miércoles, 15 de mayo de 2013

EL CREDO EN ICONOS





EL CREDO EN ICONOS



LA CREACIÓN DE MIGUEL ANGEL

Creo en un solo Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo. 
Un solo Dios y tres personas distintas.

Creo en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Razón ultima de nuestra existencia y fuente de todo bien.

 Esta en el origen de todo y todo lo sostiene, y TODO lo que existe depende de Dios como Creador en el cielo y en la tierra.

La filiación divina natural solo se da en Dios Hijo: «Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos..., engendrado, no hecho; consustancial al Padre». Pero Dios quiso, a través de una nueva creación, hacernos hijos adoptivos, partícipes de la filiación del Unigénito.

Creo en Jesús el Hijo de Dios que me amo, se hizo hombre y murió por mi. Creo en su santisma Madre, Madre del Verdadero Dios por quien se vive y Madre nuestra para engendrar a los hombres a una vida nueva.
Creo en el Espíritu Santo, que nos une en Cristo con nuestro Dios y con nuestros hermanos.



MARÍA OBJETO PRECIOSO DEL AMOR DE DIOS, ENRIQUECIDA CON EL PRIVILEGIO INSIGNE DE MADRE DE DIOS


El inefable amor de la Madre de Dios hacia su santísimo Hijo


Creo en Jesucristo su único Hijo Señor Nuestro, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen.

Hoy celebramos la memoria de un gran padre de la Iglesia de Occidente, san Hilario de Poitiers, quien, ante los arrianos que consideraban al Hijo de Dios sólo una criatura, defendió la verdad sobre la divinidad de Jesucristo. 
San Hilario falleció en el año 367, y en 1851 el beato Pío IX le proclamódoctor de la Iglesia. Fundamentándose en la Escritura, san Hilario escribió:«Dios sólo sabe ser amor, y sólo sabe ser Padre» (De Trinitate 9,61). A este Dios amor, san Hilario le rezaba así: «Haz, Señor  que me mantenga siempre fiel a lo que profesé… cuando fui bautizado» («De Trinitate» 12, 57).
Al hablar de san Hilario, Benedicto XVI, comenta: «Siguiendo la enseñanza y el ejemplo de san Hilario de Poitiers, pidamos también para nosotros la gracia de permanecer siempre fieles a la fe recibida en el bautismo, y testimoniar con alegría y convicción nuestro amor a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo»[5].

INICIO DE SU VIDA PUBLICA


Bautismo de Jesús

El cielo Se abrió, el Espíritu Santo descendió en forma corporal como de una Paloma. Y se escuchó la voz del Padre diciendo: “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”.


AL FINAL DE SU VIDA PUBLICA


La Transfiguración

Su rostro se torno resplandeciente como el sol, su vestiduras blancas como la nieve.

Y se volvió a escuchar la voz del Padre añadiendo: “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”, “Escuchadle”.




SU PASIÓN Y MUERTE.


El dolor insondable de la Madre de Dios por la muerte de su santísimo Hijo



Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado.


EL SEÑOR RESUCITADO



Descendió a los infiernos, y al tercer día resucito de entre los muertos.





LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR





Subió a los cielos y esta sentado a la diestra de Dios padre Todopoderoso.


SU SEGUNDA VENIDA PARA EL JUICIO FINAL






Cristo vive en el cielo.




y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.




Cristo vive en su Iglesia.






Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos.

La Iglesia vive, crece y se despierta en las almas, que —como la Virgen María— acogen la Palabra de Dios y la conciben por obra del Espíritu Santo; ofrecen a Dios la propia carne y, precisamente en su pobreza y humildad, se hacen capaces de generar a Cristo hoy en el mundo.

Cristo vive también en sus hijos.
Cristo vive en mi, en ti, en nosotros.


 Creo en la comunión de los santos, el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en  la vida eterna. Amen.






EL CIELO. 

Con su vida, pasión y muerte Cristo nos abrió las puertas del cielo. 




Cristo Vive y nos esta esperando en el cielo. 


COMO ALCANZARLO.
“Convertíos, El tiempo esta cerca”
“Haced frutos de verdadera penitencia”
“Abrir la puerta la gracia y a la verdad, sobretodo respecto a la Muerte y Resurrección redentora de Cristo.


CELEBRANDO EL DÍA DEL SEÑOR

Instrumento de Dios

que ya desde la salida de Egipto 

utilizo Dios para congregar a su Pueblo.



CUMPLIENDO LOS 10  MANDAMIENTOS
Éxodo: 20, 1-17

La ley fue dada por Dios a Moisés.

En aquellos días, el Señor promulgó estos preceptos para su pueblo en el monte Sinaí, diciendo: "Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí; no te fabricarás ídolos ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o en el agua, y debajo de la tierra. No adorarás nada de eso ni le rendirás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian; pero soy misericordioso hasta la milésima generación de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos.

No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios, porque no dejará el Señor sin castigo a quien haga mal uso de su nombre.

Acuérdate de santificar el sábado. Seis días trabajarás y en ellos harás todos tus quehaceres; pero el día séptimo es día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que viva contigo. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, pero el séptimo, descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.

Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su esclavo, ni a su esclava, ni su buey, ni su burro ni cosa alguna que le pertenezca".






VIVIENDO LAS BIENAVENTURANZAS




Indican el camino de conversión y de cambio de vida.
Porque bajando a esas profundidades encuentran a Cristo donde El esta.


VENID BENDITOS DE MI PADRE
Porque tuve hambre y me disteis de comer...

BIENAVENTURADOS
los pobres
los mansos
los que lloran
los que tiene hambre y sed de justicia
los misericordiosos (porque ellos alcanzarán misericordia)
los limpios de corazón
los pacíficos
los que sufren persecución por la justicia.
Porque de ellos es el Reino de los Cielos.


  1. Cristo vive en los que sufren, en los necesitados, en los limpios de corazón. 
  2. Pero vive permanentemente y con toda la plenitud que es posible en los que han encontrado la paz, los pacíficos, los que despegados de todo, mansos y humildes de corazón han vencido la soberbia y la ira y como en un lago tranquilo que refleja los cielos, se han hecho capaces de vivir unidos constantemente a Cristo para que El viva en sus almas. De reflejar a Dios. 
  3. Mas alto que esto, solo La Cruz, la octava Bienaventuranza, la de de los mártires y luego el cielo.


El Papa Francisco ha explicado que esta Palabra del Señor nos dice "¡hay una guerra más profunda que debemos combatir, todos! Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien, preparados a pagar en persona: he aquí el seguir a Cristo, ¡he aquí el tomar la propia cruz!"





De la contemplación y de Una fuerte relación de amistad con el Señor nace en nosotros la capacidad de vivir y de llevar al amor de Dios, su misericordia, su ternura hacia los otros




CON LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO.



Jesús es enviado por El Espirita Santo para consolar a los afligidos.
Jesús tiene la misión de consolar y lo hace por el Espíritu Santo, Consolador Supremo, que alegra, alivia, alienta, fortifica y levanta el corazón.
El Espíritu Santo, Consolador por excelencia nos da el consuelo divino que es Jesús uniéndonos con Jesús.

Para un cristiano, la esperanza es Jesús mismo, es su fuerza para liberar y rehacer cada nueva vida.

El Espíritu Santo consuela Uniéndonos con Jesús.
1. Jesús fue enviado por inspiración del Espíritu Santo a los pecadores que son los heridos del corazón, los mas pobres entre los pobres. 
Y a su vez El Espíritu Santo vino a la tierra enviado por el Padre, por el sacrificio y la plegaria de Jesús.
Los enfermos y no los sanos son los que necesitan medico, por eso dijo Jesús  'No he venido a llamar justos, sino pecadores'.

2. Jesús fue enviado para sanar a los tibios que viven en gracia de Dios, pero que con su vida enfermiza son incapaces de generosidad y de cualquier sacrificio.  Es una especie de anemia, una debilidad, una parálisis... todo languidece. la inteligencia, el corazón y la voluntad. Jesús, el Jesús de Nazaret fue enviado a los tibios que quieren sanar, y piden salud. 
Un día dijo Jesús al paralitico. 'Hijo, quieres sanar'?, y añadió  ! levántate  toma tu lecho y anda!. Y a nosotros nos dice. Volad por el camino de la perfección, para esto es preciso que se mortifiquen, porque es el único medio que san de este mal y lo hace desaparecer.

3. Jesús vino a sanar a los que quieren amar mas a Dios ..., y no pueden!.
Cuantos corazones doloridos existen que, después de haber conocido a Dios  y probado lo que es amarle desean con ansia corresponder a su amor amándole mas y mas y no tiene quien los guié, entregados a sus propias y débiles fuerzas.

Existen laicos, sacerdotes y religiosos felices, que enamorados de Jesús,cumplen la misión de conquistar almas para el Espíritu Santo, y unidos a Jesús en la obra redentora, convierten a los pecadores y mueven a los tibios a corresponder a los beneficios de Dios. 

!Oh Espíritu Santo, te damos gracias infinitas por haber ungido a Jesús y sus sacerdotes en favor de los hombres!.



LLEVADOS POR EL ESPÍRITU SANTO

SOBRE LA CRUZ DE CRISTO FLOTA EL ESPÍRITU DEL PADRE Y DEL HIJO QUE TRANSFORMA LA INJUSTICIA Y LA VIOLENCIA QUE SE ESTÁN COMETIENDO EN EL SACRIFICIO REDENTOR QUE NOS SALVA.


LA CRUZ DEL APOSTOLADO

Cristo vive y salva escondido en su Cruz

La Cruz es el eslabón de oro que enlaza la miseria con la gloria.
Para justificarnos, para perfeccionarnos, para santificarnos necesitamos la cruz.
El dolor que redime, el dolor que purifica, el dolor que perfecciona engrandece Y SALVA.



CON EL EJEMPLO DE JESÚS

Aprended de Mí que soy manso y humilde de Corazón y hallaréis descanso para vuestras almas.






EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

He aquí este Corazón que tanto ha amado a los Hombres

Venid a Mí todos los que estáis fatigados y agobiados y Yo os aliviare.



POR LA MISERICORDIA DEL SEÑOR.

Dios que es fiel a su amor. Dios que no puede despreciar nada de lo que ha creado, que es fiel a sí mismo, a su paternidad y a su amor. “Su Misericordia se extiende de generación en generación sobre los que le temen”

Si el Espíritu Santo personifica al Amor, Jesús encarna y personifica su Misericordia. Jesús muerto, resucitado y glorioso, se convierte en fuente de Misericordia para todos.




        Jesus en ti confio



POR LA CRUZ DE CADA DÍA




Hay cuatro cosas terrenales de que tenemos que despojarnos para ser felices: La codicia, la ira, el ansia de placer y la soberbia. Y para todas es indispensable la cruz.

Son cuatro cosas celestiales las que tenemos que adquirir para ser Bienaventurados: El amor, la pureza del corazón, la justicia que viene de Dios y la paz. Y para todas es indispensable la cruz.

Y cuatro los nombres que tiene el amor en la tierra y en el cielo: En el cielo es Unión, en la tierra EL AMOR es CRUZ para nosotros, adoración para Dios y amor, misericordia y ternura para con los demás. Y para todas es indispensable la cruz.


HAZME UNA CRUZ SENCILLA CARPINTERO,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos los maderos,
desnudos y decididamente rectos.

Los brazos un abrazo hacia las almas,
el astil disparándose a los cielos,
que no haya adorno alguno que distraiga este gesto,
este equilibrio humano  de los dos mandamientos.



(LEON FELIPE)



El Papa Francisco ha explicado que esta Palabra del Señor nos dice "¡hay una guerra más profunda que debemos combatir, todos! Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien, preparados a pagar en persona: he aquí el seguir a Cristo, ¡he aquí el tomar la propia cruz!"




  1. DISCURSO DEL PAPA A LOS JÓVENES DE COPACABANA DESPUÉS DEL VIACRUCIS.

Queridísimos jóvenes:
  • Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de amor, el camino de la Cruz, que es uno de los momentos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud. Al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II quiso confiarles la Cruz a ustedes, jóvenes, diciéndoles: ?Llévenla por el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad, y anuncien a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención? (Palabras al entregar la cruz del Año Santo a los jóvenes, 22 de abril de 1984).
  • Desde entonces, la Cruz ha recorrido todos los continentes y ha atravesado los más variados mundos de la existencia humana, quedando como impregnada de las situaciones vitales de tantos jóvenes que la han visto y la han llevado.
  • Queridos hermanos: nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida. Esta tarde, acompañando al Señor, me gustaría que resonasen tres preguntas en sus corazones: ¿Qué han dejado ustedes en la Cruz, queridos jóvenes brasileños, en estos dos años en los que ha recorrido su inmenso país? Y ¿qué ha dejado la Cruz de Jesús en cada uno de ustedes? Y, finalmente, ¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?
  • 1. Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para escapar de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: ?Señor, ¿adónde vas??. La respuesta de Jesús fue: ?Voy a Roma para ser crucificado de nuevo?. En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir. Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles y carga nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que no ya pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con la Cruz, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, y que lloran la trágica pérdida de sus hijos, como en el caso de los 242 jóvenes víctimas del incendio en la ciudad de Santa María a principios de este año. Rezamos por ellos. Con la Cruz, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre en un mundo que por otro lado se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos; con la Cruz, Jesús está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales como la droga. Con la Cruz Jesús se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel; en la Cruz, Jesús está junto a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio. ¡Cuánto hacen sufrir a Jesús nuestras incoherencias! En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, y a darte vida (cf. Jn 3,16).
  • 2. Podemos ahora responder a la segunda pregunta: ¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han tocado?
  • ¿Qué deja la Cruz en cada uno de nosotros? Miren, deja un bien que nadie más nos puede dar: la certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos. En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Queridos jóvenes, fiémonos de Jesús, confiemos en Él (cf. Lumen fidei, 16) porque Él nunca defrauda a nadie. Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de ser un instrumento de odio, y de derrota, y de muerte, en un signo de amor, de victoria, de triunfo y de vida.
  • El primer nombre de Brasil fue precisamente ?Terra de Santa Cruz?. La Cruz de Cristo fue plantada no sólo en la playa hace más de cinco siglos, sino también en la historia, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño, y en muchos otros pueblos. A Cristo que sufre lo sentimos cercano, uno de nosotros que comparte nuestro camino hasta el final. No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande que sea, que el Señor no comparta con nosotros.
  • 3. Pero la Cruz invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto. La Cruz nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de ellos y tenderles la mano. Muchos rostros ?lo hemos visto en el Vía Crucis- acompañaron a Jesús en su camino al Calvario: Pilato, el Cireneo, María, las mujeres... Yo te pregunto hoy a vos: ¿Vos como quién queréis ser? ¿Queréis ser como Pilatos, que no tiene la valentía de ir a contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lavan las manos?
  • Decidme: ¿Vos sois de los que se lavan las manos, se hacen los retraídos y miran para otro lado? ¿O sois como el Cireneo que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor y con ternura. Y vos, ¿como cuál de ellos queréis ser, como Pilato, Cireneo, como María? Jesús te está mirando ahora y te dice: ¿me quieres ayudar a llevar la cruz? Hermanos y hermanas, con toda tu fuerza de joven: ¿qué le contestas?
  • Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, perdona, ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor.



BAJO EL AMPARO DE LA LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA NUESTRA MADRE.


'Yo soy la siempre Virgen Santa María, madre del Verdadero Dios por quien se vive y vuestra piadosa madre'.






DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

ESTUDIO DE SUS OJOS POR COMPUTADORA

Lugar de María
A María a la que el Señor había escogido desde toda la eternidad para ser su madre, Jesús nuestro salvador nos la ha dado por madre desde lo alto de la cruz. De ella recibió Jesús, ese cuerpo y esa sangre que han sido el precio de nuestra redención. El ha impreso en ella su más perfecta semejanza.

Ella recibió de Dios todos los privilegios que una simple criatura puede recibir y así como ella sobrepasa a todas las demás criaturas en dignidad, así las sobrepasa en humildad, en sabiduría, en gracia y toda clase de excelencias y perfecciones.

El Espíritu Santo la hizo depositaria y dispensadora de todos los tesoros celestiales y después de su Hijo, ella es el gran instrumento de la Misericordia divina.

Después de Dios y en relación con el, como un regalo del cielo y porque Dios así lo ha querido para nuestro bien, después de Dios, el primer lugar en nuestros corazones corresponde a María.

El Santo Padre, Juan Pablo II, grandisimo devoto de la Santísima Virgen María ha escrito y dicho cosas admirables de la Siempre Virgen María según la esclavitud de San Luis María Griñon de Monfort.

!Como quisiera queridos amigos, que tuvierais devoción espontánea y frecuente a María, la mujer bendita que se convirtió en Madre de Dios por haber engendrado según la carne  a un Hijo que era personalmente el Hijo de Dios!.

«María, en la religión cristiana, es absolutamente inseparable de Cristo, tanto antes como después de la Encarnación: antes de la Encarnación, en la espera y en la expectativa del mundo; después de la Encarnación, en el culto y en el amor de la Iglesia> porque, en dependencia de Cristo, es causa multiforme de la gracia en las almasAl dar así verdaderamente la vida a las almas, Ella es su Madre, su verdadera Madre.


En el orden de la vida divina Ella cumple de manera sobre eminente toda la misión y todas las funciones que una madre ordinaria ejerce en la vida de su hijo. María es, pues, Madre de las almas, por ser Mediadora de todas las gracias.
¡Oh, si tan sólo se conociera a María, cuánto más admirable sería nuestra fe, y cuán diferentes serían nuestras comuniones! ¡Oh, si tan sólo se conociera a María, cuánto más felices, cuánto más santos, cuánto menos mundanos seríamos, y cuánto mejor nos convertiríamos en imágenes vivas de Nuestro Señor y Salvador, su amadísimo y divino Hijo!».


Por voluntad de Dios, Ella se encuentra siempre y en todas partes junto a Cristo: en las profecías y figuras del Antiguo Testamento; en toda la vida de Jesús en la tierra, especialmente en las horas dominantes y características de esta vida; y también en todas las consecuencias de la vida y muerte de Cristo.

Durante este año será útil invitar a los fieles a dirigirse, con particular devoción a María, imagen de la Iglesia, que «reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe». Por lo tanto, se debería alentar toda iniciativa que ayude a los fieles a reconocer el papel especial de María en el misterio de la salvación, a amarla filialmente y a imitar su fe y virtud. Para ello será muy conveniente organizar peregrinaciones, celebraciones y reuniones en los principales Santuarios.


CONSAGRACIÓN DE LOS SACERDOTES AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

Madre Inmaculada, en este lugar de gracia, convocados por el amor de tu Hijo Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, nosotros, hijos en el Hijo y sacerdotes suyos, nos consagramos a tu Corazón materno, para cumplir fielmente la voluntad del Padre.
Somos conscientes de que, sin Jesús, no podemos hacer nada (cfr. Jn 15,5) y de que, sólo por Él, con Él y en Él, seremos instrumentos de salvación para el mundo.

Esposa del Espíritu Santo, alcánzanos el don inestimable de la transformación en Cristo.
Por la misma potencia del Espíritu que, extendiendo su sombra sobre Ti, te hizo Madre del Salvador, ayúdanos para que Cristo, tu Hijo, nazca también en nosotros. Y, de este modo, la Iglesia pueda ser renovada por santos sacerdotes, transfigurados por la gracia de Aquel que hace nuevas todas las cosas. Madre de Misericordia, ha sido tu Hijo Jesús quien nos ha llamado a ser como Él: luz del mundo y sal de la tierra (cfr. Mt 5,13-14).

Ayúdanos, con tu poderosa intercesión, a no desmerecer esta vocación sublime, a no ceder a nuestros egoísmos, ni a las lisonjas del mundo, ni a las tentaciones del Maligno. Presérvanos con tu pureza, custódianos con tu humildad
y rodéanos con tu amor maternal, que se refleja en tantas almas consagradas a ti y que son para nosotros auténticas madres espirituales.

Madre de la Iglesia, nosotros, sacerdotes, queremos ser pastores que no se apacientan a sí mismos, sino que se entregan a Dios por los hermanos, encontrando la felicidad en esto. Queremos cada día repetir humildemente no sólo de palabra sino con la vida, nuestro “aquí estoy”.


Guiados por ti, queremos ser Apóstoles de la Divina Misericordia, llenos de gozo por poder celebrar diariamente el Santo Sacrificio del Altar
y ofrecer a todos los que nos lo pidan el sacramento de la Reconciliación.

Abogada y Mediadora de la gracia, tu que estas unida a la única mediación universal de Cristo, pide a Dios, para nosotros, un corazón completamente renovado, que ame a Dios con todas sus fuerzas y sirva a la humanidad como tú lo hiciste. Repite al Señor esa eficaz palabra tuya:“no les queda vino” (Jn 2,3), para que el Padre y el Hijo derramen sobre nosotros, como una nueva efusión, el Espíritu Santo.

Lleno de admiración y de gratitud por tu presencia continua entre nosotros, en nombre de todos los sacerdotes, también yo quiero exclamar: “¿quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor? (Lc 1,43)

Madre nuestra desde siempre, no te canses de “visitarnos”, consolarnos, sostenernos. Ven en nuestra ayuda y líbranos de todos los peligros que nos acechan. Con este acto de ofrecimiento y consagración, queremos acogerte de un modo más profundo y radical, para siempre y totalmente, en nuestra existencia humana y sacerdotal.

Que tu presencia haga reverdecer el desierto de nuestras soledades y brillar el sol en nuestras tinieblas, haga que torne la calma después de la tempestad, para que todo hombre vea la salvación del Señor, que tiene el nombre y el rostro de Jesús, reflejado en nuestros corazones, unidos para siempre al tuyo.
Así sea.



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