en Jesús: En El nos injerta, de su vida nos participa, llena nuestro corazón de sus propios sentimientos: de amor, gratitud, sumisión, obediencia y entrega sin restricciones al Padre y de amor a nuestros hermanos. Esta es nuestra tarea toda la vida.
Somos hermanos porque, por
amor, Dios nos ha creado y nos ha destinado, por pura iniciativa suya, a ser
sus hijos (cf. Ef 1,5).
La intimidad de Dios, para nosotros incomprensible, se nos revela con imágenes que nos hablan de comunión, comunicación, donación, amor. Por eso la unión que pide Jesús no es uniformidad sino la «multiforme armonía que atrae» (Evangelii gaudium117). La inmensa riqueza de lo variado, de lo múltiple que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel Jueves Santo, nos aleja de la tentación de propuestas unicistas, más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos. La propuesta de Jesús es concreta, es concreta, no es una idea. Andad y haced lo mismo, le dice aquel que le preguntó quién es el prójimo, después de haber contado la parábola del buen samaritano. Andad y haced lo mismo.
Tampoco la propuesta de Jesús es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Esta religiosidad de élite. Jesús reza para que formemos parte de una gran familia, en la que Dios es nuestro Padre y todos nosotros somos hermanos. Nadie es excluido. Y esto no se fundamenta en tener los mismos gustos, las mismas inquietudes, los mismos talentos. Somos hermanos porque, por amor, Dios nos ha creado y nos ha destinado, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos (cf. Ef 1,5).
La Unidad, la Paz, la Evangelización, la vida y todo, es al mismo tiempo DON y Tarea. Don gratuito y generoso; tarea irreemplazable e ingente. Como don, recibirlo, agradecerlo, pedirlo; como tarea cumplirla, amarla, vivirla.
«El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto», así dice el Salmo (84,13). Esto estamos invitados a celebrar, esa misteriosa comunión entre Dios y su Pueblo, entre Dios y nosotros. La lluvia es signo de su presencia en la tierra trabajada por nuestras manos.
Una comunión que siempre da fruto, que siempre da vida. Esta confianza brota de la fe, saber que contamos con su gracia, que siempre transformará y regará nuestra tierra.
Una comunión que siempre da fruto, que siempre da vida. Esta confianza brota de la fe, saber que contamos con su gracia, que siempre transformará y regará nuestra tierra.
Una confianza que se aprende, que se educa. Una confianza que se va gestando en el seno de una comunidad, en la vida de una familia.
Una confianza que se vuelve testimonio en los rostros de tantos que nos estimulan a seguir a Jesús, a ser discípulos de Aquel que no decepciona jamás.
El discípulo se siente invitado a confiar, se siente invitado por Jesús a ser amigo, a compartir su suerte, a compartir su vida. «A ustedes no los llamo siervos, los llamo amigos porque les di a conocer todo lo que sabía de mi Padre» (Jn 15,15). Los discípulos son aquellos que aprenden a vivir en la confianza de la amistad de Jesús.
La Persona divina de Nuestro Señor Jesucristo es la que se ofrenda, en sacrificio de amor, todos los días en la Santa Misa. Esta verdad la tiene presente el autor de la carta a los Hebreos: “En cambio, Cristo…. penetró en el santuario una vez para siempre, no presentando sangre de machos cabríos ni de novillos, sino su propia sangre” (Hb 9, 11-12). Y San Pedro así lo expresa en su primera Carta: “Y sabed que no habéis sido rescatados… con algo caduco, con oro o plata, sino con la Sangre preciosa de Cristo, cordero sin tacha y sin mancilla” (1Pe 1, 18-19).
La Eucaristía es la ofrenda en Persona del mismísimo Hijo de Dios, Cristo, Señor nuestro. Y su ofrenda es perfecta ofrenda de amor. “En el Sacramento eucarístico –dice el Papa Benedicto-, Jesús amándonos “hasta el extremo”, hasta el don de su cuerpo y de su sangre” (SC, 1).
No es posible que fuera de otra manera, el amor, si es digno de llevar ese nombre, ha de ser amor hasta el extremo. Y el amor del Señor Jesús que es amor divino, con mayor razón es un amor indefectiblemente “hasta el extremo”. El Señor Jesús nos ama sin medida, sin condición, sin reproche, sin mérito nuestro. Se ha entregado en sacrificio solo por amor: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida… Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla” (Jn 10, 17-18).
Así, el Señor Jesús, en la ofrenda concreta de su vida, nos precede y nos indica el camino: el amor auténtico exige el sacrificio y es capaz de la ofrenda total a favor de la persona amada, el amor auténtico no le teme a la prueba ni a la tribulación. “El amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo supera” (1Co 13,7). Mientras no se llega a la prueba de fuego del “dolor” por el ser querido, el amor aún es incierto. Pero si ese amor es capaz de soportar –y triunfar sobre- penas y sinsabores, de compartir la enfermedad, la tristeza, la angustia o el miedo, de encarar incluso la traición y la infidelidad, entonces sí que puede ser considerado un “amor hasta el extremo”. Hasta el punto de dar la vida por quien se ama (cf. Jn 15,13).
“QUIERO QUE EL MUNDO ENTERO CONOZCA MI MISERICORDIA”
“Deseo que el mundo entero
conozca Mi misericordia” (Diario, 687).
“En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia
fue abierta de par en par por la lanza
para todas las almas;no he excluido a ninguna” (Diario, 1182).
Jesus expiro en la Cruz derramando sobre nostros hasta la ultima gota de su sngre,
pero su muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas, y, el Oceano de Tu insondable Misericordia Divina, inundo el mundo entero.
La obediencia de Cristo reparo la desobediencia de Adan.
La Deuda esta cancelada: Dios ha sido glorificado en el hombre.
Y el hombre a vuelto a los brazos amorosos de Dios.
El Salvador desea que en el Mundo entero se conozca la misericordia Divina, que cada hombre se dirija a Él con confianza, descubra la belleza y la riqueza de la caridad cristiana. Para ese fin sirven las nuevas formas de rendir el culto a la Divina misericordia, y las promesas relacionadas con ellas.
“He abierto Mi Corazón como una Fuente viva de Misericordia. Que todas las almas tomen vida de ella. Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien” (Diario, 1520).
“Las gracias de Mi misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá” (Diario, 1578).
Que Tu insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
“Hoy te envío a tí a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla con Mi Corazón misericordioso (...) Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia” (Diario, 1588).
Hoy, nosotros, fijando, juntamente contigo, nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza: "CRISTO, JESÚS, EN TI CONFÍO".
Con este acto quiero transmitir hoy este mensaje al nuevo milenio. Lo transmito a todos los hombres para que aprendan a conocer cada vez mejor el verdadero rostro de Dios y el verdadero rostro de los hermanos.
“Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona” (III, 20)
“Mi misericordia es más grande que todas las miserias de tu alma y las del mundo entero. Por tu alma bajé del cielo a la tierra, y me dejé clavar en la Cruz” (V, 80)
“Deseo derramar mi vida divina en las almas humanas y santificarlas, con tal de que quieran acoger mi gracia. Los más grandes pecadores llegarían a una gran santidad si confiaran en Mi Misericordia” (VI, 132)
“He abierto Mi Corazón como una Fuente viva de Misericordia. Que todas las almas tomen vida en ella.Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en Mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con Mi paz divina”
“Cuando te acerques a la Confesión, sumérgete en mi Misericordia con gran confianza. Si tu confianza es grande, mi generosidad no tendrá límites” (VI, 6)
Oh sangre y agua que brotaste del Corazon de Jesus como fuente de Misericordia pos nosotros. En Ti Confio.
Oh sangre y agua que brotaste del Corazon de Jesus como fuente de Misericordia pos nosotros. En Ti Confio.
“LA HUMANIDAD NO CONSEGUIRÁ LA PAZ HASTA QUE NO SE DIRIJA CON CONFIANZA A MI MISERICORDIA”
El 17 de agosto de 2002, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia), el papa, Juan Pablo II realizó el solemne acto de confiar el destino del mundo a la Divina misericordia.
Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo Consolador,
te confiamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes
de la tierra experimenten Tu misericordia,
para que en Ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
(Juan Pablo II)
LA FIESTA DE LA MISERICORDIA
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas, especialmente, para los pobres pecadores. En este día (...) derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En este día están abiertas todas las compuertas Divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como escarlata” (Diario, 699).
“Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esta alma en toda su plenitud” (Diario, 1448).
http://www.misericordia-divina.com/
Un fragmento de La homilía pronunciada por el Papa Francisco el 17 de marzo de 2013 en la iglesia parroquial
de Santa Ana en el Vaticano:
de Santa Ana en el Vaticano:
"Creo que también nosotros somos el pueblo, que por un lado quiere escuchar a Jesús,
pero por otro lado a veces tiene ganas de golpear al otro, condenar a otros. Y el mensaje deJesús es la misericordia. Para mí - y lo digo con humildad - el mensaje más poderoso del Señor es la misericordia".
pero por otro lado a veces tiene ganas de golpear al otro, condenar a otros. Y el mensaje deJesús es la misericordia. Para mí - y lo digo con humildad - el mensaje más poderoso del Señor es la misericordia".
Fuente: www.vatican.va/holy_father/francesco
“El Evangelio no consiste en pregonar que los pecadores deban hacerse buenos,
sino que Dios es bueno para con los pecadores”.
(“Diario” padre Sopoćko)
El texto de la página se basa en los fragmentos del DIARIO de Santa Faustina Kowalska (las cifras entre paréntesis son los números de los párrafos) y fragmentos del libro LA MISERICORDIA DIVINA EN SUS OBRAS del padre Dr Miguel Sopocko. De esta manera queremos divulgar el Mensaje de la Misericordia Divina - anunciado a través de sor Faustina - dirigido al mundo entero y que da esperanza a cada hombre.
- El acto de confiar el destino del mundo a la Divina Misericordia
Fragmentos de la homilía del Papa Juan Pablo II - Santa sor Faustina - el Mensaje de la Misericordia Divina
Nuevas formas de rendir culto a la Divina Misericordia - El Beato padre Miguel Sopocko - el director espiritual y confesor de Santa Faustina
- Beatificación del padre Miguel Sopocko - foto
Oración para pedir gracias por intercesión del Beato padre Miguel Sopocko - La Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso. El Santuario de la Divina Misericordia
“Los dos rayos que salen de mi Corazón significan la Sangre y el Agua que brotaron el día de mi Sacrificio en la Cruz. El pálido significa el Agua, que purifica las almas. El rojo, la Sangre que les da la vida” (I, 130) “La sangre evoca el sacrificio de la Cruz y el don Eucarístico, el agua no sólo recuerda el Bautismo, sino también el don del Espíritu Santo” (JP II, 30/04/2000)
“Por medio de esta imagen colmaré a las almas de muchas gracias, por eso, que cada alma tenga acceso a ella” (II, 40)
“Prometo que el alma que venere ese Cuadro, no se perderá. Prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte Yo mismo la defenderé como a mi Gloria” (I, 18)
- La Imagen de Jesús Misericordioso en Vilna (Vilnius, Lituania)
- La Imagen de Jesús Misericordioso en Cracovia Lagiewniki (Polonia)
- Historia del cuadro de Jesús Misericordioso
Documentación fotográfica de la restauración del primer cuadro - Contemplación de Jesús - textos de las Hermanas de CHJM
- Fragmentos del Diario de Santa Faustina. El testamento de Santa Faustina
- La Coronilla a la Divina Misericordia. La promesa de la gracia de la misericordia para los moribundos
El don de la oración. La indulgencia plenaria por rezar la Coronilla a la Divina Misericordia - Los frutos de la oración. Las oraciones de Santa Faustina
- Novena a la Misericordia Divina
Ora a las 3 de la tarde:
“Expiraste, Jesús, pero tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas, y, el océano de tu Misericordia inundó al mundo entero. ¡Oh fuente de Vida, insondable Misericordia Divina, inunda al mundo entero derramando sobre nosotros hasta tu última gota de sangre”. (IV, 59)
- El Vía Crucis - textos del padre Miguel Sopocko
- Divina Misericordia. El culto a la Misericordia Divina. La confianza. La virtud de la misericordia
El deber de realizar actos de la misericordia - textos del padre Miguel Sopocko - Mis memorias de sor Faustina que en paz descanse - padre Miguel Sopocko
“Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163).
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163).
El Papa, Juan Pablo II, el 30 de abril de 2000 en el Vaticano, canonizó a Sor Faustina Kowalska. La ceremonia de la canonización se celebró el Segundo Domingo de Pascua, que también fue instituida la Fiesta de la Divina Misericordia para toda la Iglesia.
Fragmentos dela homilía el Papa Juan Pablo II:
(…)La canonización de sor Faustina tiene una elocuencia particular: con este acto quiero transmitir hoy este mensaje al nuevo milenio. Lo transmito a todos los hombres para que aprendan a conocer cada vez mejor el verdadero rostro de Dios y el verdadero rostro de los hermanos.(…)En efecto, no es fácil amar con un amor profundo, constituido por una entrega auténtica de sí. Este amor se aprende sólo en la escuela de Dios, al calor de su caridad. Fijando nuestra mirada en él, sintonizándonos con su corazón de Padre, llegamos a ser capaces de mirar a nuestros hermanos con ojos nuevos, con una actitud de gratuidad y comunión, de generosidad y perdón. ¡Todo esto es misericordia!(…)Y tú, Faustina, don de Dios a nuestro tiempo, don de la tierra de Polonia a toda la Iglesia, concédenos percibir la profundidad de la misericordia divina, ayúdanos a experimentarla en nuestra vida y a testimoniarla a nuestros hermanos. Que tu mensaje de luz y esperanza se difunda por todo el mundo, mueva a los pecadores a la conversión, elimine las rivalidades y los odios, y abra a los hombres y las naciones a la práctica de la fraternidad. Hoy, nosotros, fijando, juntamente contigo, nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza:
"CRISTO, JESÚS, EN TI CONFÍO".
El 17 de agosto de 2002, en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia), el papa, Juan Pablo II realizó el solemne acto de confiar el destino del mundo a la Divina misericordia.
EL ACTO DE CONFIAR
Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo Consolador,
te confiamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes
de la tierra experimenten Tu misericordia,
para que en Ti, Dios uno y trino,
encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
(Juan Pablo II)
“He amado a Polonia de manera particular y si obedece Mi voluntad, la enalteceré en poder y en santidad. De ella saldrá la chispa que preparará el mundo para Mi última venida” (Diario, 1732).
Derecho de autor reservado. © La Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso.
Los textos se pueden copiar exclusivamente incluyendo el nombre completo
de la fuente del origen del texto y el link a la página web: www.misericordia-divina.com
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JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA
Dios se ha compadecido de la Miseria espiritual de la muchedumbre, que andan "como ovejas sin pastor" y a decidido renovar a sus Pastores: "Volver al mundo, en sus sacerdotes santos".
Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org) Staff Reporter | 3554 hits
El Vaticano ha presentado el programa oficial del Jubileo de la Misericordia. Lo ha hecho en su web, gestionada por el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización.
El calendario parte con la convocación realizada el 11 de abril pasado, día que el papa Francisco presentó, en una ceremonia solemne realizada en la Basílica de San Pedro, la bula que convoca el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que lleva el título de "Vultus Misericordiae" (El rostro de la misericordia) la cual se compone de 25 puntos.
El próximo evento es el 8 de diciembre cuando se abrirá la Puerta Santa en la basílica de San Pedro, y después le siguen varios actos a lo largo del año que incluyen la apertura de la Puerta Santa en las diversas catedrales del mundo, la Jornada Mundial de la Juventud y otros eventos. Finalmente, el programa concluye el 20 de noviembre de 2016 con la ceremonia de clausura de dicha puerta.
Abril 2015
Sábado 11 de abril de 2015
Vigilia del domingo de la Divina Misericordia
Lectura de la Bula de convocación del Jubileo.
Sábado 11 de abril de 2015
Vigilia del domingo de la Divina Misericordia
Lectura de la Bula de convocación del Jubileo.
DICIEMBRE 2015
Martes 8 de diciembre de 2015
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Santa Misa de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
Martes 8 de diciembre de 2015
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Santa Misa de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
Domingo 13 de diciembre de 2015
III domingo de Adviento
Apertura de la Puerta Santa de las Basílicas de San Juan de Letrán, de San Pablo Extramuros y de las Catedrales del mundo.
III domingo de Adviento
Apertura de la Puerta Santa de las Basílicas de San Juan de Letrán, de San Pablo Extramuros y de las Catedrales del mundo.
ENERO 2016
Viernes 1 de enero de 2016
Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios
Jornada mundial por la paz.
Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor.
Viernes 1 de enero de 2016
Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios
Jornada mundial por la paz.
Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor.
Martes 19 – jueves 21 de enero de 2016
Jubileo de cuantos organizan las peregrinaciones y sirven en los santuarios.
Jubileo de cuantos organizan las peregrinaciones y sirven en los santuarios.
Lunes 25 de enero de 2016
Fiesta de la Conversión de San Pablo
Celebración ecuménica en la Basílica de San Pablo Extramuros.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
Fiesta de la Conversión de San Pablo
Celebración ecuménica en la Basílica de San Pablo Extramuros.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
FEBRERO 2016
Martes 2 de febrero de 2016
Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada de la Vida Consagrada
Jubileo de la Vida Consagrada y Clausura del Año de la Vida Consagrada.
Martes 2 de febrero de 2016
Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada de la Vida Consagrada
Jubileo de la Vida Consagrada y Clausura del Año de la Vida Consagrada.
Miércoles 10 de febrero de 2016
Miércoles de Ceniza
Envío de los Misioneros de la Misericordia en la Basílica de San Pedro.
Miércoles de Ceniza
Envío de los Misioneros de la Misericordia en la Basílica de San Pedro.
Lunes 22 de febrero de 2016
Cátedra de San Pedro
Jubileo de la Curia Romana, del Governatorato y de las Instituciones que dependen de la Santa Sede.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
Cátedra de San Pedro
Jubileo de la Curia Romana, del Governatorato y de las Instituciones que dependen de la Santa Sede.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
MARZO 2016
Viernes 4 y sábado 5 de marzo de 2016
“24 horas para el Señor” con la celebración penitencial en San Pedro la tarde del viernes 4 de marzo.
Viernes 4 y sábado 5 de marzo de 2016
“24 horas para el Señor” con la celebración penitencial en San Pedro la tarde del viernes 4 de marzo.
Domingo 20 de marzo de 2016
Domingo de Ramos
En Roma, Jornada diocesana de los jóvenes
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
Domingo de Ramos
En Roma, Jornada diocesana de los jóvenes
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
ABRIL 2016
Domingo 3 de abril de 2016
Domingo de la Divina Misericordia
Jubileo para los devotos de la espiritualidad de la Divina Misericordia.
Domingo 3 de abril de 2016
Domingo de la Divina Misericordia
Jubileo para los devotos de la espiritualidad de la Divina Misericordia.
Domingo 24 de abril de 2016
V Domingo de Pascua
Jubileo de los adolescentes (13 – 16 años)
Profesar la fe y construir una cultura de la misericordia.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
V Domingo de Pascua
Jubileo de los adolescentes (13 – 16 años)
Profesar la fe y construir una cultura de la misericordia.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.
MAYO 2016
Jueves 5 de mayo de 2016
Solemnidad de la Ascensión del Señor
Vigilia para todos los que tienen necesidad de consolación.
Jueves 5 de mayo de 2016
Solemnidad de la Ascensión del Señor
Vigilia para todos los que tienen necesidad de consolación.
Viernes 27 - domingo 29 de mayo de 2016
Corpus Domini en Italia
Jubileo de los diáconos
Corpus Domini en Italia
Jubileo de los diáconos
JUNIO 2016
Viernes 3 de junio de 2016
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Jubileo de los sacerdotes.
160 años de la introducción de la fiesta, hecha por Pío IX en 1856.
Viernes 3 de junio de 2016
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Jubileo de los sacerdotes.
160 años de la introducción de la fiesta, hecha por Pío IX en 1856.
Domingo 12 de junio de 2016
XI Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los enfermos y de las personas con diversidad funcional.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia
XI Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los enfermos y de las personas con diversidad funcional.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia
JULIO 2016
Martes 26 - domingo 31 de julio de 2016
Hasta el XVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los jóvenes
Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.
Martes 26 - domingo 31 de julio de 2016
Hasta el XVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los jóvenes
Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.
SEPTIEMBRE 2016
Domingo 4 de septiembre de 2016
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Memoria de la Beata Teresa de Calcuta - 5 de septiembre.
Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.
Domingo 4 de septiembre de 2016
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Memoria de la Beata Teresa de Calcuta - 5 de septiembre.
Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.
Domingo 25 de septiembre de 2016
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los catequistas.
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los catequistas.
OCTUBRE 2016
Sábado 8 y domingo 9 de octubre de 2016
Sábado y domingo después de la fiesta de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora del Rosario
Jubileo mariano.
Sábado 8 y domingo 9 de octubre de 2016
Sábado y domingo después de la fiesta de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora del Rosario
Jubileo mariano.
NOVIEMBRE 2016
Martes 1 de noviembre de 2016
Solemnidad de Todos los Santos
Santa Misa del Santo Padre.
Domingo 6 de noviembre de 2016
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los reclusos en San Pedro.
Martes 1 de noviembre de 2016
Solemnidad de Todos los Santos
Santa Misa del Santo Padre.
Domingo 6 de noviembre de 2016
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los reclusos en San Pedro.
Domingo 13 de noviembre de 2016
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Clausura de la Puerta Santa en las Basílicas de Roma y en las Diócesis.
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Clausura de la Puerta Santa en las Basílicas de Roma y en las Diócesis.
Domingo 20 de noviembre de 2016
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
Clausura de la Puerta Santa en San Pedro
y conclusión del Jubileo de la Misericordia.
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
Clausura de la Puerta Santa en San Pedro
y conclusión del Jubileo de la Misericordia.
(30 de julio de 2015) © Innovative Media Inc.
FRANCISCO, OBISPO DE ROMA, SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA, GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ
1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre.
El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico de misericordia» (Ef 2, 4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4, 4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14, 9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona[1] revela la misericordia de Dios.
2. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.
3. Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a "tener la mirada fija en la misericordia" para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr Ef 1, 4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre.
Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona. En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la Puerta Santa. En esta ocasión será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza.
El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa en las otras Basílicas Papales. Para el mismo domingo establezco que en cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Catedral o en una iglesia de significado especial se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia.
A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual.
El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.
He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II.
La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre.
Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: «En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad ... La Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella».
En el mismo horizonte se colocaba también el beato Pablo VI quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: «Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la caridad ... La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio ... Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno. Ha reprobado los errores, sí, porque lo exige, no menos la caridad que la verdad, pero, para las personas, sólo invitación, respeto y amor.
El Concilio ha enviado al mundo contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza: sus valores no sólo han sido respetados sino honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas ... Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección: servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus necesidades».
Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia[4].
5. El Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre de 2016. En ese día, cerrando la Puerta Santa, tendremos ante todo sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia. Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo, esperando que difunda su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro.
¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros.
6. «Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia»[5]. Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: «Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón»[6] Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Los Salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: «Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia» (103, 3-4).
De una manera aún más explícita, otro Salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: «Él Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados» (146, 7-9). Por último, he aquí otras expresiones del salmista: «El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas [...]
El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo» (147, 3.6). Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión.
7. “Eterna es su misericordia”: es el estribillo que acompaña cada verso del Salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios. En razón de la misericordia, todas las vicisitudes del Antiguo Testamento están cargadas de un profundo valor salvífico. La misericordia hace de la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación. Repetir continuamente “Eterna es su misericordia”, como lo hace el Salmo, parece un intento por romper el círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor. Es como si se quisiera decir que no solo en la historia, sino por toda la eternidad el hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre. No es casual que el pueblo de Israel haya querido integrar este Salmo, el grande hallel como es conocido, en las fiestas litúrgicas más importantes.
Antes de la Pasión Jesús oró con este Salmo de la misericordia. Lo atestigua el evangelista Mateo cuando dice que «después de haber cantado el himno» (26, 30), Jesús con sus discípulos salieron hacia el Monte de los Olivos. Mientras instituía la Eucaristía, como memorial perenne de su él y de su Pascua, puso simbólicamente este acto supremo de la Revelación a la luz de la misericordia.
En este mismo horizonte de la misericordia, Jesús vivió su pasión y muerte, consciente del gran misterio del amor de Dios que se habría de cumplir en la cruz. Saber que Jesús mismo hizo oración con este Salmo, lo hace para nosotros los cristianos aún más importante y nos compromete a incorporar este estribillo en nuestra oración de alabanza cotidiana: “Eterna es su misericordia".
8. Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. «Dios es amor» (1 Jn 4, 8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente.
Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada Jesús, delante a la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde la profundo del corazón una intensa compasión por ellas (cfr Mt 9, 36). A causa de este amor compasivo curó los enfermos que le presentaban (cfr Mt 14, 14) y con pocos panes y peces calmó el hambre de grandes muchedumbres (cfr Mt 15, 37).
Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales. Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte (cfr Lc 7, 15).
Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: «Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo» (Mc 5, 19). También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce. San Beda el Venerable, comentando esta escena del Evangelio, escribió que Jesús miró a Mateo con amor misericordioso y lo eligió: "miserando atque eligendo" . Siempre me ha cautivado esta expresión, tanto que quise hacerla mi lema.
9. En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15, 1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.
De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para nuestro estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: «No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 22) y pronunció la parábola del “siervo despiadado”. Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, lo suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda.
Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos centésimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero él se niega y lo hace encarcelar. Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: «¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?» (Mt 18, 33). Y Jesús concluye: «Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos» (Mt 18, 35).
La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices.
Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: «No permitan que la noche los sorprenda enojados» (Ef 4, 26). Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. «Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5, 7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo.
Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser un palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable,
es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros.
10. La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia «vive un deseo inagotable de brindar misericordia». Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa.
Por otra parte, es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece evaporarse. Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y estéril, como si se viviese en un desierto desolado. Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza.
11. No podemos olvidar la gran enseñanza que san Juan Pablo II ofreció en su segunda encíclica Dives in misericordia, que en su momento llegó sin ser esperada y tomó a muchos por sorpresa en razón del tema que afrontaba. Dos pasajes en particular quiero recordar. Ante todo, el santo Papa hacía notar el olvido del tema de la misericordia en la cultura presente: «La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia.
La palabra y el concepto de misericordia parecen producir una cierta desazón en el hombre, quien, gracias a los adelantos tan enormes de la ciencia y de la técnica, como nunca fueron conocidos antes en la historia, se ha hecho dueño y ha dominado la tierra mucho más que en el pasado (cfr Gn 1, 28). Tal dominio sobre la tierra, entendido tal vez unilateral y superficialmente, parece no dejar espacio a la misericordia ... Debido a esto, en la situación actual de la Iglesia y del mundo, muchos hombres y muchos ambientes guiados por un vivo sentido de fe se dirigen, yo diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios»[9].
Además, san Juan Pablo II motivaba con estas palabras la urgencia de anunciar y testimoniar la misericordia en el mundo contemporáneo: «Ella está dictada por el amor al hombre, a todo lo que es humano y que, según la intuición de gran parte de los contemporáneos, está amenazado por un peligro inmenso. El misterio de Cristo ... me obliga al mismo tiempo a proclamar la misericordia como amor compasivo de Dios, revelado en el mismo misterio de Cristo.
Ello me obliga también a recurrir a tal misericordia y a implorarla en esta difícil, crítica fase de la historia de la Iglesia y del mundo»[10]. Esta enseñanza es hoy más que nunca actual y merece ser retomada en este Año Santo. Acojamos nuevamente sus palabras: «La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia – el atributo más estupendo del Creador y del Redentor – y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y servidora.
12. La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral. Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el Evangelio.
La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.
13. Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: «Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso» (Lc 6, 36). Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz (cfr Lc 6, 27). Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.
14. La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio.
La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre
El Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta: «No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida que midáis» (Lc 6, 37-38). Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme.
No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.
Así entonces, misericordiosos como el Padre es el “lema” del Año Santo. En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene en nuestra ayuda cuando lo invocamos. Es bello que la oración cotidiana de la Iglesia inicie con estas palabras: «Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme» (Sal 70, 2). El auxilio que invocamos es ya el primer paso de la misericordia de Dios hacia nosotros. Él viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos. Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos.
15, 1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón. De otra parábola, además, podemos extraer una enseñanza para nuestro estilo de vida cristiano. Provocado por la pregunta de Pedro acerca de cuántas veces fuese necesario perdonar, Jesús responde: «No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 22) y pronunció la parábola del “siervo despiadado”.
Este, llamado por el patrón a restituir una grande suma, lo suplica de rodillas y el patrón le condona la deuda. Pero inmediatamente encuentra otro siervo como él que le debía unos pocos centésimos, el cual le suplica de rodillas que tenga piedad, pero él se niega y lo hace encarcelar. Entonces el patrón, advertido del hecho, se irrita mucho y volviendo a llamar aquel siervo le dice: «¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?» (Mt 18, 33). Y Jesús concluye: «Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos» (Mt 18, 35).
La parábola ofrece una profunda enseñanza a cada uno de nosotros. Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. Así entonces, estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices.
Acojamos entonces la exhortación del Apóstol: «No permitan que la noche los sorprenda enojados» (Ef 4, 26). Y sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. «Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5, 7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo.
Como se puede notar, la misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El amor, después de todo, nunca podrá ser un palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros.
16. En el Evangelio de Lucas encontramos otro aspecto importante para vivir con fe el Jubileo. El evangelista narra que Jesús, un sábado, volvió a Nazaret y, como era costumbre, entró en la Sinagoga. Lo llamaron para que leyera la Escritura y la comentara. El paso era el del profeta Isaías donde está escrito: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (61, 12).
“Un año de gracia”: es esto lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir. Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella. La predicación de Jesús se hace de nuevo visible en las respuestas de fe que el testimonio de los cristianos está llamado a ofrecer. Nos acompañen las palabras del Apóstol: «El que practica misericordia, que lo haga con alegría» (Rm 12, 8).
17. La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: «Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: ‘¡Aquí estoy!’. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agotan» (58, 6-
La iniciativa “24 horas para el Señor”, de celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior.
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva.
Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un Padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado.
No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido delante de la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la Misericordia de Dios.
18. Durante la Cuaresma de este Año Santo tengo la intención de enviar los Misioneros de la Misericordia. Serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe. Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica, para que se haga evidente la amplitud de su mandato. Serán, sobre todo, signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón.
Serán misioneros de la misericordia porque serán los artífices ante todos de un encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo. Se dejarán conducir en su misión por las palabras del Apóstol: «Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos» (Rm 11, 32). Todos entonces, sin excluir a nadie, están llamados a percibir el llamamiento a la misericordia. Los misioneros vivan esta llamada conscientes de poder fijar la mirada sobre Jesús, «sumo sacerdote misericordioso y digno
Pido a los hermanos Obispos que inviten y acojan estos Misioneros, para que sean ante todo predicadores convincentes de la misericordia. Se organicen en las Diócesis “misiones para el pueblo” de modo que estos Misioneros sean anunciadores de la alegría del perdón. Se les pida celebrar el sacramento de la Reconciliación para los fieles, para que el tiempo de gracia donado en el Año jubilar permita a tantos hijos alejados encontrar el camino de regreso hacia la casa paterna. Los Pastores, especialmente durante el tiempo fuerte de Cuaresma, sean solícitos en el invitar a los fieles a acercarse «al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzarla . La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida.
Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. "Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios" que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.
La misma llamada llegue también a ("depredarores") todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. ** Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos.
** NOTA del traductor: (Quiza aqui la palabra "depredarores" señalara mejor a quienes con sus actos dañan a los mas debiles y a la sociedad, pues corrupcion se refiere mas al dinero que a obstinación en el pecado)
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa os tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.
20. No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor. La justicia es un concepto fundamental para la sociedad civil cuando, normalmente, se hace referencia a un orden jurídico a través del cual se aplica la ley. Con la justicia se entiende también que a cada uno debe ser dado lo que le es debido.
En la Biblia, muchas veces se hace referencia a la justicia divina y a Dios como juez. Generalmente es entendida como la observación integral de la ley y como el comportamiento de todo buen israelita conforme a los mandamientos dados por Dios. Esta visión, sin embargo, ha conducido no pocas veces a caer en el legalismo, falsificando su sentido originario y oscureciendo el profundo valor que la justicia tiene. Para superar la perspectiva legalista, sería necesario recordar que en la Sagrada Escritura la justicia es concebida esencialmente como un abandonarse confiado en la voluntad de Dios.
Por su parte, Jesús habla muchas veces de la importancia de la fe, más bien que de la observancia de la ley. Es en este sentido que debemos comprender sus palabras cuando estando a la mesa con Mateo y sus amigos dice a los fariseos que lo contestaban porque comía con los publicanos y pecadores: «Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar (a los) justos, sino a (los) pecadores» (Mt 9, 13). Ante la visión de una justicia como mera observancia de la ley que juzga, dividiendo las personas en justos y pecadores, Jesús se inclina a mostrar el gran de don de la misericordia que busca a los pecadores para ofrecerles el perdón y la salvación.
Se comprende porque en presencia de una perspectiva tan liberadora y fuente de renovación, Jesús haya sido rechazado por los fariseos y por los doctores de la ley. Estos, para ser fieles a la ley, ponían solo pesos sobre las espaldas de las persona, pero así frustraban la misericordia del Padre. El reclamo a observar la ley no puede obstaculizar la atención por las necesidades que tocan la dignidad de las personas.
Al respecto es muy significativa la referencia que Jesús hace al profeta Oseas -«yo quiero amor, no sacrificio». Jesús afirma que de ahora en adelante la regla de vida de sus discípulos deberá ser la que da el primado a la misericordia, como Él mismo testimonia compartiendo la mesa con los pecadores. La misericordia, una vez más, se revela como dimensión fundamental de la misión de Jesús. Ella es un verdadero reto para sus interlocutores que se detienen en el respeto formal de la ley. Jesús, en cambio, va más allá de la ley; su compartir con aquellos que la ley consideraba pecadores permite comprender hasta dónde llega su misericordia.
También el Apóstol Pablo hizo un recorrido parecido. Antes de encontrar a Jesús en el camino a Damasco, su vida estaba dedicada a perseguir de manera irreprensible la justicia de la ley (cfr Flp 3, 6). La conversión a Cristo lo condujo a ampliar su visión precedente al punto que en la carta a los Gálatas afirma: «Hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley» (2, 16). Parece que su comprensión de la justicia ha cambiado ahora radicalmente. Pablo pone en primer lugar la fe y no más la ley.
El juicio de Dios no lo constituye la observancia o no de la ley, sino la fe en Jesucristo, que con su muerte y resurrección trae la salvación junto con la misericordia que justifica. La justicia de Dios se convierte ahora en liberación para cuantos están oprimidos por la esclavitud del pecado y sus consecuencias. La justicia de Dios es su perdón (cfr Sal 51, 11-16).
21. La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer.
La experiencia del profeta Oseas viene en nuestra ayuda para mostrarnos la superación de la justicia en dirección hacia la misericordia. La época de este profeta se cuenta entre las más dramáticas de la historia del pueblo hebreo. El Reino está cercano de la destrucción; el pueblo no ha permanecido fiel a la alianza, se ha alejado de Dios y ha perdido la fe de los Padres. Según una lógica humana, es justo que Dios piense en rechazar el pueblo infiel: no ha observado el pacto establecido y por tanto merece la pena correspondiente, el exilio. Las palabras del profeta lo atestiguan: «Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han negado a convertirse» (Os 11, 5).
Y sin embargo, después de esta reacción que apela a la justicia, el profeta modifica radicalmente su lenguaje y revela el verdadero rostro de Dios: «Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar» (11, 8-9). San Agustín, como comentando las palabras del profeta dice: «Es más fácil que Dios contenga la ira que la misericordia»[13].
Si Dios se detuviera en la justicia dejaría de ser Dios, sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia.
Debemos prestar mucha atención a cuanto escribe Pablo para no caer en el mismo error que el Apóstol reprochaba a sus contemporáneos judíos: «Desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo el que cree» (Rm 10, 3-4).
Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.
22. El Jubileo lleva también consigo la referencia a la indulgencia. En el Año Santo de la Misericordia ella adquiere una relevancia particular. El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites. En la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios hace evidente este amor que es capaz incluso de destruir el pecado de los hombres. Dejarse reconciliar con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia. Así entonces, Dios está siempre disponible al perdón y nunca se cansa de ofrecerlo de manera siempre nueva e inesperada. Todos nosotros, sin embargo, vivimos la experiencia del pecado.
Sabemos que estamos llamados a la perfección (cfr Mt 5,48), pero sentimos fuerte el peso del pecado. Mientras percibimos la potencia de la gracia que nos transforma, experimentamos también la fuerza del pecado que nos condiciona. No obstante el perdón, llevamos en nuestra vida las contradicciones que son consecuencia de nuestros pecados. En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados tienen en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado.
La Iglesia vive la comunión de los Santos. En la Eucaristía esta comunión, que es don de Dios, actúa como unión espiritual que nos une a los creyentes con los Santos y los Beatos cuyo número es incalculable (cfr Ap 7, 4). Su santidad viene en ayuda de nuestra fragilidad, y así la Madre Iglesia es capaz con su oración y su vida de encontrar la debilidad de unos con la santidad de otros. Vivir entonces la indulgencia en el Año Santo significa acercarse a la misericordia del Padre con la certeza que su perdón se extiende sobre toda la vida del creyente. Indulgencia es experimentar la santidad de la Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo, porque el perdón es extendido hasta las extremas consecuencias a la cual llega el amor de Dios. Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados y la dispensación de su indulgencia misericordiosa.
23. La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia. Ella nos relaciona con el judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios. Israel primero que todo recibió esta revelación, que permanece en la historia como el comienzo de una riqueza inconmensurable de ofrecer a la entera humanidad. Como hemos visto, las páginas del Antiguo Testamento están entretejidas de misericordia porque narran las obras que el Señor ha realizado en favor de su pueblo en los momentos más difíciles de su historia. El Islam, por su parte, entre los nombres que le atribuye al Creador está el de Misericordioso y Clemente. Esta invocación aparece con frecuencia en los labios de los fieles musulmanes, que se sienten acompañados y sostenidos por la misericordia en su cotidiana debilidad. También ellos creen que nadie puede limitar la misericordia divina porque sus puertas están siempre abiertas.
Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocerlas y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de separacion.
24. El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad el misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende «de generación en generación» (Lc 1, 50).
También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar los frutos de la misericordia divina.Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir ninguno. Dirijamos a ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.
Nuestra plegaria se extienda también a tantos Santos y Beatos que hicieron de la misericordia su misión de vida. En particular el pensamiento se dirige a la grande apóstol de la misericordia, santa Faustina Kowalska. Ella que fue llamada a entrar en las profundidades de la divina misericordia, interceda por nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en el perdón de Dios y en la inquebrantable confianza en su amor.
25. Un Año Santo extraordinario, entonces, para vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros. En este Jubileo dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida. La Iglesia siente la urgencia de anunciar la misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble cuando con convicción hace de la misericordia su anuncio. Ella sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo.
La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Es tan insondable es la profundidad del misterio que encierra,tan inagotable la riqueza que de ella proviene.
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: «Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos» (Sal 25, 6).
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de abril, Vigilia del Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, del Año del Señor 2015, tercero de mi pontificado.
Francisco.
Dejemos que Dios nos colme de su bondad y de su misericordia:
La misericordia, como atributo divino es infinita. Aquel Amor que esta en el Padre y que por obra del Hijo y del Espíritu Santo se haga presente en el mundo contemporáneo como más fuerte que el mal: más fuerte que el pecado y la muerte.
Muchas veces, durante sus apariciones el Señor dio a conocer a Sor María Faustina los enormes pecados de la Humanidad.
El Salvador pide que los hombres recurran a Su Misericordia y la invoquen antes que les alcance la justicia.
"Antes de que yo venga como Justo Juez, abro de par en par las puertas de Mi Misericordia, pero el que no quiera entrar por las puertas de Mi Misericordia tendrá que pasar por las puertas de Mi Justicia".
Tú, Mediatriz de Mi Misericordia, tienes la obligación, no solamente de escribirla y predicarla, sino que debes también implorar esta gracia para los hombres, para que glorifiquen Mi Misericordia".
A este respecto, el 27 de febrero de 1948, la Radio Papal del Vaticano anunció en un programa especial, una noticia relativa a Sor María Faustina como "Apóstol de la Misericordia Divina", concluyendo con las palabras: "Cristo exhorta al mundo, que se encuentra al borde del abismo, que la única salvación la encontrará en echarse en los brazos de la Divina Misericordia, que dará a toda la Humanidad felicidad verdadera, orden y paz permanentes".
en la presentación del Jubileo de la Misericordia.
Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,21-23).
Por eso el Año Santo tiene que mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre. Un Año Santo para sentir intensamente dentro de nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que, como Buen Pastor, ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos.
Un Jubileo para percibir el calor de su amor cuando nos carga sobre sus hombros para llevarnos de nuevo a la casa del Padre. Un Año para ser tocados por el Señor Jesús y transformados por su misericordia, para convertirnos también nosotros en testigos de misericordia. Para esto es el Jubileo: porque este es el tiempo de la misericordia.
Este es el motivo del Jubileo, porque es el tiempo favorable para curar las heridas, para no cansarnos de buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos, a todos, el camino del perdón y de la reconciliación.
Que la Madre de la Divina Misericordia abra nuestros ojos para que comprendamos la tarea a la que estamos llamados; y que nos alcance la gracia de vivir este Jubileo de la Misericordia con un testimonio fiel y fecundo».
De la Bula del jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Así entonces, misericordiosos como el Padre es el “lema” del Año Santo.
Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, « rico en misericordia » (Ef 2,4)
Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención
« En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad… (con los culpables) *lo cual no implica ni impunidad, ni complicidad, ni silencio.
“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Los Salmos, en modo particular, destacan esta grandeza del proceder divino: « Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de gracia y de misericordia » (103,3-4). De una manera aún más explícita, otro Salmo testimonia los signos concretos de su misericordia: « Él Señor libera a los cautivos, abre los ojos de los ciegos y levanta al caído; el Señor protege a los extranjeros y sustenta al huérfano y a la viuda; el Señor ama a los justos y entorpece el camino de los malvados » (146,7-9). Por último, he aquí otras expresiones del salmista: « El Señor sana los corazones afligidos y les venda sus heridas […] El Señor sostiene a los humildes y humilla a los malvados hasta el polvo » (147,3.6). Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.
Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud.
Jesús, ante la multitud de personas que lo seguían, viendo que estaban cansadas y extenuadas, pérdidas y sin guía, sintió desde lo profundo del corazón una intensa compasión por ellas (cfr Mt 9,36). A causa de este amor compasivo curó los enfermos que le presentaban (cfr Mt 14,14) y con pocos panes y peces calmó el hambre de grandes muchedumbres (cfr Mt 15,37). Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales. Cuando encontró la viuda de Naim, que llevaba su único hijo al sepulcro, sintió gran compasión por el inmenso dolor de la madre en lágrimas, y le devolvió a su hijo resucitándolo de la muerte (cfr Lc 7,15). Después de haber liberado el endemoniado de Gerasa, le confía esta misión: « Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo » (Mc 5,19). También la vocación de Mateo se coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco de los impuestos, los ojos de Jesús se posan sobre los de Mateo. Era una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discípulos, lo escoge a él, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce. San Beda el Venerable, comentando esta escena del Evangelio, escribió que Jesús miró a Mateo con amor misericordioso y lo eligió: miserando atque eligendo[7]. Siempre me ha cautivado esta expresión, tanto que quise hacerla mi propio lema.
En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cfr Lc 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.
La palabra y el concepto de misericordia parecen producir una cierta desazón en el hombre, quien, gracias a los adelantos tan enormes de la ciencia y de la técnica, como nunca fueron conocidos antes en la historia, se ha hecho dueño y ha dominado la tierra mucho más que en el pasado (cfr Gn 1,28). Tal dominio sobre la tierra, entendido tal vez unilateral y superficialmente, parece no dejar espacio a la misericordia … Debido a esto, en la situación actual de la Iglesia y del mundo, muchos hombres y muchos ambientes guiados por un vivo sentido de fe se dirigen, yo diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios
La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.
Como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.
No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga ... para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: « En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor »[12].
“Un año de gracia”: es esto lo que el Señor anuncia y lo que deseamos vivir. Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres, anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de ella. La predicación de Jesús se hace de nuevo visible en las respuestas de fe que el testimonio de los cristianos está llamado a ofrecer. Nos acompañen las palabras del Apóstol: « El que practica misericordia, que lo haga con alegría » (Rm 12,8).
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la misericordia.
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que éste sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social.
A los depredadores:
!cambiar de vida!, someterse a la justicia, acogerse a la llamada a la conversión y la misericordia.
!cambiar de vida!, someterse a la justicia, acogerse a la llamada a la conversión y la misericordia.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma. Permanecer en el camino del mal es sólo fuente de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto. Dios no se cansa de tender la mano. Está dispuesto a escuchar, y también yo lo estoy, al igual que mis hermanos obispos y sacerdotes. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia.
La indulgencia.
En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados dejan en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándole a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado.
La Iglesia está llamada a ser el primer testigo veraz de la misericordia, profesándola y viviéndola como el centro de la Revelación de Jesucristo. Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen. Cada vez que alguien tendrá necesidad podrá venir a ella, porque la misericordia de Dios no tiene fin. Es tan insondable la profundidad del misterio que encierra, tan inagotable la riqueza que de ella proviene.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de abril, Vigilia del Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, del Año del Señor 2015, tercero de mi pontificado.
Franciscus
En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar”.
Una oportunidad para "vivir en la vida de cada día la misericordia que desde siempre el Padre dispensa hacia nosotros".
El documento hace un firme llamamiento contra la violencia organizada y contra las personas ''promotoras o cómplices'' de la corrupción.
Son palabras muy fuertes con las que el Papa denuncia esta "llaga putrefacta" e insiste para que en este Año Santo haya una verdadera conversión: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón.
Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza.
La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia”.
Son palabras muy fuertes con las que el Papa denuncia esta "llaga putrefacta" e insiste para que en este Año Santo haya una verdadera conversión: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón.
Delante a tantos crímenes cometidos, escuchad el llanto de todas las personas depredadas por vosotros de la vida, de la familia, de los afectos y de la dignidad. Seguir como estáis es sólo fuente de arrogancia, de ilusión y de tristeza.
La verdadera vida es algo bien distinto de lo que ahora pensáis. El Papa tiende la mano. Está dispuesto a escucharos. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia”.
"Es Jesús hecho hombre y muerto en la cruz quien colma el abismo del pecado con el abismo de su misericordia".
"Sólo cuando lleguemos a entender, a la luz de la Cruz, el mal que somos capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podremos experimentar el auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento”.
"Sólo cuando lleguemos a entender, a la luz de la Cruz, el mal que somos capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podremos experimentar el auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento”.
Dos palabras sintetizan mi vida: mi miseria y Tu Misericordia. Como que estamos hechos el uno para el otro: para una miseria sin limite, una Misericordia Infinita. Pero así es Jesús, así escoge a sus mensajeros: a los pequeños, a los insignificantes, a los ignorantes, a los pecadores, para que resalte el mensaje y no el portador. Quien ha recibido un amor así, ¿como no amara a los demás a pesar de sus ofensas?.
Las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios.
Los Santos nos enseñan que el mundo se cambia a partir de la conversión de nuestros corazones, y esto es posible gracias a la misericordia de Dios. Por eso, ante mis pecados o ante las grandes tragedias del mundo, «me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. Él, en efecto, “fue traspasado por nuestras rebeliones” (Is 53,5). ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo?» (ibíd.).
"Humildad, mansedumbre, generosidad: este es el estilo cristiano, un camino que pasa por la cruz, como hizo Jesús, y es un camino que lleva a la alegría".
Jesús manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al tuyo.
"Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios todo poderoso, justos y verdaderos tus caminos, !oh Rey de las naciones!". - Apocalipsis 15, 3
Un Año Santo extraordinario
El Papa Francisco anunció este viernes 13 de marzo de 2016 en la Basílica de San Pedro la celebración de un Jubileo de la Misericordia, un Año Santo extraordinario.
Este Jubileo comenzará con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica Vaticana durante la Solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 2015 y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.
En el Domingo de la Divina Misericordia -fiesta instituida por San Juan Pablo II, que se celebra el domingo siguiente a la Pascua- se leerá y publicará la bula del Año Santo junto a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
El rito de la apertura expresa simbólicamente el concepto que, durante el tiempo jubilar, se ofrece a los fieles una “vía extraordinaria” hacia la salvación. Luego de la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, serán abiertas sucesivamente las puertas de las otras basílicas mayores.
Los Años Santos ordinarios celebrados hasta hoy han sido 26. El último fue el Jubileo del año 2000, proclamado por San Juan Pablo II.
La costumbre de proclamar Años Santos extraordinarios se remonta al siglo XVI. Los últimos de ellos, celebrados el siglo pasado, fueron el de 1933, proclamado por Pío XI con motivo del XIX centenario de la Redención, y el de 1983, proclamado por Juan Pablo II por los 1950 años de la Redención.
La Iglesia católica ha dado al jubileo hebreo un significado más espiritual que consiste en un perdón general, una indulgencia abierta a todos, y en la posibilidad de renovar la relación con Dios y con el prójimo. De este modo, el Año Santo es siempre una oportunidad para profundizar la fe y vivir con un compromiso renovado el testimonio cristiano.
DIOS AMA CON AMOR INFINITO A TODOS VOSOTROS
Dios rico en misericordia, por el gran amor con que nos amo estando muertos por nuestros pecados, nos vivifico, nos resucito y nos hizo sentar en los cielos juntamente con Cristo.
SU MISERICORDIA
Jesus, ich vertraue auf Dich!
Un corazón sensible a nuestras necesidades.
El Dios de la ternura, de la compasión, de la misericordia, que nos acompaña a pesar de nuestras miserias, siempre dispuesto a acogernos y perdonarnos.
Todo lo que sabemos de positivo de Dios nos viene a través de la humanidad de Jesús.
Su presencia misma es la revelación del amor del Padre.
La salvación que Dios nos ofrece es obra de su Misericordia. No existe acción humana, por buena que pueda ser, que nos haga merecedores de un don tan grande: La Misericordia gratuita donde todos pueden sentirse Bienvenidos, amados, perdonados y llenos de coraje para vivir según el Evangelio.
Cristo nos ha revelado, sobretodo muriendo en la Cruz, El Rostro Misericordioso del Padre. Dios no se cansa de perdonar, nosotros somos los que nos cansamos de pedir perdón.
En la homilía de este jueves (9 oct 14), el papa Francisco recuerda que en la oración debemos pedir, buscar y llamar. Y el Padre responde
Dios está enamorado de toda persona. Lo dijo este lunes en su homilía de la Misa que celebró como cada mañana en la capilla de la residencia de Santa Marta en el Vaticano.
Pero también habló de qué significa la fe: “La fe es hacer espacio a este amor de Dios, es hacer espacio a la potencia, al poder de Dios pero no al poder de uno que es muy potente, sino al poder de uno que me ama, que está enamorado de mí y que quiere la alegría conmigo. Esta es la fe. Esto es creer: hacer espacio al Señor para que venga y me cambie”.
"La misericordia de Dios no solo perdona --eso lo sabemos todos-- sino que es generosa y da más y más..."
Nadie puede ser excluido de la misericordia de Dios'
Francisco ha subrayado que en el Evangelio hay "tres palabras clave": el amigo, el Padre y el don. Jesús "muestra a los discípulos qué es la oración.
En la homilía de este jueves en la residencia Santa Marta, el papa Francisco ha reflexionado sobre la parábola del Evangelio de hoy, que habla de un hombre que a fuerza de insistir obtiene de un amigo lo que pide.
"Jesús da un paso adelante y habla del Padre: '¿Qué padre entre vosotros, si un hijo le pide un pez, la dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?... 'Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo!'". Por tanto --ha continuado-- "no sólo el amigo que nos acompaña en el camino de la vida nos ayuda y nos da lo que nosotros pedimos: también el Padre del cielo" que "nos ama tanto y del cuál Jesús ha dicho que se preocupa por dar de comer a los pájaros del campo. Jesús quiere despertar la confianza en la oración" y dice: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y a quien llama se le abre". Esta es la oración: pedir, buscar cómo llamar al corazón de Dios. Y el Padre, ha dicho Francisco, "dará el Espíritu Santo al que se lo pide".
Y lo explica así: "este es el don, este es el 'extra' de Dios. Dios nunca te da un regalo, una cosa que le pides así, sin envolverlo bien, sin algo más que lo haga más bonito. Y lo que el Señor, el Padre nos da 'aún más' es el Espíritu: el verdadero don del Padre es aquel que la oración no osa esperar. 'Yo pido esta gracia; pido esto, llama y rezo mucho... Solamente espero que me de esto'. Y Él que es Padre, me da eso y más: el don, el Espíritu Santo".
Finalizando la homilía, el Pontífice ha recordado que la oración se hace con el amigo, con el compañero de la vida, se hace con el Padre y se hace en el Espíritu Santo, "el amigo es Jesús".
"Es Él quien nos acompaña y nos enseña a rezar. Y nuestra oración debe ser así, trinitaria. Muchas veces: '¿Pero usted cree?': 'sí, sí'. '¿En qué cree?: 'en Dios'. 'Pero, ¿qué es Dios para usted?': 'Dios, Dios' . Pero Dios no existe: ¡no os escandalicéis! ¡Dios así no existe! Existe el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: son personas, no son una idea en el aire... ¡Este Dios spray no existe! ¡Existen personas! Jesús es el compañero de camino que nos da lo que pedimos, el Padre que cuida de nosotros y nos ama, y el Espíritu Santo que es el don, es ese 'extra' que nos da el Padre, lo que nuestra conciencia no osa esperar".
Jesús en ti confío
"Quiero consagrar al mundo a la Misericordia Divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la Tierra y llene su corazón de esperanza; que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo". Recordado estas palabras que dirigió san Juan Pablo II en agosto de 2002 al consagrar el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia, Polonia, el cardenal Christoph Schönnborn, arzobispo de Viena y presidente del Patronato de la Divina Misericordia, dio apertura en la mañana de este viertes 15 de agosto de 2014 al III Congreso Apostólico Mundial de la Misericordia (WACOM III, por sus siglas en inglés), que se celebra en Bogotá, Colombia, hasta el próximo martes 19 de agosto.
Dios es Amor.
Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Por eso santa Faustina ve a este Hijo de Dios como Misericordioso contemplándolo no tanto en la Cruz, sino en su condición de Resucitado y Glorioso que se siguió a la de la Cruz.
El limite impuesto al mal, cuyo causante y victima resulta ser el hombre, es en definitiva la Divina Misericordia. El odio no prevalecerá sobre El Amor.
Oración de el Rey David.
Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
Devuélveme la alegría de tu salvación,
Cometí la maldad que aborreces.
Mira en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre,
lavame y quedare mas blanco que la nieve.
Estas palabras no necesitan comentarios. Hablan por si solas y revelan la verdad de la fragilidad moral del hombre.
El hombre se declara culpable ante Dios porque sabe que el pecado es contrario a la santidad de su creador.
Pero el hombre pecador sabe también que Dios es Misericordia, y que su Misericordia es infinita. Que esta dispuesto a perdonar y justificar una y otra vez al pecador.
3. ¿Qué harán los próximos años nos traen? ¿Cuál será el futuro del hombre en la tierra será? No se nos da a conocer. Sin embargo, lo cierto es que, además de un nuevo progreso allí lamentablemente habrá falta de experiencias dolorosas. Pero la luz de la misericordia divina, que el Señor de una manera deseaba regresar al mundo a través carisma de Sor Faustina, iluminará el camino para que los hombres y mujeres del tercer milenio.
7. Este mensaje consolador se dirige sobre todo a quienes, afligidos por una prueba particularmente dura o aplastado por el peso de los pecados que cometieron, han perdido toda la confianza en la vida y se ven tentados a ceder a la desesperación. A ellos se ofrece el dulce rostro de Cristo; esos rayos de su corazón tocarlos y brillan sobre ellos, entrar en calor, les muestran el camino y los llenan de esperanza. ¿Cuántas almas se han consolado ya la invocación " Jesús, confío en ti ", que la Providencia dio a entender a través de sor Faustina! Este simple acto de abandono a Jesús disipa las nubes más densas y permite un rayo de luz penetra en cada vida. Jezu, tobie ufam.
Verdadero amor que en contacto con el mal y en particular con el pecado del hombre, se vuelca en nuevos favores hasta sacarlo de su miseria. Su amor se manifiesta como Misericordia.
El mal nunca consigue la victoria definitiva. El Misterio Pascual confirma que, a la postre, vence el bien, que la vida prevalece sobre la muerte y el amor triunfa sobre el odio.
Cristo crucificado y resucitado, como se apareció a santa Faustina, ha dicho su santidad San Juan Pablo II, es la revelación suprema de esta verdad.
Dios sabe obtener siempre del mal algo bueno. Cristo, el Hijo de Dios, a quien Dios trato como pecador por nosotros, El ha cargado consigo todos nuestros pecados para satisfacer la justicia quebrantada por la culpa y mantener así el equilibrio entre la justicia y la misericordia del Padre.Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Por eso santa Faustina ve a este Hijo de Dios como Misericordioso contemplándolo no tanto en la Cruz, sino en su condición de Resucitado y Glorioso que se siguió a la de la Cruz.
El limite impuesto al mal, cuyo causante y victima resulta ser el hombre, es en definitiva la Divina Misericordia. El odio no prevalecerá sobre El Amor.
El misterio de la misericordia del Padre revelado en el sacrificio de Cristo en la cruz: De que Dios rico en misericordia, cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos amo hasta el extremo dándonos a su propio Hijo como Salvador, y porque Cristo que se entrego por nosotros hasta la muerte y una muerte de cruz, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte, tomamos sus méritos, su fisonomía, su parecido y nos hacemos acreedores al amor del Padre, de que nos mire con ternura y que nos ame con el mismo Amor Infinito con que ama a Cristo, que es el Espíritu Santo mismo, que es único amor con que El puede amar.
Oración de el Rey David.
Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
Devuélveme la alegría de tu salvación,
Cometí la maldad que aborreces.
Mira en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre,
lavame y quedare mas blanco que la nieve.
Estas palabras no necesitan comentarios. Hablan por si solas y revelan la verdad de la fragilidad moral del hombre.
El hombre se declara culpable ante Dios porque sabe que el pecado es contrario a la santidad de su creador.
Pero el hombre pecador sabe también que Dios es Misericordia, y que su Misericordia es infinita. Que esta dispuesto a perdonar y justificar una y otra vez al pecador.
HOMILÍA DEL SANTO PADRE
Misa en la Plaza de San Pedro para la canonización
DE MARÍA SR Faustina Kowalska
DE MARÍA SR Faustina Kowalska
Domingo, 30 de abril 2000
. 1 "bono Confitemini Domino quoniam, quoniam en saeculum misericordia eius"; "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque su amor perdura para siempre" ( Salmo 118: 1). Así canta la Iglesia en la Octava de Pascua, como si la recepción de los labios de Cristo estas palabras del Salmo; de los labios de Cristo resucitado, que lleva el gran mensaje de la misericordia divina y confía su ministerio a los Apóstoles en el Cenáculo:. "La paz esté con ustedes como el Padre me ha enviado, así también os envío yo .... Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes retengáis los pecados, les quedan retenidos »(. Jn20, 21-23).
Antes de pronunciar estas palabras, Jesús muestra sus manos y el costado. Señala, es decir, a las heridas de la Pasión, sobre todo la herida en su corazón, la fuente de la que brota la gran ola de misericordia derrama sobre la humanidad. A partir de ese corazón sor Faustina Kowalska, los bienaventurados los que a partir de ahora vamos a llamar a un santo, verá dos rayos de luz que brillan de que el corazón y que iluminan el mundo: "Los dos rayos" , Jesús mismo explicó a ella un día, "representar sangre y agua " ( Diario,Libreria Editrice Vaticana, p. 132). 2. La sangre y el agua! pensamos inmediatamente en el testimonio dado por el evangelista Juan, que, cuando un soldado en el Calvario atravesó el costado de Cristo con su lanza, ve sangre y el agua que fluye de ella (cf. Jn 19, 34). Por otra parte, si la sangre evoca el sacrificio de la Cruz y el don de la Eucaristía, el agua, en el simbolismo de Juan, representa no sólo el Bautismo, sino también el don del Espíritu Santo (cf. Jn 3: 5; 4: 14; 7 : 37-39).
La Divina Misericordia llega a los seres humanos a través del corazón de Cristo crucificado: "Hija mía, dicen que soy yo el amor y la misericordia personificados" , Jesús le preguntará sor Faustina ( Diario, 374 p.). Cristo derrama esta misericordia a la humanidad de que el envío del Espíritu que, en la Trinidad, es la Persona-Amor. Y no es "segundo nombre" la misericordia de amor (cf. Dives in misericordia , n. 7), entendido en su oferta aspecto más profundo y, en su capacidad para asumir la carga de la necesidad y, sobre todo, en su inmensa capacidad perdón?
Hoy mi alegría es verdaderamente grande en la presentación de la vida y el testimonio de sor Faustina Kowalska a toda la Iglesia como un don de Dios para nuestro tiempo. Por la Providencia divina, la vida de este humilde hija de Polonia fue completamente ligada a la historia del siglo 20, el siglo que acabamos de dejar atrás. De hecho, fue entre la Primera y la Segunda Guerras Mundiales que Cristo confió su mensaje de misericordia a ella. Aquellos que recuerdan, que fueron testigos y participantes en los acontecimientos de aquellos años y los horribles sufrimientos que causaron para millones de personas, saben bien cuán necesario era el mensaje de misericordia.
Jesús le dijo a Sor Faustina: "La humanidad no encontrará paz hasta que se dirija con confianza a la misericordia divina" ( Diario,132 p.). A través de la obra de la religiosa polaca, este mensaje se ha vinculado para siempre al siglo 20, el último del segundo milenio y el puente a la tercera. No es un mensaje nuevo, pero se puede considerar un don de iluminación especial que nos ayuda a revivir el Evangelio de Pascua con mayor intensidad, para ofrecerlo como un rayo de luz para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
3. ¿Qué harán los próximos años nos traen? ¿Cuál será el futuro del hombre en la tierra será? No se nos da a conocer. Sin embargo, lo cierto es que, además de un nuevo progreso allí lamentablemente habrá falta de experiencias dolorosas. Pero la luz de la misericordia divina, que el Señor de una manera deseaba regresar al mundo a través carisma de Sor Faustina, iluminará el camino para que los hombres y mujeres del tercer milenio.
Sin embargo, como una vez lo hizo a los apóstoles, también hoy la humanidad debe la bienvenida en el aposento alto de la historia del Cristo resucitado, que muestra las heridas de su crucifixión y repite: ¡Paz a vosotros! La humanidad debe dejarse tocar y penetrado por el Espíritu dado a ella por Cristo resucitado. El Espíritu es el que sana las heridas del corazón, derriba las barreras que nos separan de Dios y nos dividen unos de otros, y al mismo tiempo, restaura la alegría del amor del Padre y de la unión fraterna. 4.Es importante entonces que aceptamos todo el mensaje que nos viene de la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que de ahora en adelante en toda la Iglesia se llama "Domingo de la Misericordia". En las diversas lecturas, la liturgia parece para indicar el camino de la misericordia que, mientras que el restablecimiento de la relación de cada persona con Dios, también crea nuevas relaciones de solidaridad fraterna entre los seres humanos. Cristo nos ha enseñado que "el hombre no sólo recibe y experimenta la misericordia de Dios, sino que también se llama" a practicar la misericordia "hacia los demás:" Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia "( Mt 5: 7) "( inmersiones in misericordia , n. 14). También nos mostró los muchos caminos de misericordia, que no sólo perdona los pecados, pero se extiende a todas las necesidades humanas. Jesús se inclinó sobre toda clase de pobreza humana, material y espiritual.
Su mensaje de misericordia nos sigue llegar a través de sus manos extendidas al hombre que sufre. Así es como sor Faustina lo vio y lo proclamó a las personas en todos los continentes cuando, escondido en su convento de Lagiewniki libras en Cracovia, hizo su vida un canto a la misericordia: Misericordias Domini in aeternum cantabo.
5. canonización de sor Faustina tiene una elocuencia particular: por este acto me propongo hoy para transmitir este mensaje al nuevo milenio. Lo paso a todas las personas, para que puedan aprender a conocer cada vez mejor el verdadero rostro de Dios y el verdadero rostro de sus hermanos.
De hecho, el amor de Dios y el amor de los hermanos y hermanas de uno son inseparables, como la Primera Carta de Juan nos ha recordado: "En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos" (5 : 2).Aquí el apóstol nos recuerda la verdad del amor, que nos muestra su medida y criterio en la observancia de los mandamientos.
No es fácil amar con un amor profundo, que se encuentra en el auténtico don de sí mismo. Este amor sólo puede ser aprendido por penetrar en el misterio del amor de Dios. En cuanto a él, ser uno con su corazón de Padre, somos capaces de mirar con nuevos ojos a nuestros hermanos y hermanas, con una actitud de generosidad y solidaridad, de generosidad y de perdón. Todo esto es la misericordia!
En la medida en que la humanidad penetra en el misterio de esta mirada misericordiosa, parecerá posible cumplir con el ideal que hemos escuchado en la primera lectura de hoy: ". La comunidad de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma Ninguno de ellos reclamó nada como suyo propio , sino que todo se llevó a cabo en común "( Hch 4, 32). Aquí misericordia dio forma a las relaciones humanas y la vida comunitaria; que constituía la base para el intercambio de mercancías. Esto llevó a las "obras de misericordia espirituales y corporales". Aquí la misericordia se convirtió en una forma concreta de ser "vecino" a uno de los hermanos más necesitados. 6. Sor Faustina Kowalska, escribió en su diario: "Me siento un tremendo dolor cuando veo a los sufrimientos de mis vecinos Todos los sufrimientos de mi prójimo resuenan en mi corazón, yo llevo su angustia en mi corazón de tal manera que me destruye incluso físicamente. . Me gustaría que todas sus penas caigan sobre mí, con el fin de aliviar mi prójimo " ( Diario, p. 365).Este es el grado de compasión a la que conduce el amor, cuando se necesita el amor de Dios como su medida!
Es este amor que debe inspirar a la humanidad hoy en día, si se trata de hacer frente a la crisis del sentido de la vida, los desafíos de las más diversas necesidades y, sobre todo, el deber de defender la dignidad de toda persona humana. Así, el mensaje de la misericordia divina es también implícitamente un mensaje sobre el valor de cada ser humano. Cada persona es preciosa a los ojos de Dios; Cristo dio su vida por cada uno; a todo el mundo que el Padre da su Espíritu y ofrece intimidad.
7. Este mensaje consolador se dirige sobre todo a quienes, afligidos por una prueba particularmente dura o aplastado por el peso de los pecados que cometieron, han perdido toda la confianza en la vida y se ven tentados a ceder a la desesperación. A ellos se ofrece el dulce rostro de Cristo; esos rayos de su corazón tocarlos y brillan sobre ellos, entrar en calor, les muestran el camino y los llenan de esperanza. ¿Cuántas almas se han consolado ya la invocación " Jesús, confío en ti ", que la Providencia dio a entender a través de sor Faustina! Este simple acto de abandono a Jesús disipa las nubes más densas y permite un rayo de luz penetra en cada vida. Jezu, tobie ufam.
. 8 Misericordias Domini in aeternum cantabo ( Sal 88 [89]: 2). También nosotros, la Iglesia peregrina, unimos nuestra voz a la voz de María santísima, "Madre de la Misericordia", la voz de este nuevo santo que canta la misericordia con todos los amigos de Dios en la Jerusalén celestial.
Y tú, Faustina, un don de Dios para nuestro tiempo, un regalo de la tierra de Polonia a toda la Iglesia, nos obtenga un conocimiento de la profundidad de la misericordia divina; nos ayudan a tener una experiencia de vida de ella y para dar testimonio de que entre nuestros hermanos y hermanas. Que su mensaje de luz y esperanza extendido por todo el mundo, estimulando a los pecadores a la conversión, rivalidades calmantes y el odio y la apertura de los individuos y de las naciones a la práctica de la fraternidad. Hoy en día, la fijación de la mirada con usted en el rostro de Cristo resucitado, hagamos nuestra propia oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza: Cristo Jesús, confío en ti! Jezu, tobie ufam!
Papa Francisco: "La misericordia que hemos usado hacia los demás se utilizará también con nosotros"
A veces nosotros somos rápidos en juzgar, clasificar, poner aquí los buenos, y allá los malos... En cambio, Dios sabe esperar. Él ve en el "campo" de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la mugre y el mal, pero también ve las semillas del bien y mira hacia adelante con confianza que maduren. Dios es paciente y sabe esperar.
Y es gracias a esta paciente esperanza de Dios que la misma cizaña, al final, puede llegar a ser buen grano.
Con el tiempo, de hecho, el mal será eliminado y borrado: en época de cosecha, es decir en el juicio, los segadores seguirán las órdenes del patrón separando la cizaña para quemarla (cf. Mt 13,30). En ese día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquel que sembró el buen grano en el mundo y que se convirtió el mismo en "grano de trigo," murió y resucitó. Al final todos seremos juzgados con la misma medida con la que juzgamos: la misericordia que hemos usado hacia los demás se utilizará también con nosotros. Le pedimos a la Virgen María, nuestra madre, ayudarnos a crecer en paciencia, esperanza y misericordia.
SAN JUAN EUDES Apóstol de la Misericordia
"Jesús es el corazón humano de Dios"
http://www.eudistes.org/Biografiaje.htm
El P. Eudes parte de un principio unificador: el cuidado y ocupación principal de todo bautizado consiste en formar y establecer (a Jesús) dentro de nosotros, en hacer que allí viva y reine. Porque ser cristiano y ser santo es una misma cosa. Pero sitúa siempre, así sea de modo latente, este leitmotif espiritual sobre el telón de fondo de una misericordia comprometida y eficaz. Encontramos aquí una coherencia radical entre vida concreta y doctrina espiritual, un engranaje perfecto entre la propia experiencia existencial, el apostolado misionero, las fundaciones, la doctrina de la misericordia y la espiritualidad del Corazón de Jesús y María.
http://www.eudistes.org/Biografiaje.htm#El camino
El camino de la misericordia
Porque la historia no se quedá en la anécdota. En un momento crítico de su propia vida y de la historia, Juan Eudes sabría apostar definitivamente por el camino de la misericordia; y al hacerlo así, apostaría por la santidad verdadera. Puede decirse que la misericordia lo hizo misionero y lo motivó a entregar su vida entera a un empeño que constituyó como la espina dorsal de su ministerio: desde 1627 a 1680, año de su muerte, jamás supo lo que fue el descanso. Juan Eudes sería, ante todo y por encima de todo, un sacerdote misionero, como gustaba firmar sus cartas.
http://www.eudistes.org/Biografiaje.htm#Maestro
Maestro de la misericordia
Decir Bien - bendecir, No decir mal - maldecir.
Porque nuestro santo no se contenta con ser, él mismo, coherente; su deseo es que todos los cristianos se dejen llenar por ese espíritu de la misericordia divina, su anhelo es que todos los bautizados, especialmente los sacerdotes, sean también "misioneros de la misericordia". La pasión por el reinado de Jesús en los corazones de los hombres, realmente lo devora. Conociendo bien la penosa situación, moral y espiritual, del clero y del pueblo cristiano de la época, percibe y siente en todo su ser la urgencia de la evangelización y de la formación de buenos obreros para llevar adelante un servicio eficaz del evangelio. Y a esa doble tarea dedica lo mejor de sus esfuerzos.
"Jesús es el corazón humano de Dios"
http://www.eudistes.org/Biografiaje.htm
El P. Eudes parte de un principio unificador: el cuidado y ocupación principal de todo bautizado consiste en formar y establecer (a Jesús) dentro de nosotros, en hacer que allí viva y reine. Porque ser cristiano y ser santo es una misma cosa. Pero sitúa siempre, así sea de modo latente, este leitmotif espiritual sobre el telón de fondo de una misericordia comprometida y eficaz. Encontramos aquí una coherencia radical entre vida concreta y doctrina espiritual, un engranaje perfecto entre la propia experiencia existencial, el apostolado misionero, las fundaciones, la doctrina de la misericordia y la espiritualidad del Corazón de Jesús y María.
El camino de la misericordia
Porque la historia no se quedá en la anécdota. En un momento crítico de su propia vida y de la historia, Juan Eudes sabría apostar definitivamente por el camino de la misericordia; y al hacerlo así, apostaría por la santidad verdadera. Puede decirse que la misericordia lo hizo misionero y lo motivó a entregar su vida entera a un empeño que constituyó como la espina dorsal de su ministerio: desde 1627 a 1680, año de su muerte, jamás supo lo que fue el descanso. Juan Eudes sería, ante todo y por encima de todo, un sacerdote misionero, como gustaba firmar sus cartas.
http://www.eudistes.org/Biografiaje.htm#Maestro
Maestro de la misericordia
Decir Bien - bendecir, No decir mal - maldecir.
Porque nuestro santo no se contenta con ser, él mismo, coherente; su deseo es que todos los cristianos se dejen llenar por ese espíritu de la misericordia divina, su anhelo es que todos los bautizados, especialmente los sacerdotes, sean también "misioneros de la misericordia". La pasión por el reinado de Jesús en los corazones de los hombres, realmente lo devora. Conociendo bien la penosa situación, moral y espiritual, del clero y del pueblo cristiano de la época, percibe y siente en todo su ser la urgencia de la evangelización y de la formación de buenos obreros para llevar adelante un servicio eficaz del evangelio. Y a esa doble tarea dedica lo mejor de sus esfuerzos.
Que Yo sea santo, esa es la voluntad de Dios, pero para cumplirla
se necesita la justicia, el verdadero amor, que no se corrompa el amor, que se
viva la verdad de Dios, nuestra libertad, nuestra entrega, celo por salvarnos y
por salvar a todos, padre, madre, hermanos... amigos... enemigos ...
creyentes.... no creyentes.... todos.
Jesús en ti confió
LA MISERICORDIA DIVINA
Un amor que en contacto con el mal y en particular con el pecado
del hombre, se manifiesta como Misericordia
Su fundamento es el Amor del Padre que esta dispuesto a
perdonarnos a pesar de todas las dificultades.
Su autor: El Espíritu Santo, en quien la vida íntima de Dios
uno y trino se hace enteramente don.
Su medio es el misterio salvifico: La muerte y resurrección de
Cristo como inefable expansión de la Comunión del Padre del Hijo y del Espíritu
Santo.
El papa Wojtyła, ha afirmado "proclamaba proféticamente que 'en la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre la felicidad'".
Pero dada la condición pecadora del hombre caído, este misterio habrá de completarse con la Iniciativa Salvadora del Padre, la respuesta de amor sin medida del Hijo y la acción vivificante y santificadora del Espíritu Santo.
LA GLORIA DEL PADRE
Esta iniciativa del Padre incluye el misterio de la Misericordia de un Dios padre de los hombres. La Infinita MISERICORDIA que el Padre experimenta por el hombre pecador. La iniciativa del Padre por salvar al hombre. Su intención de transformar a los hombres y devolverlos a Dios. El Don de su propio Hijo hecho por el Padre al mundo y el DON del Hijo al mundo, el Espíritu Santo.
Esta voluntad del Padre incluye el designio del Padre de curar y salvar a su criatura en su Hijo hecho hombre en contacto humano con los pecadores. En Cristo Jesús, Dios salva y cura al hombre y llega a ser verdaderamente su Padre. ‘tanto amo Dios al mundo que le dio a su Hijo Único’.
Si el Padre ama con locura divina a su Hijo unigénito y el Hijo le corresponde con locura divina y humana, ese amor sustancial del Padre y del Hijo que es la Persona del Espíritu Santo se extiende en Cristo a la criatura humana y la envuelve en el amor divino que no tiene limite.
Modelados en cierta manera por la Vida Trinitaria, serán los verdaderos adoradores de Dios. ‘Adoradores en Espíritu y en Verdad’. Esto quiere decir que adoraran al Padre según su Espíritu y en conformidad verdad divina traída por Aquel que es la única Verdad y el Revelador autentico del mundo divino.
CREER EN LA MISERICORDIA
La Misericordia en sí misma, en cuanto perfección de Dios
infinito, es también infinita.
Por parte del hombre puede limitarla únicamente la falta de buena
voluntad, la falta de prontitud en la conversión y en la penitencia, es decir, perdurar
en la obstinación, oponiéndose a la gracia y a la verdad, especialmente
frente al testimonio de la cruz y de la resurrección de Cristo.
La bendita vergüenza de la confesión.
El segundo Domingo de Pascua, ocho días después de su resurrección Cristo se presenta a sus Apóstoles por segunda vez sopla sobre ellos y les da el Espíritu Santo para que PERDONEN LOS PECADOS.
Pasaron 20 siglos y ahora el El segundo Domingo de Pascua es el Domingo de la Misericordia. Y así nos la explica el Papa Francisco.
La confesión no es
llevar la ropa sucia a la tintorería. La confesión es un encuentro con Cristo.
El papa Francisco inició su homilía del 29/04/13 con una reflexión sobre la primera carta de San Juan (1, 5-2, 2), en la que el apóstol «se dirige a los primeros cristianos, y lo hace con sencillez: "Dios es luz y en Él no hay tiniebla alguna". Pero "si decimos que estamos en comunión con Él y andamos en tinieblas, somos mentirosos y no practicamos la verdad". Y a Dios se le debe adorar en espíritu y en verdad».
"¿Qué
quiere decir --preguntó el papa--, caminar en la oscuridad? Porque todos
tenemos oscuridad en nuestras vidas, incluso momentos en los que todo, incluso
en la propia conciencia, es oscuro, ¿no? Caminar en la oscuridad
significa estar satisfecho consigo mismo. Estar convencidos de no necesitar
salvación. ¡Esas son las tinieblas!".
"Si
afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no
está en nosotros". Miren sus pecados, nuestros pecados: todos
somos pecadores, todos. Este es el punto de partida".
"Si
confesamos nuestros pecados --dijo el papa--, Él es fiel, es justo tanto
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Sí, hace justicia primero a sí mismo, porque Él ha venido a salvar, y cuando
nos perdona hace justicia a sí mismo. «Soy tu salvador» y nos acoge".
Lo hace
en el espíritu del Salmo 102: "Como un padre es tierno con sus hijos,
así es el Señor, y tierno con los que le temen", con los que vienen a Él.
La ternura del Señor. Siempre nos entiende, pero no nos deja hablar: Él lo sabe
todo. «No te preocupes, vete en paz», la paz que sólo Él da".
Esto es
lo que "sucede en el sacramento de la reconciliación. Tantas veces --dijo
el papa--, pensamos que ir a la confesión es como ir a la lavandería. Pero
Jesús en el confesionario no es una lavandería".
La
confesión «es un encuentro con Jesús que nos espera como somos.
"Pero, Señor, mira, yo soy así". Estamos avergonzados de decir la
verdad: hice esto, pensé en aquello. Pero la vergüenza es una verdadera virtud
cristiana, e incluso humana. La capacidad de avergonzarse: no sé si en italiano
se dice así, pero en nuestra tierra a los que no pueden avergonzarse le dicen "sinvergüenza".
Este es uno sin "vergüenza", porque no tiene la capacidad de
avergonzarse. Y avergonzarse es una virtud del humilde».
El sacerdote perdona, bendice, consagra, da a Cristo porque es Cristo por su ministro sacerdotal que perdona a los que no creen, a los que no aman, a los que no quieren saber de Él, pero ayuda a creer, a amar a buscar, a encontrar a Dios.
VIVIR EN LA MISERICORDIA
Ver siempre a Dios como Padre de Misericordia, quienes lo ven así,
no pueden vivir sino convirtiéndose constantemente a El. Viven “In statu
conversionis”, en una constante conversión interior, no sólo como acto
momentáneo, sino también como disposición estable, como estado de ánimo.
SER MISERICORDIOSO. Que Su Amor nos haga cargar sobre nuestros hombros las necesidades de de los
otros.
La conversión consiste en descubrir su Misericordia, ver siempre a
Dios como Padre de Misericordia, y su fruto natural es también ser
misericordioso, usar misericordia con los demás, con lo cual el que la da queda
siempre como el más beneficiado. Se
hace acreedor a la misericordia.
ALCANZAR MISERICORDIA
Si todas la Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña indican el
camino de la conversión y del cambio de vida, la que se refiere a los
misericordiosos es a este respecto particularmente elocuente.
El hombre alcanza el amor misericordioso de Dios, su Misericordia,
en cuanto el mismo interiormente se transforma en el espíritu de tal amor
hacia el prójimo.
Este proceso espiritual no es una transformación realizada una vez
para siempre, sino que constituye todo un estilo de vida, una característica
esencial y continua de la vida cristiana.
MEDIOS PARA ACRECENTARLA
Acercarnos a Cristo, detenernos en su Corazón que hace sensible y
más accesible en el plano humano la revelación del Amor Misericordioso del
Padre e imitarlo en sus obras. Ayudados por la meditación constante de la
Palabra de Dios. Y sobre todo la participación consciente y madura en la Eucaristía y en el sacramento de la Penitencia.
EL SECRETO PARA ATRAER A LAS ALMAS
"¿ Y como atraer a los sacerdotes el mundo de las almas que se pierden arrebatadas por la corriente de la impureza, de la vanidad, de la soberbia y de las malas pasiones?, - Solo siendo otros Yo - solo trarnsformandose plenamente en Mi, para tener esa virtud de atracción divina que solo Yo poseo por haberla recibido del Padre, una sola Divinidad Conmigo".
Solo Yo tengo ese atractivo santo que santifica, ese imán divino que atrae a lo puro, a lo recto, a lo elevado, a lo santo. Solo Yo comunico el alejamiento de la tierra y se elevar a las almas a las regiones superiores. Solo Yo tengo el poder de transformar a las almas y de trazarles el camino, que soy Yo mismo, para que entrando por el sendero que conduce al cielo, se salven. Solo Yo tengo influjo divino para subyugar a los corazones. Solo Yo tengo medios y riquezas desconocidas par atraer, para convencer, para convertir, para transformar.
Pero si los sacerdotes son otros Yo, si se transforman en MI, también ellos tendrán todas esa prerrogativas que Yo tengo; y sin salir de Mi, unificados en Mi, y por lo mismo en la unidad de la Trinidad, obraran cosas estupendas, milagros de verdaderas conversiones, y sus palabras tendrán eficacia, porque sera Mi palabra; y sus obras serán mis obras, todas sobrenaturales y divinas; y su querer sera el mio; y su voluntad mi voluntad y la de mi Padre.
!oh! !y que grandes tesoros, muchos que se ven y otros que la inteligencia humana no alcanza a comprender en la tierra, se le ofrecen al sacerdote transformado en MI!. Entonces sele comunica esa virtud de atracción, ese atractivo santo que, cautivando a las almas por lo que es Mio, las santifique y las salve. Volveré entonces a la tierra en mis sacerdotes como tanto lo anhelo y cambiara la faz del mundo y de los corazones.
Y es necesario que esto sea un hecho, es de todo punto indispensable que Yo no solo me refleje en mis sacerdotes , sino que ellos sean Yo mismo , unos conmigo, para evangelizar de nuevo a las multitudes, pero que exhalen ellos el perfume divino de su maestro.
!Quiero apóstoles, quiero mártires, no tan solo de sangre, sino por el cumplimiento de sus deberes; martirios de amor, martirios de paciencia y abnegación ocultas en Mi servicio!. !Vendrán legiones de sacerdotes santos, que santifiquen, de sacerdotes otros Yo, todos impregnados del Espíritu Santo.
Sin duda que ya los hay, de lo contrario, se hubiera hundido el mundo, puesto que son el pararrayos de mi justicia y los que compensan - en lo posible - las faltas, los pecados, las miserias e ingratitudes de la tierra. ?No he dicho que ya los siente mi pecho, que ya recibo el incienso de sus sacrificios y el aroma de su fervor?.
Unos sacerdotes suplen lo que a otros les falta, pero eso no me satisface, sino que quiero A TODOS mis sacerdotes puros, santos y perfectos. Quiero a todos mis sacerdotes transformados en un solo sacerdote, EN MI; QUIERO HACER DE TODAS LAS ALMAS UNA SOLA ALMA CON LA MÍA. un solo corazón con el mio, un mismo espíritu de atracción que es el Mio; Porque es el Espíritu Santo, todo amor, el que atrae y el que suavisimamente subyuga, el que derrama un ambiente de unción divina, de virtud sobrenatural que fascina a las almas y las convierte.
ÚNICA SOLUCIÓN.
!Oh! Si todos mis sacerdotes fueran otros Yo, si todos se transformaran en Mi, les aseguro que habría una evolución santa en el mundo y se contrarrestaría el mal que hoy avasalla a las almas!
Que no se busquen otros medios PARA LA RENOVACIÓN moral, espiritual y social, sino la transformación de los sacerdotes en Mi.
La generacional del mundo, de los pueblos y las sociedades solo esta en la transformación de los sacerdotes en Mi. Ese día cesaran las discordias que asuelan a las naciones, porque solo mi Espíritu UNE, y es lo que falta en le mundo: unión. unión de caridad, unión de voluntades, unión en Mi. Pero por razón de su estado y por motivos de justicia, debe comenzar esa unión por la unidad de los sacerdotes en Mi.
LAS OBJECIONES:
PERSISTENCIA DEL MAL.
Para muchos ateos la existencia del mal es el argumento que niega la existencia de un Dios bueno, sabio, poderoso, providente.
Una cosa es la maldad, y esa no cabe en un Dios amor, y otra cosa son los males que el mismo puede permitir y hasta mandar para corregir nuestra maldad. De esto esta llena la historia del Pueblo d Israel, siempre que el pueblo se aparto de Dios lo corrigió fuertemente, como un padre corrige a su hijo.
Llega da la plenitud de los tiempos el Hijo de Dios cargo sobre sus hombros nuestros males para librarnos de ellos.
Solamente en su cumplimiento escatologico el amor vencerá en
todos los elegidos las fuentes más profundas del mal, dando como fruto
maduro el reino de la vida, de la santidad y de la inmortalidad gloriosa cuando
Dios “enjugará las lágrimas de nuestros ojos ; no habrá ya muerte, ni luto, ni
llanto, porque las cosas de antes han pasado”.
El fundamento de tal cumplimiento escatologico esta encerrado ya
en la cruz de Cristo, en su muerte y en su resurrección que corona la entera
revelación del amor misericordioso en el mundo sujeto al mal.
En el cumplimiento escatologico la misericordia se revelara como
amor, mientras que en la temporalidad, en la historia del hombre el amor debe
revelarse y actuarse ante todo como Misericordia.
El Hijo de Dios ha experimentado en sí mismo, de manera radical la
misericordia, es decir, el Amor del padre que es más fuerte que la muerte. Y
es el Mismo Cristo el que al término de su misión mesiánica se revela como fuente
inagotable de misericordia más fuerte que el pecado.
El Cristo pascual es la encarnación
definitiva de la Misericordia, su signo viviente: histórico, salvifico y
a la vez escatologico.
UN ACTO UNILATERAL
Los juicios humanos consideran a la misericordia como un acto
unilateral que presupone y mantiene “la distancia” entre el que usa
misericordia y el que la recibe. Deriva de ahí la pretensión de liberar
de la misericordia las relaciones interhumanas y sociales, y basarlas
únicamente en la justicia.
La esencia de la justicia tiende por su naturaleza, no en
aniquilar al enemigo, limitar su libertad y hasta imponer una dependencia
total, sino a establecer la igualdad y la equiparación entre las partes en
conflicto.
La auténtica misericordia es la más perfecta encarnación de la
igualdad entre los hombres y también la fuente más profunda de la justicia.
El amor y la misericordia logran que los hombres se encuentren
entre sí en ese valor que es el mismo hombre con la dignidad que le es propia.
“Este hijo mio, estaba muerto y ha resucitado, estaba
perdido y ha sido encontrado”.
INDULGENCIA CON EL MAL
Cristo subraya con tanta insistencia la necesidad de perdonar a
los demás que a Pedro que le había preguntado cuántas veces tenía que perdonar,
le indicó la cifra simbólica “setenta veces siete”, queriendo decir con ellos
que debía saber perdonar a todos y siempre.
Es obvio que una exigencia tan grande de perdonar no anula las
exigencias objetivas de la justicia. No significan indulgencia para con
el mal, para con el escándalo, el ultraje, la injuria, que deben ser
reparados, evitados, como condición del perdón.
La estructura fundamental de la justicia penetra siempre en el
campo de la misericordia. Sin embargo tiene la fuerza para conferir a la
justicia un contenido nuevo: El Amor de aquel que perdona y la dignidad de
aquel que es perdonado, que no puede dejarse perder y cuya afirmación o cuyo
reencuentro es fuente de la mas grande alegría.
EL PERDÓN
El perdón atestigua que en el mundo esta presente el amor más
fuerte que el pecado. Precisamente en nombre de este misterio Cristo nos
enseña a perdonar siempre a aquellos que son culpables de algo respecto a
nosotros y también a usar misericordia acerca de nosotros mismos.
La conciencia de ser deudores unos de otros va pareja con la
llamada a la solidaridad fraterna que San Pablo expresa en la invitación
concisa “a soportarnos mutuamente con amor”
EL MUNDO
El mundo de los hombres puede hacerse ¨cada vez más humano¨,
solamente si en todas las relaciones recíprocas que plasman su rostro moral
introducimos el momento del perdón tan esencial al Evangelio.
Por eso la Iglesia debe considerar como uno de sus deberes
principales - en cada época de la historia y especialmente en la edad
contemporánea - el de proclamar e introducir en la vida el misterio de
la misericordia, revelado en sumo grado en Cristo Jesús, no sólo para la
Iglesia en cuanto comunidad de creyentes, sino para todos los hombres, para
quienes en cierto sentido también es la fuente de una vida
diversa de la que el hombre, expuesto a las fuerzas prepotentes de la
triple concupiscencia que obran en el, esta en condiciones de construir.
IMPLORAR LA MISERICORDIA
La Iglesia tiene el derecho y el deber de recurrir al Dios de la
Misericordia implorandola frente a todas las manifestaciones del mal físico y
moral, ante todas las amenazas que pesan sobre todo el horizonte de la vida de
la humanidad contemporánea.
El hombre contemporáneo se interroga con frecuencia, con ansia profunda, sobre la solución de las terribles tensiones que se han acumulado
sobre el mundo y no se atreve a pronunciar la palabra “misericordia”, porque
no encuentra su equivalente en su conciencia privada de todo contenido
religioso. Y precisamente por eso se hace mas necesario que la Iglesia
pronuncie esta palabra , no sólo en nombre propio, sino también en nombre de
todos los hombres contemporáneos.
Es pues necesario que todo cuanto he dicho en este documento
(Dives in misericordia), se transforme continuamente en una ferviente
plegaria: Un grito que implore la misericordia, un grito que condense toda
la verdad sobre la misericordia que se hallan en la Escritura, en la tradición
y en la auténtica vida de fe de tantas generaciones del Pueblo de Dios. Con tal
grito nos volvemos al Dios que no puede despreciar nada de lo que ha
creado, que es fiel a sí mismo, a su paternidad y a su amor.
PROCLAMAR LA MISERICORDIA
En el Nombre de Jesucristo crucificado y resucitado, elevemos
nuestra voz y supliquemos que en esta etapa de la historia se
revele una vez más aquel Amor que esta en el Padre y que
por obra del Hijo y del Espíritu Santo se haga presente en el mundo
contemporáneo como más fuerte que el mal: más fuerte que el pecado y la
muerte.
Supliquemos por medio de aquella que no deja de proclamar “la misericordia de generación en generación”, y también de aquellos en quienes se han cumplido hasta el final las palabras del Sermón de la Montaña:
“ Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán
misericordia”.
En el Nombre Del Padre Universal que es fiel a sí mismo, a su
paternidad y a su amor creamos en su Misericordia.
Junto con el Hijo muerto y resucitado Imploremos la Misericordia
divina para todos.
Con la fuerza del Espíritu Santo proclamemos al Misericordia
infinita de Dios a nuestros contemporáneos, con la intercesión de María, y
de Juan Pablo II.
Que al llegar a los altares (quizá octubre 20 de este mismo año),
inunde “su mundo contemporáneo” de la Misericordia de la que ha sido el
pregonero en nuestros tiempos.
SU AMOR NOS HA RECONCILIADO CON EL PADRE
Un camino en cuyo final está el Dios hecho hombre, el
misterio de la Encarnación. ‘Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo para salvarlo’. Todos
nosotros los cristianos, que hemos recibido la fe, dijo, "tenemos que
transmitirla, proclamarla con nuestra vida, con nuestra palabra".
¿Pero
cuál es esta fe fundamental?, se preguntó Francisco. A lo que respondió: “Es la
fe en Jesús resucitado, en Jesús que ha perdonado nuestros pecados con su
muerte y nos ha reconciliado con el Padre".
Vivo Yo, ya no Yo, es Cristo quien vive en Mi, porque vivo en la Fe de Jesús que me amo y se entrego por mi. Porque El es el centro de mi vida. En el pienso, a a El amo, a El sirvo.
"Cristo está vivo" y está "¡vivo también entre nosotros!", reiteró Francisco, quien a la vez exhortó a los cristianos a tener el valor de proclamar su resurrección, la Buena Nueva.
Sin embargo Dios no es un ‘padre complaciente’. Siempre que Israel
se apartó de Él, le mandó un castigo, hasta serpientes que lo mordieran, pero
después de corregir su falta siempre lo salvo.
A Moisés le mandó hacer una serpiente de bronce y colocarla en un
palo en lo alto, para que todo el que la viera no muriera. Jesús refiriéndose a
este pasaje de la Escritura se lo aplica a sí mismo cuando le explicaba
a Nicodemo que no podía comprender cómo podría nacer de nuevo.
A Dios nadie lo ha visto, sino el Hijo que esta en el Seno del
Padre. Yo no he venido a condenar al mundo sino a salvarlo, porque Tanto
amó Dios al mundo que le dio a su Hijo para salvarlo. Yo seré levantado en
la cruz para que todo el que crea en Mí tenga la vida eterna.
Desde el principio, en su lógica divina, Dios había aceptado el
sacrificio de los inocentes en favor de los culpables. Desde el justo Abel,
hasta los mártires cristianos de los 3 primeros siglos y los recientes de la
persecución religiosa en México a partir de 1926, y tantas otras en toda la
tierra. Y así ha nacido y renacido la Iglesia constantemente.
Pero todo esto no es más que la consecuencia del Sacrificio de su
Hijo. En el tiene valor todos los sacrificios, desde el sacrificio de Abraham,
los sacrificios del Antigua Testamento que ya prefiguraban el de Cristo, hasta
el sacrificio diario de la Eucaristía y de las almas con que su Iglesia
perpetúa el sacrificio de la Cruz.
LOS ESPOSOS
Todos
nosotros los cristianos, que hemos recibido la fe, "tenemos que
transmitirla, proclamarla con nuestra vida, con nuestra palabra". Pero hay
un lugar en el que este amor heredado de Cristo vivo y actuante entre nosotros
se hace más cotidiano, más visible, más extendido, más palpable, más elocuente.
Es el matrimonio cristiano, prolongado en todos los amores que de
él se derivan. El sacramento que consagra en Cristo a dos para siempre.
Solo así se desarrolla y crece el amor, viviendo un compromiso con la
fidelidad, viviendo en la delicadeza, el diálogo, el respeto, la alegría, la
escucha diaria, la donación en la totalidad, porque Dios pide la totalidad y el
matrimonio pide la totalidad, es un deber. Les doy un mandamiento nuevo. ‘que
se amen’ como Yo los he amado, totalmente y para siempre.
LINKS ORIGINAL Señor de la MISERICORDIA
“Pinta una imagen según el modelo que ves,
con la frase: Jesús, en Ti confio” (Diario, 47).
con la frase: Jesús, en Ti confio” (Diario, 47).
“Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han
de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias.
Ese recipiente es esta imagen con la frase:
Jesús, en Ti confío” (Diario, 327).
de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias.
Ese recipiente es esta imagen con la frase:
Jesús, en Ti confío” (Diario, 327).
SU MIRADA ES LA DE CRUZ
HISTORIA DEL CUADRO DE JESÚS MISERICORDIOS
La casa donde fue pintado el primer cuadro con la imagen de Jesús Misericordioso.
En el fondo, la iglesia convertida por las autoridades soviéticas en una cárcel que funcionaba hasta el 2008.
En el fondo, la iglesia convertida por las autoridades soviéticas en una cárcel que funcionaba hasta el 2008.
El padre Sopocko encargó el cuadro de Jesús Misericordioso a principios de 1934 en Vilna
(Vilnius, Lituania), al pintor Eugeniusz Kazimirowski. El piso del padre Sopocko y el piso
de Kazimirowski junto con su estudio se encontraban en el mismo edificio. Sor Faustina
que permaneció en Vilna (véase la Casa de la Congregación) durante todo el periodo dedicado
a la pintura del cuadro, venía al estudio del pintor para dar indicaciones y los detalles
del aspecto del cuadro. Padre Sopocko personalmente se encargó de que el cuadro fuera
pintado exactamente según sus indicaciones. El lienzo, sobre el cual se representó la imagen,
se ajustó a las medidas de un marco viejo regalado anteriormente por una de las parroquianas.
El cuadro fue pintado durante unos seis meses, cuando ya estaba listo (véase Memorias p. Sopocko),
el p. Sopocko quería asegurarse de cómo tenía que ser introducido el texto en el cuadro.
Pidió a sor Faustina que lo preguntase al Señor Jesús:
(Vilnius, Lituania), al pintor Eugeniusz Kazimirowski. El piso del padre Sopocko y el piso
de Kazimirowski junto con su estudio se encontraban en el mismo edificio. Sor Faustina
que permaneció en Vilna (véase la Casa de la Congregación) durante todo el periodo dedicado
a la pintura del cuadro, venía al estudio del pintor para dar indicaciones y los detalles
del aspecto del cuadro. Padre Sopocko personalmente se encargó de que el cuadro fuera
pintado exactamente según sus indicaciones. El lienzo, sobre el cual se representó la imagen,
se ajustó a las medidas de un marco viejo regalado anteriormente por una de las parroquianas.
El cuadro fue pintado durante unos seis meses, cuando ya estaba listo (véase Memorias p. Sopocko),
el p. Sopocko quería asegurarse de cómo tenía que ser introducido el texto en el cuadro.
Pidió a sor Faustina que lo preguntase al Señor Jesús:
“Una vez el confesor (Padre Sopocko) me preguntó cómo debía ser colocada la frase, ya que todo eso no cabía en la imagen. Contesté que rezaría y que daría la respuesta la semana siguiente. Al alejarme del confesionario, y pasando cerca del Santísimo Sacramento, recibí el entendimiento interior de cómo debía ser la frase. Jesús me recordó lo que me había dicho la primera vez, es decir, que estas tres palabras debían ser puestas en evidencia. Las palabras son: Jesús, en Ti confío” (Diario, 327).
El texto dictado que constituye un elemento importante del cuadro fue puesto por el padre Sopocko en una placa colocada en la parte inferior del cuadro. A la petición expresa del Señor Jesús transmitida a sor Faustina, el padre Sopocko pidió el permiso para colgar el cuadro
en la Iglesia de San Miguel en Vilna, de la que era rector. El 4 de abril de 1937, con el permiso
del Metropolitano de Vilna, arzobispo Romuald Jalbrzykowski, el cuadro con la imagen
del Salvador Misericordioso, tras haber recibido la opinión positiva de los expertos,
fue colocado junto al altar principal de la Iglesia de San Miguel en Vilna, dónde los fieles
durante unos once años lo veneraron con gran respeto.
en la Iglesia de San Miguel en Vilna, de la que era rector. El 4 de abril de 1937, con el permiso
del Metropolitano de Vilna, arzobispo Romuald Jalbrzykowski, el cuadro con la imagen
del Salvador Misericordioso, tras haber recibido la opinión positiva de los expertos,
fue colocado junto al altar principal de la Iglesia de San Miguel en Vilna, dónde los fieles
durante unos once años lo veneraron con gran respeto.
Segunda comisión de expertos convocada en 1941 por la orden del Metropolitano,
afirmó que “El cuadro constituye una obra de arte y un ejemplo de arte contemporáneo
religioso de valor.” (Protocolo de la Comisión de la evaluación y la conservación del cuadro
de Jesús Misericordioso en la Iglesia de San Miguel de Vilna de 27 de mayo de 1941 firmado
por expertos: Profesor de la historia de arte dr. M. Morelowski, Profesor de dogmática
padre dr. L. Puchaty y el Conservador padre Dr P. Sledziewski). (véase Memorias p. Sopocko)
afirmó que “El cuadro constituye una obra de arte y un ejemplo de arte contemporáneo
religioso de valor.” (Protocolo de la Comisión de la evaluación y la conservación del cuadro
de Jesús Misericordioso en la Iglesia de San Miguel de Vilna de 27 de mayo de 1941 firmado
por expertos: Profesor de la historia de arte dr. M. Morelowski, Profesor de dogmática
padre dr. L. Puchaty y el Conservador padre Dr P. Sledziewski). (véase Memorias p. Sopocko)
El cuadro en la Iglesia de San Miguel (1937-1948)
En 1948 cuando el gobierno comunista cerró la Iglesia de San Miguel, el cuadro (sin el marco
con la placa con el texto) fue comprado en secreto del empleado lituano que liquidaba
las pertenencias del templo.
Dos adoradoras de la Misericordia Divina (una polaca y una lituana) conscientes del peligro
de las consecuencias en caso de que se enterasen las autoridades soviéticas, trasladaron
la imagen enrollada a un desván donde iba a esperar hasta que pasase el peligro.
Después entregaron el cuadro a la Iglesia del Espíritu Santo, donde fue depositado también
el mobiliario de la iglesia cerrada.
El párroco, el p. Jan Ellert no estuvo interesado ni en guardar el cuadro ni en exponerlo
– escondió el cuadro en el archivo, en las espaldas de la iglesia. No antes que en 1956,
un amigo del p. Sopocko: p. Józef Grasewicz quien volvió a Vilna después de haber sido encarcelado unos años en el campo de trabajo soviético decidió buscar el cuadro.
Además se puso en contacto con p. Sopoćko que estaba muy preocupado porque no podía conseguir información sobre la imagen de Jesus Misericordioso.
Padre Grasewicz recibió permiso de realizar su trabajo sacerdotal en Nowa Ruda.
Antes de abandonar Vilna pidió al parroco de la Iglesia de Espíritu Santo que regalase
el cuadro a su parroquia. El parroco lo acepto de buena gana. Padre Grasewicz llevó
el cuadro a la parroquia en Nowa Ruda y lo colgó en la iglesia manteniendo el secreto
de sus origenes.
Mientras tanto p. Sopoćko estaba pensando en la posibilidad de traer el cuadro a Polonia,
sin embargo dejó sus intentos cuando resultó que era una tarea peligrosa. A pesar de muchos cambios en la administración de la iglesia de Nowa Ruda, el cuadro permaneció
allí durante 30 años.
La iglesia de Nowa Ruda actualmente Bielorrusia (2012)
con la placa con el texto) fue comprado en secreto del empleado lituano que liquidaba
las pertenencias del templo.
Dos adoradoras de la Misericordia Divina (una polaca y una lituana) conscientes del peligro
de las consecuencias en caso de que se enterasen las autoridades soviéticas, trasladaron
la imagen enrollada a un desván donde iba a esperar hasta que pasase el peligro.
Después entregaron el cuadro a la Iglesia del Espíritu Santo, donde fue depositado también
el mobiliario de la iglesia cerrada.
El párroco, el p. Jan Ellert no estuvo interesado ni en guardar el cuadro ni en exponerlo
– escondió el cuadro en el archivo, en las espaldas de la iglesia. No antes que en 1956,
un amigo del p. Sopocko: p. Józef Grasewicz quien volvió a Vilna después de haber sido encarcelado unos años en el campo de trabajo soviético decidió buscar el cuadro.
Además se puso en contacto con p. Sopoćko que estaba muy preocupado porque no podía conseguir información sobre la imagen de Jesus Misericordioso.
Padre Grasewicz recibió permiso de realizar su trabajo sacerdotal en Nowa Ruda.
Antes de abandonar Vilna pidió al parroco de la Iglesia de Espíritu Santo que regalase
el cuadro a su parroquia. El parroco lo acepto de buena gana. Padre Grasewicz llevó
el cuadro a la parroquia en Nowa Ruda y lo colgó en la iglesia manteniendo el secreto
de sus origenes.
Mientras tanto p. Sopoćko estaba pensando en la posibilidad de traer el cuadro a Polonia,
sin embargo dejó sus intentos cuando resultó que era una tarea peligrosa. A pesar de muchos cambios en la administración de la iglesia de Nowa Ruda, el cuadro permaneció
allí durante 30 años.
La iglesia de Nowa Ruda actualmente Bielorrusia (2012)
En 1970 las locales autoridades comunistas de Nowa Ruda decidieron convertir la iglesia
en un almacén. Todo el equipo de la iglesia liquidada fue trasladado a otra parroquia.
El cuadro colgado en la parte superior, por la causa que parecía sin importancia
– falta de la escala de longitud adecuada – se quedó en la iglesia abandonada.
Padre Sopocko preocupado por esa situación no podía hacer nada porque entonces estaba
en Polonia. Padre Grasewicz tampoco podía realizar lo que le pedía p. Sopoćko: trasladar
el cuadro a un sitio seguro. Él tuvo que abandonar la parroquia y ningún sacerdote
en Bielarrusia aceptaría el cuadro. La imagen de Jesús Misericordioso dejado
en la abandonada iglesia de madera sobrevivió los tiempos peligrosos del comunismo
sólo gracias a la Providencia Divina.
La inseguridad respecto a la suerte del cuadro acompañaba al padre Sopoćko hasta el fin
de su vida. En secreto mandó muchas peticiones para pedir que se trasladara el cuadro a Vilna.
La petición de colgar el cuadro en la iglesia de la Puerta del Amanecer de Vilna, donde
había sido expuesto por primera vez para la adoración pública, fue transmitida sólo en 1982
(ya después de la muerte del p. Sopocko).
El vicario de la Puerta del Amanecer de aquella época, el p. Tadeusz Kondrusiewicz encontró
esta idea irreal y propuso colgar el cuadro en la iglesia de Espíritu Santo, cuyo párroco
el p. Aleksander Kaszkiewicz, quien al principio a desgana, pero consintió colgar el cuadro.
De este modo el p. Grasewicz tomó la decisión de llevar el cuadro de vuelta a Vilna.
en un almacén. Todo el equipo de la iglesia liquidada fue trasladado a otra parroquia.
El cuadro colgado en la parte superior, por la causa que parecía sin importancia
– falta de la escala de longitud adecuada – se quedó en la iglesia abandonada.
Padre Sopocko preocupado por esa situación no podía hacer nada porque entonces estaba
en Polonia. Padre Grasewicz tampoco podía realizar lo que le pedía p. Sopoćko: trasladar
el cuadro a un sitio seguro. Él tuvo que abandonar la parroquia y ningún sacerdote
en Bielarrusia aceptaría el cuadro. La imagen de Jesús Misericordioso dejado
en la abandonada iglesia de madera sobrevivió los tiempos peligrosos del comunismo
sólo gracias a la Providencia Divina.
La inseguridad respecto a la suerte del cuadro acompañaba al padre Sopoćko hasta el fin
de su vida. En secreto mandó muchas peticiones para pedir que se trasladara el cuadro a Vilna.
La petición de colgar el cuadro en la iglesia de la Puerta del Amanecer de Vilna, donde
había sido expuesto por primera vez para la adoración pública, fue transmitida sólo en 1982
(ya después de la muerte del p. Sopocko).
El vicario de la Puerta del Amanecer de aquella época, el p. Tadeusz Kondrusiewicz encontró
esta idea irreal y propuso colgar el cuadro en la iglesia de Espíritu Santo, cuyo párroco
el p. Aleksander Kaszkiewicz, quien al principio a desgana, pero consintió colgar el cuadro.
De este modo el p. Grasewicz tomó la decisión de llevar el cuadro de vuelta a Vilna.
Para que las autoridades comunistas no se alarmasen por los origenes extraordinarios del cuadro, en una noche de noviembre de 1986, sin que se enterasen los habitantes de Nowa Ruda
(que durante muchos años se reunían en la iglesia abandonada para rezar), el cuadro original
fue sustituido por una copia preparada anteriormente. Con la ayuda de las hermanas de la Madre Misericordiosa (de la Puerta del Amanacer) que conocían el secreto, el lienzo fue quitado
del bastidor, enrollado y esa misma noche llevado a Grodno, y después a la Iglesia
de Espíritu Santo de Vilna.
(que durante muchos años se reunían en la iglesia abandonada para rezar), el cuadro original
fue sustituido por una copia preparada anteriormente. Con la ayuda de las hermanas de la Madre Misericordiosa (de la Puerta del Amanacer) que conocían el secreto, el lienzo fue quitado
del bastidor, enrollado y esa misma noche llevado a Grodno, y después a la Iglesia
de Espíritu Santo de Vilna.
En la Iglesia de Santo Espíritu a la orden del p. Kaszkiewicz el cuadro dañado fue restaurado
– las partes dañadas fueron repintadas. En resultado el aspecto de la cara del Señor Jesús
cambió notablemente. Al cuadro se añadió una frase en rojo: “Jesús en Ti confío”.
Además, para ajustar el cuadro al hueco en el altar, se dobló la parte inferior del lienzo,
y a la parte superior se agregó al cuadro una parte adicional en forma de oval.
– las partes dañadas fueron repintadas. En resultado el aspecto de la cara del Señor Jesús
cambió notablemente. Al cuadro se añadió una frase en rojo: “Jesús en Ti confío”.
Además, para ajustar el cuadro al hueco en el altar, se dobló la parte inferior del lienzo,
y a la parte superior se agregó al cuadro una parte adicional en forma de oval.
El cuadro en la Iglesia de Espíritu Santo en Vilna (1987-2005).
antes de la conservación y después de la conservación
antes de la conservación y después de la conservación
A principios de 2004 el Metropolitano de Vilna, Cardenal Audrys Juozas Backis tomó la decisión
de trasladar la imagen de Jesús Misericordioso de la Iglesia de Santo Espíritu a una pequeña iglesia – la iglesia de la Santa Trinidad reconsagrada al Santuario de la Misericordia Divina.
de trasladar la imagen de Jesús Misericordioso de la Iglesia de Santo Espíritu a una pequeña iglesia – la iglesia de la Santa Trinidad reconsagrada al Santuario de la Misericordia Divina.
Los parroquianos de la Iglesia de Santo Espíritu que desde hacía muchos años habían adorado
la “Sagrada Imagen” y conocían su extraordinario valor religioso, no aceptaron la decisión
del Metropolitano. Intentaban cambiar su decisión. Como argumento sugerían que la pequeña reconsagrada Iglesia de Santa Trinidad no tenía ningún espacio en las espaldas de la iglesia,
y que su localización no era adecuada (en la vecinidad de los bares y clubs). Afirmaban que
en la iglesia no había condiciones apropriadas para la oración contemplativa, para la adoración
de la imagen de Jesús Misericordioso por cada persona, en cualquier momento, independientemente de su nacionalidad.
Los argumentos de los fieles no logragron cambiar la decisión del Metropolitano. Esos eventos provocaron discusiones controversas en los medios de comunicación, no sólo católicos.Involuntariamente esa situación se convirtió en una gran promoción positiva de la primera
imagen de Jesús Misericordioso en Vilna – de su historia relacionada con el mensaje
de Misericordia Divina transmitido a través de Santa Sor Faustina.
la “Sagrada Imagen” y conocían su extraordinario valor religioso, no aceptaron la decisión
del Metropolitano. Intentaban cambiar su decisión. Como argumento sugerían que la pequeña reconsagrada Iglesia de Santa Trinidad no tenía ningún espacio en las espaldas de la iglesia,
y que su localización no era adecuada (en la vecinidad de los bares y clubs). Afirmaban que
en la iglesia no había condiciones apropriadas para la oración contemplativa, para la adoración
de la imagen de Jesús Misericordioso por cada persona, en cualquier momento, independientemente de su nacionalidad.
Los argumentos de los fieles no logragron cambiar la decisión del Metropolitano. Esos eventos provocaron discusiones controversas en los medios de comunicación, no sólo católicos.Involuntariamente esa situación se convirtió en una gran promoción positiva de la primera
imagen de Jesús Misericordioso en Vilna – de su historia relacionada con el mensaje
de Misericordia Divina transmitido a través de Santa Sor Faustina.
En septiembre de 2005 la imagne de Jesús Misericordioso fue colocado en el Santuario
de Misericordia Divina, donde ahora en la oración de cada día, las hermanas y los adoradores laícos de la Misericordia Divina confían el destino del mundo a la Misericordia Divina.
Según las posibilidades adoran la Imagen de Salvador Misericordioso. En el Santuario,
igual como en cada iglesia, se celebran bodas, bautisos etc.
de Misericordia Divina, donde ahora en la oración de cada día, las hermanas y los adoradores laícos de la Misericordia Divina confían el destino del mundo a la Misericordia Divina.
Según las posibilidades adoran la Imagen de Salvador Misericordioso. En el Santuario,
igual como en cada iglesia, se celebran bodas, bautisos etc.
SANTUARIO DE LA MISERICORDIA DIVINA
Vilnius, Lituania, C/Dominikonu 12
Vilnius, Lituania, C/Dominikonu 12
El Metropolitano de Vilna confió el Ministerio de Oración en el Santuario a la Congregación
de las Hermanas de Jesús Misericordioso, el Ministerio de Oración había sido ejercido
en la Iglesia de Espíritu Santo desde 2001. La Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso fundada por el Beato p. Michał Sopoćko, es una congregación multinacional
que realiza su carisma de difundir el culto a Jesús Misericordioso y de pedir a la Misericordia Divina a través de la palabra, acción y oración en 36 casas de la Congregación.
En 2008 la Congregación fue nombrada “Instituto Religioso” según las leyes papales. (véase la Congregación).
de las Hermanas de Jesús Misericordioso, el Ministerio de Oración había sido ejercido
en la Iglesia de Espíritu Santo desde 2001. La Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso fundada por el Beato p. Michał Sopoćko, es una congregación multinacional
que realiza su carisma de difundir el culto a Jesús Misericordioso y de pedir a la Misericordia Divina a través de la palabra, acción y oración en 36 casas de la Congregación.
En 2008 la Congregación fue nombrada “Instituto Religioso” según las leyes papales. (véase la Congregación).
En junio de 1935 en Vilna, Santa sor Faustina escribió en su Diario:
“Dios exige que haya una Congregación, que proclame la Divina Misericordia
y la implorase para el mundo” (Diario, 436).
El Metropolitano asignó a la Congregación en Vilna, para su sede, la casa donde había sido pintado el primer cuadro de Jesús Misericordioso. Esta casa, gracias a la generosidad de los donadores fue adaptada a las necesidades de la Congregación religiosa. En actualidad es el lugar donde las Hermanas difunden el mensaje de la Misericordia Divina a los numerosos peregrinos.La casa donde fue pintado el primer cuadro de Jesús Misericordioso.
Actualmente LA CASA DE LA CONGREGACIÓN DE LAS HERMANAS DE JESÚS MISERICORDIOSO.
Vilna (Vilnius, Lituania), la calle Rasu 4a.
Vilna (Vilnius, Lituania), la calle Rasu 4a.
LA CONSERVACIÓN DEL CUADRO
El primer cuadro de Jesús Misericordioso desde 1987 expuesto en el altar lateral de la Iglesia
de Espíritu Santo en Vilna no llamó atención particular ni de los peregrinos ni de las autoridades eclesiásticas. La falta de las condiciones apropiadas para exponerlo provocó más cambios negativos en su materia.
Fue sólo en julio de 2001 cuando con el consentimiento del padre Miroslaw Grabowski párroco
de la iglesia de Espíritu Santo, la Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso pudo abrir su nueva sede en Vilna, aceptada por la curia de Vilna, y rodear de cuidados este cuadro único e inestimable. La Congregación lleva decenas de años haciendo gestiones para propagar
la primera imagen de Jesús Misericordioso, aquel creado en el ambiente de Divino milagro
– de la oración y de sufrimiento de Santa sor Faustina, su presencia y cooperación.Gracias a la iniciativa y las gestiones de las hermanas en abril de 2003 el cuadro fue sometido
a una restauración profunda, lo cual tuvo lugar en la capilla del convento de las hermanas
en Vilna. Se eliminaron del cuadro todas las repinturas, las manchas creadas por la humedad
y pruebas de retirarlas con sustancias químicas, se repararon las deterioraciones. A consecuencia de la restauración de la imagen de Jesús Misericordioso recuperó su aspecto original.
de Espíritu Santo en Vilna no llamó atención particular ni de los peregrinos ni de las autoridades eclesiásticas. La falta de las condiciones apropiadas para exponerlo provocó más cambios negativos en su materia.
Fue sólo en julio de 2001 cuando con el consentimiento del padre Miroslaw Grabowski párroco
de la iglesia de Espíritu Santo, la Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso pudo abrir su nueva sede en Vilna, aceptada por la curia de Vilna, y rodear de cuidados este cuadro único e inestimable. La Congregación lleva decenas de años haciendo gestiones para propagar
la primera imagen de Jesús Misericordioso, aquel creado en el ambiente de Divino milagro
– de la oración y de sufrimiento de Santa sor Faustina, su presencia y cooperación.Gracias a la iniciativa y las gestiones de las hermanas en abril de 2003 el cuadro fue sometido
a una restauración profunda, lo cual tuvo lugar en la capilla del convento de las hermanas
en Vilna. Se eliminaron del cuadro todas las repinturas, las manchas creadas por la humedad
y pruebas de retirarlas con sustancias químicas, se repararon las deterioraciones. A consecuencia de la restauración de la imagen de Jesús Misericordioso recuperó su aspecto original.
Algunos daños sufridos por el lienzo tuvieron ser eliminados utilizando el pegamento.
Esos daños son las huellas dejadas después de haber quitado el lienzo del bastidor (huellas
de los clavos que sujetaban el cuadro), y el doblamiento de la parte inferior de unos cuatro centímetros (en 1987 el cuadro fue ajustado a las medidas del nicho del altar de la Iglesia
de Espíritu Santo). Los defectos aunque no vistos en la imagen expuesta, son, entre otros,
los rasgos característicos del cuadro.
Esos daños son las huellas dejadas después de haber quitado el lienzo del bastidor (huellas
de los clavos que sujetaban el cuadro), y el doblamiento de la parte inferior de unos cuatro centímetros (en 1987 el cuadro fue ajustado a las medidas del nicho del altar de la Iglesia
de Espíritu Santo). Los defectos aunque no vistos en la imagen expuesta, son, entre otros,
los rasgos característicos del cuadro.
(Huecos de los clavos que quedaron después de los tres cambios del bastidor)
Durante la conservación en 2003 el cuadro fue sujetado otra vez al bastidor con clips especiales.
Durante la conservación en 2003 el cuadro fue sujetado otra vez al bastidor con clips especiales.
Por iniciativa de los organizadores y fundadores de la conservación del cuadro en 2003
(véase: La Copia del Contrato) de la Fundación de los Apóstoles de Jesús Misericordioso de Lodz (Polonia), en marzo de 2004, en la Iglesia de Espíritu Santo de Vilna fue realizada
una sesión fotográfica profesional, para documentar el cuadro.
Desde entonces, de las diapositivas de 20 cm sacadas con una cámara profesional,
se hacen fotocopias de la primera imagen de Jesús Misericordiosos. Las copias son
distribuidas y facilitadas a la evangelización pública (véase: La imagén para la impresión poligráfica)
(véase: La Copia del Contrato) de la Fundación de los Apóstoles de Jesús Misericordioso de Lodz (Polonia), en marzo de 2004, en la Iglesia de Espíritu Santo de Vilna fue realizada
una sesión fotográfica profesional, para documentar el cuadro.
Desde entonces, de las diapositivas de 20 cm sacadas con una cámara profesional,
se hacen fotocopias de la primera imagen de Jesús Misericordiosos. Las copias son
distribuidas y facilitadas a la evangelización pública (véase: La imagén para la impresión poligráfica)
“Por medio de esta imagen voy a conceder muchas gracias,
para que cada alma tenga acceso a ella” (Diario 570).
para que cada alma tenga acceso a ella” (Diario 570).
Jesus, ich vertraue auf Dich!
!Jesús en Ti confío!.
Dos palabras sintetizan mi vida: mi miseria y Tu Misericordia
Eliminación de los repintes
SEÑOR DE LA MISERICORDIA
SEÑOR DE LA MISERICORDIA
Restauracion de la Imagen Original.
Eliminación de los repintes
Las fotos del archivo de la documentación de la conservación de 2003.
A pesar de la conservación detallada, el estado del cuadro se empeoró. El cuadro debía ser expuesto en condiciones apropiadas, de acuerdo con las indicaciones del restaurador. El cuadro lo conservó Edyta Hankowska – Czerwinska ( E-mail: edycja@autograf.pl ) de Wloclawek (Polonia) conservadora de obras de arte, licenciada por la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Nicolás Copérnico en Torun (Polonia).
El 3 de agosto de 2009 en el Sanctuario de la Misericordia Divina de Vilna, la conservadora
Edyta Hankowska-Czerwińska realizó una inspección periodical del estado del cuadro.
Opinó que el cuadro estaba en buen estado y no exigía intervención del conservador.
Edyta Hankowska-Czerwińska realizó una inspección periodical del estado del cuadro.
Opinó que el cuadro estaba en buen estado y no exigía intervención del conservador.
Celebren el amor, vivan el amor, y así crecerán. Sepan orar, (pray
and pray and pray in every moment), sepan sacrificarse, compartan (full action
in union with them, every day and always happy and happy in all and every
moment), porque un discípulo de Jesucristo esta a la escucha de su palabra y
vive a la escucha del prójimo para servirle, porque se casan no para ser feliz,
sino para hacer feliz al otro que es el sentido de prójimo. ‘No rompan su
sacramento’.
LA IMAGEN QUE MAS SE HA DIFUNDIDO, PORQUE LA ORIGINAL ESTUVO ESCONDIDA 30 AÑOS POR LA PERSECUCION RELIGIOSA DE LA UNION SOVIETICA SOBRE POLONIA.
SAN JUAN XXIII
De aquí, la invitación a "vivir y a trabajar para que nuestro tiempo sea el tiempo de la misericordia, para que nuestras culturas sean fundadas en el amor infinito de Cristo, de la sabiduría del Evangelio, de la espiritualidad y de la obra de la misericordia".
Si para esto se necesita un milagro mas grandee que la resurreccion de Lazaro, el Señor lo hara, y muchos volveran a Cristo.
Das Kreuz Christ ist keine Niederlage.
LA IMAGEN QUE MAS SE HA DIFUNDIDO, PORQUE LA ORIGINAL ESTUVO ESCONDIDA 30 AÑOS POR LA PERSECUCION RELIGIOSA DE LA UNION SOVIETICA SOBRE POLONIA.
http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/encyclicals/documents/hf_j-xxiii_enc_11041963_pacem_en.html
171. Veamos, entonces, orar con todo fervor por esta paz que nuestro divino Redentor vino a traernos. Que Él desterrar de las almas de los hombres lo que pudiera poner en peligro la paz. Que Él transformará a todos los hombres en testigos de la verdad, la justicia y el amor fraternal. Que Él ilumine con su luz la mente de los gobernantes, por lo que, además de cuidar el bienestar material adecuado de sus pueblos, sino que también puede garantizar que el regalo más hermoso de paz.
Por último, que Cristo encienda las voluntades de todos los hombres para romper las barreras que los separan, para fortalecer los lazos de amor mutuo, aprender a entender unos a otros y perdonar a los que han hecho algo malo. A través de su poder y la inspiración pueden recibir todos los pueblos entre sí a sus corazones como hermanos, y que la paz que anhelan para siempre flores y reine siempre entre ellos.
http://www.ucam.edu/news/investigadores-de-la-ucam-hallan-evidencias-cientificas-que-situan-al-sudario-de-oviedo-y-la
El Príncipe de la Paz
166. Nuestra preocupación en este caso ha estado con problemas que están causando los hombres ansiedad extrema en la actualidad, los problemas que están íntimamente ligados con el progreso de la sociedad humana. Sin lugar a dudas, la enseñanza hemos dado ha sido inspirado por un deseo que nos sentimos más agudamente, y que sabemos que es compartida por todos los hombres de buena voluntad: que la paz puede ser asegurada en la tierra.
167. Nosotros, los que, a pesar de nuestra insuficiencia, son sin embargo, el vicario de Aquel a quien el profeta anunciado como el Príncipe de la Paz, (70) la conciben como nuestro deber de dedicar todos nuestros pensamientos y la atención y la energía para promover este bien común de todos humanidad. Sin embargo, la paz no es más que una palabra vacía, si no se basa en ese orden, que nuestra esperanza convenció a nosotros para exponer a grandes rasgos en esta encíclica. Es una orden que se basa en la verdad, establecido en la justicia, sustentado y henchido por la caridad, y se lleva a efecto en el marco de la libertad.
168. Así magnífica, tan exaltado es este objetivo de que los recursos humanos por sí solos, aunque inspiradas en el más loable buena voluntad, no pueden aspirar a lograrlo. Dios mismo debe acudir en ayuda del hombre con Su ayuda celestial, si la sociedad humana ha de tener el más cercano posible parecido con el reino de Dios.
169. Por tanto, el orden mismo de las cosas, exige que durante este tiempo sagrado oramos fervientemente a Aquel que por su amarga pasión y muerte lava los pecados de los hombres, que son la fuente de la discordia, la miseria y la desigualdad, a Aquel que derramó su sangre para reconciliar la humanidad al Padre celestial, y le otorgó los dones de la paz. "Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno ... Y viniendo, Él predicó la paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca." (71)
170. La liturgia de estos días recoge el mismo mensaje: "Nuestro Señor Jesucristo, después de su resurrección se puso en medio de sus discípulos y dijo:. La paz sea contigo, aleluya Los discípulos se alegraron de ver al Señor." (72) Cristo es, por lo tanto, que nos trajo la paz, Cristo, que legó a nosotros: "La paz os dejo: mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy a vosotros." (73)
171. Veamos, entonces, orar con todo fervor por esta paz que nuestro divino Redentor vino a traernos. Que Él desterrar de las almas de los hombres lo que pudiera poner en peligro la paz. Que Él transformará a todos los hombres en testigos de la verdad, la justicia y el amor fraternal. Que Él ilumine con su luz la mente de los gobernantes, por lo que, además de cuidar el bienestar material adecuado de sus pueblos, sino que también puede garantizar que el regalo más hermoso de paz.
Por último, que Cristo encienda las voluntades de todos los hombres para romper las barreras que los separan, para fortalecer los lazos de amor mutuo, aprender a entender unos a otros y perdonar a los que han hecho algo malo. A través de su poder y la inspiración pueden recibir todos los pueblos entre sí a sus corazones como hermanos, y que la paz que anhelan para siempre flores y reine siempre entre ellos.
172. Y así, queridos hermanos, con el deseo ardiente de que la paz venga sobre los rebaños confiados a su cuidado, para el beneficio especial de los más pequeños y los más necesitados de ayuda y defensa, con amor en el Señor hoy te honramos , a nuestros sacerdotes seculares y regulares, por religiosas de hombres y mujeres, a todos los fieles y especialmente aquellos que dan la obediencia incondicional a estas Nuestras exhortaciones, Nuestra Bendición Apostólica. Y a todos los hombres de buena voluntad, a los que nos dirigimos también esta encíclica, imploramos de Dios salud y prosperidad.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el Jueves Santo, el día once de abril, en el año 1963, quinto de Nuestro Pontificado.
SAN JUAN XXIII
http://www.linteum.com/el-santo-sudario-galeria-multimedia.php
! Cuanto le debemos al mundo los que debíamos haberle dado a Cristo y no se lo hemos dado!. Cuántos habrán dejado de creer porque no hemos dado un testimonio que convenza?.
Si nosotros queremos vivir con El Resucitado como resucitados vivamos en gracia, vivamos con alegría, vivamos con Fe y eso transmitiremos en nuestro entorno.
¨
La Fe es un regalo de Dios, pero tenemos que corresponder, hay que secundarla. Todos los días nos debemos preocupar de conocerlo, de conocer su voluntad, de abrazarla, de pedirle que nos ayude a cumplirla.
De aquí, la invitación a "vivir y a trabajar para que nuestro tiempo sea el tiempo de la misericordia, para que nuestras culturas sean fundadas en el amor infinito de Cristo, de la sabiduría del Evangelio, de la espiritualidad y de la obra de la misericordia".
El Papa Francisco.
Comentando las lecturas del día y refiriéndose también a otro pasaje evangélico, el papa Francisco habló en su homilia de este lunes en Santa Marta, de tres mujeres y tres jueces: una mujer inocente, Susana; una pecadora, la adúltera; y una pobre viuda necesitada; Las tres, indicó el Papa, según algunos padres de la Iglesia, son figuras alegóricas de la Iglesia: “la Iglesia santa, la Iglesia pecadora y la Iglesia necesitada”.
Los tres jueces son malos y corruptos, observó el Papa: está antes de todo el juicio de los escribas y de los fariseos que llevan la adultera a Jesús. “Tenían adentro el corazón la corrupción de la rigidez”. Se sentían puros porque observaban la “la letra de la ley” y porque decían: “La ley dice esto y se debe hacer esto”. Pero “no eran santos, eran corruptos, porque una rigidez de este género solamente puede ir adelante en una doble vida y estos que condenaban a estas mujeres después iban a buscarlas de manera escondida, para divertirse un poco. Los rígidos son, uso el adjetivo que Jesús les daba a ellos, hipócritas. Tienen una doble vida. “Con la rigidez no se puede ni siquiera respirar”.
Después estaban los dos jueces ancianos que extorsionan a una mujer, Susana, para que se conceda, pero ella resiste: “eran jueces viciosos --subraya el Papa-- tenían la corrupción del vicio, en este caso la lujuria. Y se dice que este vicio con los años se vuelve más feroz y malo”.
Otro es el caso del juez interpelado por la viuda pobre. Este juez “no le temía a Dios y no le importaba nadie ni nada, solamente de sí mismo”. Era “un negociante, un juez que con su oficio de juzgar hacía negocios”. Era “un corrupto de dinero, de prestigio”. Estos jueces, negociantes, viciosos y rígidos, “no conocían lo que era la misericordia”.
La corrupción no les permitía entender la misericordia, ser misericordiosos. Y la biblia dice que en la misericordia está justamente el justo juicio. Y las tres mujeres --la santa, la pecadora y la necesitada-- figuras alegóricas de la Iglesia, sufren de esta falta de misericordia.
También hoy, el pueblo de Dios cuando encuentra a estos jueces, sufre un juicio si misericordia, sea en el lado civil que en el eclesiástico. Y donde no hay misericordia no hay justicia. Cuando el pueblo de Dios se acerca voluntariamente para pedir perdón, para ser juzgado, cuantas veces, cuantas veces, encuentra a uno de estos”.
Encuentra a los viciosos que “son capaces de intentar explotarlos” y esto “es uno de los pecados más graves”; encuentra a “los negociantes” que “no le dan oxígeno a esa alma ni esperanza”; y encuentra a “los rígidos que castigan al penitente lo que ellos esconden en su alma”. Y esto, dice el Papa, “se llama falta de misericordia”.
“Querría solamente decir --concluye el Papa-- una de las palabras más bonitas del evangelio que a mi me conmueve tanto: '-¿Nadie te ha condenado? -No, nadie Señor. -Tampoco yo te condeno'. El Tampoco yo te condeno es una de las palabras más hermosas, porque llenas de misericordia.
No tengas miedo al pleno compromiso, a vivir el Evangelio, a anunciar el amor de Dios a todos. Dios salva, Dios da la vida eterna. Para eso nos creó desde el principio. Pero toma en cuenta nuestra libertad, nos ofrece la vida eterna, pero no sin nuestro conocimiento, no sin nuestra libertad, no sin nuestra respuesta, no sin nuestra entrega.
Si para esto se necesita un milagro mas grandee que la resurreccion de Lazaro, el Señor lo hara, y muchos volveran a Cristo.
Das Kreuz Christ ist keine Niederlage.
Ein Christ bringt Frieden zu dem Menschen.
Un nicht nur Frieden sondern auch Liebe, Gute, und True and Freude.
El Cristo cruz no es una derrota.
Cristo trae la paz a los hombres.
Y no sólo la paz, sino también el amor, lo bueno y verdadero y la alegría.
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F R
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