jueves, 8 de agosto de 2013

TIEMPO DE MISERICORDIA




 Éste es el estilo de Dios: no es impaciente como nosotrosama, comprende, espera, da confianza, no abandona, no corta los puentes, sabe perdonar.

La misericordia es esta acción concreta del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida.


HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica de San Juan de Letrán
II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, 7 de abril de 2013


Vídeo

Con gran alegría celebro por primera vez la Eucaristía en esta Basílica Lateranense, catedral del Obispo de Roma. Saludo con sumo afecto al querido Cardenal Vicario, a los Obispos auxiliares, al Presbiterio diocesano, a los Diáconos, a las Religiosas y Religiosos y a todos los fieles laicos. Saludo asimismo al señor Alcalde, a su esposa y a todas las Autoridades. Caminemos juntos a la luz del Señor Resucitado.

1. Celebramos hoy el segundo domingo de Pascua, también llamado «de la Divina Misericordia». Qué hermosa es esta realidad de fe para nuestra vida: la misericordia de Dios. Un amor tan grande, tan profundo el que Dios nos tiene, un amor que no decae, que siempre aferra nuestra mano y nos sostiene, nos levanta, nos guía.

2. En el Evangelio de hoy, el apóstol Tomás experimenta precisamente esta misericordia de Dios, que tiene un rostro concreto, el de Jesús, el de Jesús resucitado. Tomás no se fía de lo que dicen los otros Apóstoles: «Hemos visto el Señor»; no le basta la promesa de Jesús, que había anunciado: al tercer día resucitaré. Quiere ver, quiere meter su mano en la señal de los clavos y del costado. ¿Cuál es la reacción de Jesús? La pacienciaJesús no abandona al terco Tomás en su incredulidad; le da una semana de tiempo, no le cierra la puerta, espera. Y Tomás reconoce su propia pobreza, la poca fe: «Señor mío y Dios mío»: con esta invocación simple, pero llena de fe, responde a la paciencia de Jesús. Se deja envolver por la misericordia divina, la ve ante síen las heridas de las manos y de los pies, en el costado abiertoy recobra la confianza: es un hombre nuevo, ya no es incrédulo sino creyente.

Y recordemos también a Pedro: que tres veces reniega de Jesús precisamente cuando debía estar más cerca de él; y cuando toca el fondo encuentra la mirada de Jesús que, con paciencia, sin palabras, le dice: «Pedro, no tengas miedo de tu debilidad, confía en mí»; y Pedro comprende, siente la mirada de amor de Jesús y llora. Qué hermosa es esta mirada de Jesús – cuánta ternura –. Hermanos y hermanas, no perdamos nunca la confianza en la paciente misericordia de Dios.

Pensemos en los dos discípulos de Emaús: el rostro triste, un caminar errante, sin esperanza. Pero Jesús no les abandona: recorre a su lado el camino, y no sólo. Con paciencia explica las Escrituras que se referían a Él y se detiene a compartir con ellos la comida. Éste es el estilo de Dios: no es impaciente como nosotros, que frecuentemente queremos todo y enseguida, también con las personas. Dios es paciente con nosotros porque nos ama, y quien ama comprende, espera, da confianza, no abandona, no corta los puentes, sabe perdonar. Recordémoslo en nuestra vida de cristianos: Dios nos espera siempre, aun cuando nos hayamos alejado. Él no está nunca lejos, y si volvemos a Él, está preparado para abrazarnos.

A mí me produce siempre una gran impresión releer la parábola del Padre misericordioso, me impresiona porque me infunde siempre una gran esperanza. Pensad en aquel hijo menor que estaba en la casa del Padre, era amado; y aun así quiere su parte de la herencia; y se va, lo gasta todo, llega al nivel más bajo, muy lejos del Padre; y cuando ha tocado fondo, siente la nostalgia del calor de la casa paterna y vuelve. ¿Y el Padre? ¿Había olvidado al Hijo? No, nunca.

Está allí, lo ve desde lejos, lo estaba esperando cada día, cada momento: ha estado siempre en su corazón como hijo, incluso cuando lo había abandonado, incluso cuando había dilapidado todo el patrimonio, es decir su libertad; el Padre con paciencia y amor, con esperanza y misericordia no había dejado ni un momento de pensar en él, y en cuanto lo ve, todavía lejano, corre a su encuentro y lo abraza con ternura, la ternura de Dios, sin una palabra de reproche: Ha vuelto. Y esta es la alegría del padre. En ese abrazo al hijo está toda esta alegría: ¡Ha vuelto!. Dios siempre nos espera, no se cansa. Jesús nos muestra esta paciencia misericordiosa de Dios para que recobremos la confianza, la esperanza, siempre. Un gran teólogo alemán, Romano Guardini, decía que Dios responde a nuestra debilidad con su paciencia y éste es el motivo de nuestra confianza, de nuestra esperanza (cf. Glaubenserkenntnis, Würzburg 1949, 28). Es como un diálogo entre nuestra debilidad y la paciencia de Dios, es un diálogo que si lo hacemos, nos da esperanza.

3. Quisiera subrayar otro elemento: la paciencia de Dios debe encontrar en nosotros la valentía de volver a Élsea cual sea el error, sea cual sea el pecado que haya en nuestra vida. Jesús invita a Tomás a meter su mano en las llagas de sus manos y de sus pies y en la herida de su costado. También nosotros podemos entrar en las llagas de Jesús, podemos tocarlo realmente; y esto ocurre cada vez que recibimos los sacramentos. San Bernardo, en una bella homilía, dice: «A través de estas hendiduras, puedo libar miel silvestre y aceite de rocas de pedernal (cf. Dt 32,13), es decir, puedo gustar y ver qué bueno es el Señor» (Sermón 61, 4. Sobre el libro del Cantar de los cantares).

Es precisamente en las heridas de Jesús que nosotros estamos seguros, ahí se manifiesta el amor inmenso de su corazón. Tomás lo había entendido. San Bernardo se pregunta: ¿En qué puedo poner mi confianza? ¿En mis méritos? Pero «mi único mérito es la misericordia de Dios. No seré pobre en méritos, mientras él no lo sea en misericordia. Y, porque la misericordia del Señor es mucha, muchos son también mis méritos» (ibid, 5). Esto es importante: la valentía de confiarme a la misericordia de Jesús, de confiar en su paciencia, de refugiarme siempre en las heridas de su amor. San Bernardo llega a afirmar: «Y, aunque tengo conciencia de mis muchos pecados, si creció el pecado, más desbordante fue la gracia (Rm 5,20)» (ibid.).

Tal vez alguno de nosotros puede pensar: mi pecado es tan grande, mi lejanía de Dios es como la del hijo menor de la parábola, mi incredulidad es como la de Tomás; no tengo las agallas para volver, para pensar que Dios pueda acogerme y que me esté esperando precisamente a mí. Pero Dios te espera precisamente a ti, te pide sólo el valor de regresar a Él. Cuántas veces en mi ministerio pastoral me han repetido: «Padre, tengo muchos pecados»; y la invitación que he hecho siempre es: «No temas, ve con Él, te está esperando, Él hará todo». Cuántas propuestas mundanas sentimos a nuestro alrededor. Dejémonos sin embargo aferrar por la propuesta de Dios, la suya es una caricia de amor. Para Dios no somos números, somos importantes, es más somos lo más importante que tiene; aun siendo pecadores, somos lo que más le importa.

Adán después del pecado sintió vergüenza, se ve desnudo, siente el peso de lo que ha hecho; y sin embargo Dios no lo abandona: si en ese momento, con el pecado, inicia nuestro exilio de Dios, hay ya una promesa de vuelta, la posibilidad de volver a Él. Dios pregunta enseguida: «Adán, ¿dónde estás?», lo buscaJesús quedó desnudo por nosotros, cargó con la vergüenza de Adán, con la desnudez de su pecado para lavar nuestro pecado: sus llagas nos han curado. Acordaos de lo de san Pablo: ¿De qué me puedo enorgullecer sino de mis debilidades, de mi pobreza? Precisamente sintiendo mi pecado, mirando mi pecado, yo puedo ver y encontrar la misericordia de Dios, su amor, e ir hacia Él para recibir su perdón.

En mi vida personal, he visto muchas veces el rostro misericordioso de Dios, su paciencia; he visto también en muchas personas la determinación de entrar en las llagas de Jesús, diciéndole: Señor estoy aquí, acepta mi pobreza, esconde en tus llagas mi pecado, lávalo con tu sangre. Y he visto siempre que Dios lo ha hecho, ha acogido, consolado, lavado, amado.

Queridos hermanos y hermanas, dejémonos envolver por la misericordia de Dios; confiemos en su paciencia que siempre nos concede tiempo; tengamos el valor de volver a su casa, de habitar en las heridas de su amor dejando que Él nos ame, de encontrar su misericordia en los sacramentos. Sentiremos su ternura, tan hermosa, sentiremos su abrazo y seremos también nosotros más capaces de misericordia, de paciencia, de perdón y de amor.

Recordemos lo que nos enseña San Ignacio de Loyola en la Segunda Semana de sus Ejercicios en la contemplación de la Encarnación.
1^ Preambulo.
Traer la historia de la cosa que tengo que contemplar, que es aquí como la Tres Personas Divinas miraban toda la planicie o redondez de la tierra, y viendo que todos descenderían al infierno, se determino en la sua eternidad, que la Segunda Persona se haga hombre, para salvar al genero humano. Y así venida la plenitud e los tiempos, enviando al Ángel Gabriel a Nuestra Señora.  

1.  El primer punto es ver las personas, las unas y las otras, primero las de la haz de la tierra en tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo, etcétera. 

2. Ver y considerar las Tres personas Divinas, como en su Solio Real, o Throno de la su Divina Majestad como miran toda la haz o redondez de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad, y como mueren y descienden al infierno.

3. Vera Nuestra Señora y al Ángel que la saluda, y reflectir para sacra provecho de la tal vista.

2 punto.
Oír lo que hablan las personas sobre el haz d la tierra, es a saber, como hablan unos con otros, como juran y blasfeman, etc.
Así mismo lo que dicen las Personas Divinas, es a saber. 'Hagamos Redención del genero humano'. etc.
Y después lo que hablan El Ángel y Nuestra Señora, y reflectir después para sacra provecho de sus palabras.

3 punto. 
Mirar lo que hacen las personas sobre la haz de la tierra, así como herir, matar, ir al infierno, etc. 
As mismo lo que hacen las Personas Divinas, es a saber, obrando la Sanctisma Encarnación, etc.
Y así mismo que hacen el Ángel y Nuestra señora, es a saber, el Ángel haciendo su oficio de legado, y la Señora humillándose y haciendo gracias a la Divina majestad, y después reflectir para sacra provecho de cada una de estas cosas.

Coloquio.
En fin, hase de hacer un coloquio, pensando en lo que he de hablar a las Tres personas Divinas, o al Verbo Encarnado, o a la Madre y Señora Nuestra pidiendo según que en si sintiere, para mas seguir e imitar al Señor Nuestro, ansi nuevamente encarnado, diciendo un Pater Noster.  

Jesús ha tomado el mal sobre sus hombros para librarnos de él.    
El Cristo pascual es la encarnación definitiva de la Misericordia, su signo viviente: histórico, salvifico y a la vez escatologico.


SU AMOR NOS HA RECONCILIADO CON EL PADRE Y POR ESO EL ES NUESTRA PAZ.

Que es Nuestra Paz sino permanecer en la AMISTAD con Dios. 



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Lo mas fino del amor en Dios. Amar a los que no lo aman, darles a su Hijo amado, seguir amándolos hasta en la Cruz y convertirla en Resurrección y vida para todos.


El mensaje de la Divina Misericordia, legado de Juan Pablo II



¿Es posible sintetizar en sólo dos palabras los 26 años de pontificado de Juan Pablo II, el tercero más largo de la Historia? A Benedicto XVI no le cabe duda alguna: Divina Misericordia

Así lo ilustró el Papa, el pasado 2 de abril, al recordar, en una solemne celebración eucarística, con la participación de unas 60 mil personas, el tercer aniversario del fallecimiento de Karol Wojtyla. Y para que este mensaje no se pierda con el pasar de los años, el Santo Padre ha apoyado con decisión la organización del primer Congreso Apostólico Mundial sobre la Divina Misericordia, que se ha celebrado en la Ciudad Eterna, los días del 2 al 6 de abril.

Recordando a Juan Pablo II, Benedicto XVI constató: «La misericordia de Dios, lo dijo él mismo, es una clave de lectura privilegiada de su pontificado. Él quería que el mensaje del amor misericordioso de Dios alcanzara a todos los hombres, y exhortaba a los fieles a ser sus testigos». Por este motivo, el anterior Papa elevó al honor de los altares a sor Faustina Kowalska (1905-1938), definida por su sucesor como «humilde religiosa convertida, por un misterioso designio divino, en la mensajera profética de la Divina Misericordia». Y añadió: «El Siervo de Dios Juan Pablo II había conocido y vivido personalmente las terribles tragedias del siglo XX, y se preguntó durante mucho tiempo qué podría detener al avance del mal. La respuesta sólo podía encontrarse en el amor de Dios. Sólo la Divina Misericordia, de hecho, es capaz de poner un límite al mal; sólo el amor omnipotente de Dios puede derrotar la prepotencia de los malvados y el poder destructor del egoísmo y del odio».


En definitiva, si hubiera que sintetizar en una frase la vida de Karol Wojtyla, Benedicto XVI escogería ésta, del propio Juan Pablo II, en la última visita a su Polonia natal: «Fuera de la misericordia de Dios, no existe otra fuente de esperanza para el hombre».



DIOS TE AMA. AMA TU A TU HERMANO

El triunfo de la Misericordia

La única fuente de esperanza para el hombre
Se ha celebrado en Roma el primer Congreso Apostólico Mundial sobre la Divina Misericordia, coincidiendo con el tercer aniversario de la muerte de Juan Pablo II.
áneamente, fieles -sobre todo los más jóvenes- de la diócesis de Roma han propagado este mensaje por las calles de la Ciudad Eterna.


El Congreso ha sido promovido por el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, quien en la misa de clausura, en la basílica de San Pedro, expuso algunas de las conclusiones a las que se ha llegado en este encuentro sin precedentes. El cardenal recordó el mandato de ser testigos de Jesús misericordioso, que dejó a la Iglesia el Papa Karol Wojtyla: «Seamos todos testigos de la Misericordia según el mandato que el Siervo de Dios Papa, el amado Papa Juan Pablo II, ha dado a todos los fieles. Éste es el mandato que llevamos con nosotros de estas jornadas benditas, el de ser testigos, en nuestra vida cotidiana, de la Divina Misericordia»; algo, sin embargo, que sólo podremos hacer «si hemos experimentado nosotros mismos lo que es la misericordia».


El Presidente de este Congreso Mundial exhortó, además, a no dejarse llevar por ideas y anhelos demasiado terrenales, buscando un cristianismo victorioso en lo que se refiere a los poderes terrenales, ya sea en la política, en la economía, o en los medios de comunicación. «La historia de los éxitos del cristianismo no es la historia de los triunfos militares o políticos -dijo-, sino el triunfo de la Misericordia vivida. La única que convence». No basta con bellas palabras. «Las palabras pueden ser bellas, pero no son más que palabras. Los actos de misericordia son, sin embargo, incontestables. Y por ellos seremos juzgados».






Un tercer mensajero




SIEMBRA JUSTICIA Y COSECHARAS MISERICORDIA.

En la inauguración del Congreso, quien fuera durante 25 años secretario particular de Juan Pablo II, el hoy cardenal Stalislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia, incidió en que, junto con el anterior Papa y santa Faustina, la Divina Misericordia tiene hoy un tercer mensajero, Benedicto XVI, cuyo magisterio «ayuda a descubrir el amor y la misericordia de Dios».


Durante la misma sesión de apertura, el cardenal Camillo Ruini, obispo Vicario de la diócesis de Roma, mostró cómo la Divina Misericordia marcó la vida de Juan Pablo II, una de cuyas primeras encíclicas se tituló Dives in misericordia (Rico en misericordia, 1980). Este Papa, además, dedicó, en 2000, el segundo domingo de Pascua a la Divina Misericordia, y quiso también que la iglesia del Espíritu Santo de Roma, a unos pasos del Vaticano, se convirtiera en el santuario romano de la Divina Misericordia, donde se venera la imagen del Jesús misericordioso que se manifestó a sor Faustina.


La Misericordia, explicó el cardenal Ruino en el Congreso, cuyas sesiones se celebraron en la basílica de San Juan de Letrán, «no es un amor cualquiera, sino gratuito, generoso», manifestado «en el Hijo encarnado, muerto y resucitado por nosotros y por nuestra salvación». El objetivo del Congreso sobre la Divina Misericordia, afirmó, ha consistido en «estimular un nuevo empuje misionero en la ciudad de Roma y en todas las diócesis hermanas del mundo entero».



Una misión en la Ciudad Eterna


La Plaza de San Pedro se llenó de fieles el pasado
2 de abril, durante la celebración del funeral
por Juan Pablo II que presidió Benedicto XVI
Precisamente para que el Congreso no se quedara en palabras, las tardes fueron dedicadas a anunciar este mensaje por las calles de la Ciudad Eterna, y los protagonistas no fueron tanto los obispos y cardenales, sino los jóvenes y laicos de esta diócesis, así como participantes en el Congreso, venidos de todos los continentes.Jesús te espera es el mensaje que dirigieron a las personas que se encontraban en el centro histórico: turistas, parejas haciendo compras, personas esperando al autobús o saboreando un café en un bar...
La misión ciudadana, que se espera repetir en otras ciudades del mundo, tenía por objetivo llevar a las calles el anuncio de que Dios es un Padre misericordioso, que ama a todas y cada una de las personas. Estos misioneros vivieron, en estos días, lo que Juan Pablo II trató de realizar con su vida. Mientras los misioneros llevaban su anuncio, tenían lugar encuentros de oración, como por ejemplo la Memoria de la Pasión de Cristo, celebrada en la basílica de los Doce Apóstoles, muy cerca de la Plaza Venecia, corazón de Roma.
Tras la liturgia, vivida en gran recogimiento, tuvo lugar la adoración eucarística en la que se encomendó de manera especial a las personas que escuchaban afuera, en la calle, el anuncio de los misioneros. Quien quería podía acercarse a experimentar la Misericordia de Dios en el sacramento de la Reconciliación, en ésa o en otra de las iglesias de la ciudad.
Esta alegría se hizo contagiosa, en particular, en las noches, con dos espectáculos de evangelización: uno realizado por la Comunidad Cenáculo, y otro por la Comunidad Shalom. En la noche del jueves, en la céntrica plaza Navona, se celebró un Festival Misionero.





Un CUARTO mensajero

DIOS AMA CON AMOR INFINITO A TODOS VOSOTROS



"Miserando atque eligendo"

IV APOSTOL: El papa Francisco, un apóstol de la misericordia


Con cuanta sencillez lo aplico el Papa Francisco a los jóvenes de Rio.

Leed las Bienaventuranzas  y el capitulo 25 de San Mateo, donde se contiene el protocolo con el que seremos juzgados. !No necesitáis leer mas!.

Tened Misericordia para alcanzar Misericordia.


Madrid, 07 de abril de 2013 (Zenit.org) Iván de Vargas | 594 hitos

El lema del papa Francisco, Miserando atque eligendo, es un homenaje a la misericordia divina. Ciertamente, esta expresión reviste un significado particular en la vida y en el itinerario espiritual del santo padre.


En 1953, a la edad de 17 años, el joven Jorge Mario Bergoglio experimenta, de un modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después de una confesión, siente su corazón tocado y advierte la llegada de la misericordia de Dios, que, con mirada de tierno amor, le llama a la vida religiosa a ejemplo de san Ignacio de Loyola.
Una vez elegido obispo, el religioso jesuita, en recuerdo de tal acontecimiento, que marca los inicios de su total consagración a Dios en Su Iglesia, decide elegir, como lema y programa de vida, el citado enunciado de San Beda "lo miró con misericordia y lo eligió", que también ha querido reproducir en su escudo pontificio.


Para el nuevo papa, la misericordia de Dios es el mensaje "más fuerte" y una idea central de su pensamiento.
Al ser creado cardenal por el papa Juan Pablo II, monseñor Bergoglio dice: "Sólo alguien que ha encontrado la misericordia, que ha sido acariciado por la misericordia, está feliz y cómodo con el Señor".
Además, el entonces purpurado argentino acude anualmente al santuario de Villa Urquiza, en Buenos Aires, para celebrar la fiesta patronal en honor de Jesús Misericordioso. Asimismo, no falta a su cita con la Caravana Nacional de la Divina Misericordia.


Siendo arzobispo de Buenos Aires, tiene también una importante intervención en el Primer Congreso Apostólico Mundial de la Divina Misericordia, celebrado en el año 2008 en Roma.
Quienes le conocen bien aseguran que el padre Bergoglio siempre recomienda a sus sacerdotes misericordia, valentía apostólica y puertas abiertas a todos.

Tras su elección como sucesor de Pedro, todavía resuenan con fuerza las palabras del papa Francisco en la pequeña iglesia parroquial de Santa Ana: "La misericordia cambia el mundo, hace al mundo menos frío y más justo. El rostro de Dios es el rostro de la misericordia, que siempre tiene paciencia. [...] Dios nunca se cansa de perdonarnos. El problema es que nosotros nos cansamos de pedirle perdón. ¡No nos cansemos nunca! Él es el padre amoroso que siempre perdona, que tiene misericordia con todos nosotros".

En el reciente pregón pascual, la invitación del santo padre es clara: "Dejémonos renovar por la misericordia de Dios, dejemos que la fuerza de su amor transforme también nuestras vidas; y hagámonos instrumentos de esta misericordia".
Por tanto, no es de extrañar que el pontífice haya elegido, para tomar posesión de la Cátedra como Obispo de Roma, el segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia.
(07 de abril de 2013) © Innovative Media Inc.




El papa Francisco ha escogido el domingo de la Divina Misericordia para entrar en la catedral de Roma: ¿qué es el domingo de la misericordia?

-- Hélène Dumont: El domingo de la Divina Misericordia nace de una pedido de Cristo a una religiosa polaca del siglo XX, santa Faustina. Es una fiesta para manifestar en el mundo su inmensa compasión por los Hombres: «Deseo que la fiesta de la Misericordia sea un recurso y un refugio para todas las almas y sobre todo para los pobres pecadores. En este día, las puertas de mi misericordia están abiertas, yo les daré un océano de gracias a las almas que se aproximarán a la fuente de mi misericordia»le dijo Jesús a santa Faustina.

Esta fiesta se ubica el primer domingo después de Pascua y ha sido instituida oficialmente por el beato Juan PabloII durante la canonización de nuestra religiosa, el 30 de abril de 2000. Dos decretos que publicados indican las modalidades litúrgicas de este domingo. Así, el beato Juan Pablo II quiso reafirmar la magnitud del misterio pascual y hacer sobresalir esta fiesta de la mera devoción privada, para que más allá de la Iglesia universal el mundo entero pueda acoger esta gracia.



¿Cómo vivir este domingo ?
-- Hélène Dumont: Esta fiesta se prepara con una novena que comienza el viernes santo con una oración enseñada por Jesús a santa Faustina. Es una potente intercesión para el mundo. En efecto, se trata cada día de presentar al Señor un grupo de almas diferentes: rezamos así por las almas piadosas y fieles, por los sacerdotes y los religiosos, por los paganos y los que no conocen a Dios, por los niños, por las almas del purgatorio, etc.

Durante la novena, el Señor ha prometido de conceder numerosas gracias a las almas. Y así llegamos en la Fiesta de la Misericordia. Este día estamos particularmente invitados a entrar en la misericordia como indicó de Jesús y que fueron precisadas por Juan Pablo II. O sea, confesarse, comulgar, honrar el cuadro de Jesús misericordioso, implorar la misericordia divina rezando a las tres de la tarde, sobretodo el rosario de la misericordia.


En este día de fiesta, el Señor tiene el deseo de difundir un océano de gracias sobre las almas: «Deseo conceder una indulgencia plenaria a las almas que que se confesarán y comulgarán en esta fiesta de mi misericordia». Y el lema episcopal y pontificio del papa Francisco es «Miserando atque eligendo».


¿Cuáles son los signos de la misericordia en las primeras semanas de este pontificado?
-- Hélène Dumont: El papa Francisco, en continuidad con Juan Pablo II y Benedicto XVI ha categóricamente ubicado su pontificado en la misericordia. Su lema ha dado el tono. Su elección de sencillez, sus palabras a favor de los pobres y de los pecadores y sus discursos han confirmado su orientación hacia el anuncio de la misericordia divina.
Cito por ejemplo lo que ha dicho Francisco el 17 de marzo antes del primer ángelus: «La misericordia cambia el mundo. Un poco misericordia vuelve el mundo menos frío y más justo. Nos hace bien entender la misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia …


(…) No olvidemos esta palabra: Dios no se cansa nunca de perdonar, ¡nunca! (…) El problema es que nosotros nos cansamos, no queremos, nosotros nos cansamos de pedir perdón. Él no se cansa nunca de perdonar, pero nos, a veces, somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón. Nosotros no nos cansemos nunca, ¡no nos cansemos nunca! Él es el Padre enamorado que siempre perdona, que tiene un corazón de misericordia para todos nosotros. Y nosotros también, aprendamos a ser misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la Virgen que ha tenido entre sus brazos la misericordia de Dios hecho hombre».

O también lo que ha dicho este domingo de Pascua: «Esta es la invitación que dirijo a todos: ¡Acojamos la gracia de la Resurrección del Cristo! Dejemos a la misericordia de Dios, dejemos a Jesús, dejemos a la potencia de su amor transformar también nuestra vida; y seamos instrumentos de esta misericordia, de ser canales a través de los cuales Dios pueda regar la tierra, proteger la creación y hacer florecer la justicia y la paz».


Han fundado un movimiento espiritual para difundir en el mundo de hoy el mensaje de la misericordia: ¿de qué se trata? ¿Cuáles son los compromisos?

-- Hélène Dumont: los escritos de santa Faustina me han interpelado mucho: Cristo, en el siglo XX se apareció y manifestó su amor y su misericordia al mundo entero y su deseo infinito de atraer hacia Él todas las almas. En su misericordia infinita, quiere consolar, perdonar, reconfortar, traer la paz, la alegría, la felicidad y al mismo tiempo, Él nos invita a ejercer la misericordia por actos, palabras y la oración.


El movimiento de los Servidores de la misericordia se inspira de la espiritualidad de santa Faustina; tiene la vocación de promover la misericordia por todos los medios que Jesús le ha indicado a nuestra religiosa.


El primero de los compromisos de los Servidores de la misericordia es sobrerezar la coronilla de la misericordia, la meditación de la Pasión a las tres de la tarde, todo el viernes cuando nosotros pedimos por la conversión del mundo y presentamos todas las intenciones que nos fueron confiadas; lo que nos permite involucrar a personas enfermas, discapacitadas o ancianas. Además cada miembro es invitado a vivir el apostolado de la misericordia en su parroquia y en todos los lugares de su vida.


Para vivir mejor la comunión entre nosotros y apoyarnos en el rezo y el apostolado, un boletín es dirigido a cada uno junto con una meditación mensual; además nos encontramos en fines de semana regionales. Nuestro movimiento propone igualmente todos los años una peregrinación a Polonia sobre los pasos del beato Juan Pablo II y de santa Faustina, el mes de julio y abierto a todos.


¿La próxima cita mundial? ¿Y vuestro próximo proyecto?
-- Hélène Dumont: El próximo encuentro es el congreso mundial que tendrá lugar en Bogotá en agosto de 2014. Y mi proyecto se orienta siempre hacia el anuncio de la misericordia. Por eso me vuelvo disponible para misiones itinerantes que me llevan por Francia y el exterior, en parroquias, comunidades, congregaciones … para animar retiros, con las reliquias de santa Faustina. El fuego de la misericordia tiene que difundirse en todas partes y mi objetivo es de encender este fuego para que la misericordia sea acogida y vivida en todas las sensibilidades de iglesia.



SU DIVINA MISERICORDIA 

AÑO SACERDOTAL 2009-2010

En el hombre la misericordia implica dolor y compasión por las miserias del prójimo. En Dios, el Espíritu Santo cambia la dimensión del pecado humano en una nueva donación de amor salvificoEl pecado es vencido por El Sacrificio del Cordero de Dios que se ha hecho obediente hasta la muerte.
Jesús redentor en cuya humanidad se verifica el “sufrimiento” de Dios, dirá una palabra en la que se manifiesta el amor eterno lleno de misericordia: Siento compasión. Jesucristo, en su humanidad se ha abierto totalmente a la acción del Espíritu Paráclito que del sufrimiento hace brotar el eterno amor salvífico. Se tiene así una nueva humanidad que en Jesucristo ha vuelto al amor traicionado por Adán con su pecado, por medio del sufrimiento de la Cruz. El “Siervo obediente” que repara la desobediencia del hombre realiza la Redención del mundo. Por medio del sufrimiento de la Cruz se tiene así una nueva humanidad que en Jesucristo ha vuelto al amor traicionado por Adán con su pecado. 
La humanidad sometida al pecado en los descendientes del “primer Adán”, en Jesucristo ha sido sometida perfectamente a Dios y unida a Él, y al mismo tiempo está llena de la Misericordia de Dios hacia los hombres.



REVELACION DE LA MISERICORDIA
Cuando el Verbo se hizo hombre y padeció y murió por nosotros para regresar resucitado al seno del Padre llevando consigo a la humanidad salvada, apareció en el cielo una nueva realidad, el Corazón humano de Jesús, que alentado por su divinidad se entrega total y definitivamente a Dios y el amor humano que Jesús profesa a la humanidad salvada y por salvar, el amor de Jesús a su santísima Madre, a san José representante del Padre en su oficio de amar a Jesús y por eso cuidar de El, su amor singular a los doce y a los otros discípulos que se extiende a todos sus sacerdotes y fieles futuros; y su amor humano por todos los hombres, “carne de su carne”, a los que el Verbo humanado mira con amor de hermanos, defiende como parte de su misma carne, comprende, disculpa, o al menos invoca el precio de su sangre para que sin merecerlo sean salvados por los meritos de Jesús.  Cristo nos ha revelado la verdad sobre el hombre, su vocación suprema a Dios. Simultáneamente al Padre junto con su amor “Rico en Misericordia”, que nos ha dado a su Hijo único para que  padeciendo las miserias de la existencia humana y muriendo en la Cruz, manifestara Jesús a todos los hombre al Padre amoroso y lleno de misericordia que Jesús nos ha revelado.
El Hijo unigénito que esta en el seno del Padre nos lo ha dado a conocer sobretodo la relación de amor de Dios hacia el hombre, como un Padre, y la relación de amor del hombre hacia el Padre como la de un hijo.  Cristo a través de sus palabras, de sus acciones y singularmente de su muerte y resurrección nos hace particularmente visible a Dios en su Misericordia.
La Revelación en Cristo de Dios como Padre de Misericordia nos permite “verlo” especialmente cercano al hombre, sobretodo al que sufre, al que esta amenazado en su existencia y en su dignidad, y cuanto mas al que esta en camino a la muerte eterna.
Muchos hombres de nuestra época, y muchos ambientes, guiados por un vivo sentido de fe, se dirigen hoy como espontáneamente a la Misericordia de Dios. Ellos son, ciertamente, impulsados a hacerlo por Cristo mismo, el cual, mediante su Espíritu actúa en lo íntimo de los corazones humanos.
Dios nos impulsa hoy a descubrir cada vez más el misterio del Padre y de su Amor. A recurrir a su misericordia, de que el hombre contemporáneo tiene tanta necesidad, aunque con frecuencia no lo sabe. A acudir en nombre de Cristo y en unión con El a esa misma misericordia en toda necesidad.

Cristo en su primera alusión Mesiánica haciendo referencia a las palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor esta sobre Mi, porque me ungió para Evangelizar a los pobres;  me envió a anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista,  para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia del Señor”.


    
   _  J _  .  F  .  R  .  _  H  _                        Miserandus Servus  Mariae

_  _  .  .  .  _  _                    

M      S      M                  

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