jueves, 30 de mayo de 2013

MINI CREDO

MINI CREDO

Des wahren Gottes, für die wir leben.

Creo en un solo Dios creador, redentor y santificador.

Creo en un solo Dios Padre Hijo y Espíritu Santo. Razón ultima de nuestra existencia y fuente de todo bien. Esta en el origen de todo y todo lo sostiene, y  TODO lo que existe dependen de Dios como Creador.

Escogio a Abraham como padre de todas las naciones. A Moyses como figura de Cristo nuestro Salvador. Envio al Espiritu Santo para que congregara en su Reino a todas los pueblos.


Creo en Jesús el Hijo de Dios que me amo, se hizo hombre y murió por mi.. Que con si vida, pasion y muerte abrio las puertas del Cielo.
Creo en su santisma madre, madre del Verdadero Dios por quien se vive y madre nuestra para engendrar a los hombres a una vida nueva.
Creo en el Espíritu Santo, que nos une en Cristo con nuestro Dios y con nuestros hermanos.

Decir creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo equivale a decir creo en un solo Dios que en Si Mismo, en su vida intima ES Amor.

Y decir que el Hijo de Dios se hizo hombre por obra del Espíritu Santo en las purisimas entrañas de la Siempre Virgen María, es decir que por el misterio de La Encarnación, ese Dios amor se hizo para nosotros un hermano y nos dio un un Padre, y derramo sobre nosotros su propio Espíritu. Que Cristo en vive en la Iglesia, en cada hombre que alcanzo la salvación.

 La Iglesia «no es una institución inventada y construida en teoría..., sino una realidad viva... Vive a lo largo del tiempo, en devenir, como todo ser vivo, transformándose... Sin embargo su naturaleza sigue siendo siempre la misma, y su corazón es Cristo». Ha sido nuestra experiencia ayer, me parece, en la plaza: ver que la Iglesia es un cuerpo vivo, animado por el Espíritu Santo y vive realmente por la fuerza de Dios. Ella está en el mundo, pero no es del mundo: es de Dios, de Cristo, del Espíritu. Lo hemos visto ayer. Por esta es verdad y elocuente también la otra famosa expresión de Guardini: «La Iglesia se despierta en las almas». La Iglesia vive, crece y se despierta en las almas, que —como la Virgen María— acogen la Palabra de Dios y la conciben por obra del Espíritu Santo; ofrecen a Dios la propia carne y, precisamente en su pobreza y humildad, se hacen capaces de generar a Cristo hoy en el mundo. A través de la Iglesia, el Misterio de la Encarnación permanece presente para siempre. Cristo sigue caminando a través de los tiempos y de todos los lugares.

Padre mio, Jesús mio Espíritu Santo amor mio. 
Creo en Ti, espero en Ti te amo, te adoro, te pido por todos los hombres mis hermanos. Congreganos Unenos, perdónanos, santificanos, transformamos a semejanza de Jesús. 

Madre mía el mundo se hunde porque no busca a Dios, intercede por la Iglesia de Tu Hijo, por el Papa, los Obispos y por todos tus hijos, danos sacerdotes santos que nos lleven a Dios.


1. Dona a nuestro Santo Padre Francisco sabiduría, firmeza y prudencia.
2. Dona a tu Iglesia numerosos y santos ministros del altar.. 
3. Dona a cada bautizado hambre y sed de tu Cuerpo
4. Dona al hombre pecador el deseo de la conversión y del perdón.
5. Dona a todos las experiencia consoladora de saberse y sentirse amados por Ti



1. Elimina con la fuerza de tu Cruz toda discordia y división.
2. Elimina con la luz de tu Palabra todo engaño y toda falsedad
3. Elimina con la mansedumbre de tu Corazón toda venganza y rencor.
4. Elimina con la dulzura de tu caridad todo egoísmo y dureza de corazón.
5. Elimina con tu potencia creadora toda violencia contra la vida humana



La salvación mediante la fe

Lumen Fidei

19. A partir de esta participación en el modo de
ver de Jesús, el apóstol Pablo nos ha dejado en sus
escritos una descripción de la existencia creyente. El
que cree, aceptando el don de la fe, es transformado
en una creatura nueva, recibe un nuevo ser, un ser
filial que se hace hijo en el Hijo. « Abbá, Padre », es la
palabra más característica de la experiencia de Jesús,
que se convierte en el núcleo de la experiencia cristiana
(cf. Rm 8,15). La vida en la fe, en cuanto existencia
filial, consiste en reconocer el don originario y
radical, que está a la base de la existencia del hombre,
y puede resumirse en la frase de san Pablo a los Corintios:
« ¿Tienes algo que no hayas recibido? » (1 Co
4,7). Precisamente en este punto se sitúa el corazón
de la polémica de san Pablo con los fariseos, la discusión
sobre la salvación mediante la fe o mediante las
obras de la ley. Lo que san Pablo rechaza es la actitud
de quien pretende justificarse a sí mismo ante Dios
mediante sus propias obras. Éste, aunque obedezca
a los mandamientos, aunque haga obras buenas, se
pone a sí mismo en el centro, y no reconoce que el
origen de la bondad es Dios. Quien obra así, quien
quiere ser fuente de su propia justicia, ve cómo pronto
se le agota y se da cuenta de que ni siquiera puede
mantenerse fiel a la ley. Se cierra, aislándose del Señor
y de los otros, y por eso mismo su vida se vuelve
vana, sus obras estériles, como árbol lejos del agua.

24 - San Agustín lo expresa así con su lenguaje conciso y
eficaz: « Ab eo qui fecit te noli deficere nec ad te », de aquel
que te ha hecho, no te alejes ni siquiera para ir a ti.15
Cuando el hombre piensa que, alejándose de Dios,
se encontrará a sí mismo, su existencia fracasa (cf. Lc
15,11-24). La salvación comienza con la apertura a
algo que nos precede, a un don originario que afirma
la vida y protege la existencia. Sólo abriéndonos a
este origen y reconociéndolo, es posible ser transformados,
dejando que la salvación obre en nosotros y
haga fecunda la vida, llena de buenos frutos. La salvación
mediante la fe consiste en reconocer el primado
del don de Dios, como bien resume san Pablo: « En
efecto, por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y
esto no viene de vosotros: es don de Dios » (Ef 2,8s).
20. La nueva lógica de la fe está centrada en
Cristo. La fe en Cristo nos salva porque en él la
vida se abre radicalmente a un Amor que nos
precede y nos transforma desde dentro, que obra
en nosotros y con nosotros. Así aparece con claridad
en la exégesis que el Apóstol de los gentiles
hace de un texto del Deuteronomio, interpretación
que se inserta en la dinámica más profunda
del Antiguo Testamento. Moisés dice al pueblo
que el mandamiento de Dios no es demasiado
alto ni está demasiado alejado del hombre. No se
debe decir: « ¿Quién de nosotros subirá al cielo y
nos lo traerá? » o « ¿Quién de nosotros cruzará el
mar y nos lo traerá? » (cf. Dt 30,11-14). Pablo in-
15 De continentia, 4,11: PL 40, 356.

25 - Interpreta esta cercanía de la palabra de Dios como
referida a la presencia de Cristo en el cristiano:
« No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?”,
es decir, para hacer bajar a Cristo. O “¿quién
bajará al abismo?”, es decir, para hacer subir a
Cristo de entre los muertos » (Rm 10,6-7). Cristo
ha bajado a la tierra y ha resucitado de entre
los muertos; con su encarnación y resurrección,
el Hijo de Dios ha abrazado todo el camino del
hombre y habita en nuestros corazones mediante
el Espíritu santo. La fe sabe que Dios se ha hecho
muy cercano a nosotros, que Cristo se nos
ha dado como un gran don que nos transforma
interiormente, que habita en nosotros, y así nos
da la luz que ilumina el origen y el final de la vida,
el arco completo del camino humano.

21. Así podemos entender la novedad que
aporta la fe. El creyente es transformado por el
Amor, al que se abre por la fe, y al abrirse a este
Amor que se le ofrece, su existencia se dilata más
allá de sí mismo. Por eso, san Pablo puede afirmar:
« No soy yo el que vive, es Cristo quien vive
en mí » (Ga 2,20), y exhortar: « Que Cristo habite
por la fe en vuestros corazones » (Ef 3,17). En la
fe, el « yo » del creyente se ensancha para ser habitado
por Otro, para vivir en Otro, y así su vida
se hace más grande en el Amor.

 En esto consiste la acción propia del Espíritu Santo. El cristiano
puede tener los ojos de Jesús, sus sentimientos,
su condición filial, porque se le hace partícipe de
su Amor, que es el Espíritu. Y en este Amor se recibe
en cierto modo la visión propia de Jesús.

Sin esta conformación en el Amor, sin la presencia
del Espíritu que lo infunde en nuestros corazones
(cf. Rm 5,5), es imposible confesar a Jesús
como Señor (cf. 1 Co 12,3)... Tener una relación 
de amor con Jesucristo.  
!Y en cada Misa reconocer
la renovacion Incruenta del Calvario!. 

Comprender la abundancia del amor divino 
siempre es fruto de una gracia.
Dios da en abundancia hasta el punto 
de decir, Pablo, como resumen final: 
'Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia'. 
Sobreabunda, todo. 

Y este es el amor de Dios: sin medida. Todo El mismo”.
Porque el amor es la completa donación de uno mismo.
Dios te ama con toda la fuerza de su Corazon divino. Si, a ti, quien quiera que seas. Dios te ama con todo su Corazon, con toda su Alma, con todas sus Fuerzas, y asi te manda que TU lo ames. Y el segundo es semejante al primero... y en estos dos mandamientos se resume toda la Ley y los Profetas.

 Pero inmediatemnte  surge la pregunta. Quien es mi projimo?... el 
que tuvo copasion de el... y era samaritano.

 Y Jesus es el Buen Samaritano y nosotros el hombre que asaltaron los ladrones. 


viernes, 24 de mayo de 2013

TRES PERSONAS PARA AMAR



TRES PERSONAS PARA AMAR.


El Misterio de la Santísima Trinidad es el misterio de una eterna e inefable mirada de amor divino y la creación es su reflejo por la perticipacion de la Vida Divina en el hombre.
.

La sed DE DAR del Padre, el ansia DE GLORIFICAR del Hijo y el empeño DE UNIFICAR EN CRISTO del Espíritu Santo son la explicación de La Creación y de esa perticipacion de la Vida Divina en el hombre.

Si pudiéramos comprender cuanto nos ha amado El Padre, cuanto nos a amado Jesús, cuanto ha hecho por nosotros, hasta darnos su propio Espíritu. 

Dios nos a amado nos sigue amando hasta el extremo. EL HIJO DE DIOS, se hace hombre para poder sufrir CON NOSOTROS. No solo en su cuerpo, en su dolorosa pasión y en  la Cruz en medio de los dos ladrones,  también en su alma con cada esclavo, con cada azotado, con cada oprimido.
EL HIJO DE DIOS, se hace hombre para poder sufrir POR NOSOTROS. Ese fue su regalo al Padre. Ese fue el precio de nuestra salivación. 
EL HIJO DE DIOS, se hace hombre para poder SUFRIR EN NOSOTROS.
EL HIJO DE DIOS, se hace hombre Porque quería  glorificar a Dios en nosotros, amar, socorrer y salvar a las almas en nosotros. Hasta allá llega su amor, hasta eso nos ha dado. 


Por eso ‘todos los días’ le pedimos al Señor que creamos, que amemos y que obedezcamos. Porque El es compasivo y clemente y paciente, misericordioso y fiel.

Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo TENGA a Dios y se salve por El. Estén alegres, trabajen por su perfección, anímense mutuamente y vivan en paz y armonía y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes.

Para glorificar al Padre, El Verbo no necesitaba hacerse hombre, porque ya lo glorificaba infinitamente en el Seno de Dios desde la eternidad sin principio, pero quiso glorificarlo como hombre
Y que también nosotros pudiéramos glorificarlo con El en el nombre de toda la creación.


El libro de los Proverbios personifica a la ‘Sabiduría’ que antes de que la tierra y los campos y el primer polvo del universo fueran creadas estaba ya junto a El como arquitecto de sus obras. Se recreaba en su presencia jugando con el orbe de la tierra y su delicia era estar con los hijos de los hombres.

‘El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras mas antiguas. Quede establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiera’.

Por medio de Ella hemos obtenido con la Fe la entrada en el mundo de la Gracia porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que El mismo nos ha dado.



JESÚS GLORIA DEL PADRE

Jesús es el supremo glorificador del Padre, o más bien, ´Jesús es la gloria del Padre`.
Si pudiera definirse lo inefable, si pudiera condensarse en una expresión humana lo que es Jesús.
Sin duda que Jesús es nuestro Redentor, más como las operaciones divinas no pueden tener como último fin a la criatura, quiso Dios UNIR la felicidad de la criatura con la Glorificación de su Creador, de tal manera que no puede alcanzarse la una sin la otra.
El hombre no puede ser feliz sino glorificando a Dios eternamente y Dios no ha querido encontrar su gloria sino en la felicidad eterna del hombre.
Ya en el seno de Dios, el Verbo Divino es la alabanza perfecta, infinita, sustancial, eterna y consumada del Padre.
Pero por una condescendencia incomprensible, esa alabanza que llena la inmensidad y la eternidad de Dios, quiso resonar en el tiempo, pronunciarse con labios humanos, revestirse con una forma al parecer incompatible con el GOZO  de Dios, el sacrificio.  


Y el verbo se hizo carne, y la Alabanza Divina se hizo humana y Jesús pudo tomar en sus manos el cáliz de su sangre y (salmo 45,17), el sacrificio de Cristo y ofrecerlo a su Padre como Hostia de Alabanza.


Después de haber glorificado a su Padre como lo declaró solemnemente en la oración del Cenáculo, Yo te glorifique en la tierra y lleve a cabo la obra que me confiaste (Juan 17,4), perpetuo esa Alabanza perfecta por medio de la Liturgia Cristiana. Desde entonces, del fondo de la tierra, lugar de miseria y de pecado, se eleva constantemente hasta el Seno de Dios la más cumplida alabanza, la más perfecta glorificación que se eleva en todos nuestros altares, que se encierra en todos nuestros sagrarios, que llena todos los tiempos y se sacrifica en todos los lugares.


Después Jesús subió al cielo, no sólo para recibir la gloria merecida por su humanidad sacratísima, sino sobre todo para Inaugurar en el Cielo la liturgia perfecta y consumada, la Liturgia, de la Iglesia triunfante de cristo sigue siendo el Sacerdote Eterno y LA HOSTIA PERFECTA DE ALABANZA, centro, alma, fuente de la Liturgia del cielo.
Cuando los tiempos se hayan consumado, Jesús ejerciendo su Sacerdocio eterno en la asamblea de los elegidos, en el centro de la creación redimida, en medio del Trono mismo donde reina el Creador, Jesús de pie como santificador esta inmolado como Víctima universal y perpetua y en su unión la creación entera entona la alabanza que no cesa ni de día ni de noche.


Por otra parte, el Sacrificio Eucarístico no se termina tampoco en el Altar, puesto que le Comunión es parte integrante de el. La Hostia santa viene a entonar la última nota de su alabanza en el corazón de quien comulga. La Hostia Santa viene a sacrificarse, por la Comunión, en ese templo, a inmolarse en ese altar, asimilándose nuestras alabanzas y haciendo suyos los sacrificios de alabanza que desde el fondo de su corazón cada cristiano eleva hasta el Seno de Dios para glorificarlo.
Pero nos solo en los momentos de la Comunión se realiza esta obra de alabanza. El alma cristiana dice Orígenes, es un altar fijo donde el sacrificio se perpetúa de día y de noche.


Así pues la liturgia íntima del alma, la Liturgia oficial de la Iglesia Militante y la Liturgia de la Iglesia Triunfante SON UNA MISMA, puesto que El Sacrificio que se realiza en nuestro corazón y que se ofrece en nuestros altares son uno mismo, Uno Mismo el Sacerdote que lo ofrece, una misma la Hostia Inmolada, Jesucristo.


!Oh nuestro Verbo Amado!  Tu eres un cántico que Dios se canta interiormente a Sí mismo. Mas también Tu, oh mi Jesús, eres el cántico que toda la creación entona a su creador, el acorde viviente y eterno de Dios y de su criaturas, tan diversas, tan libres y todas tan increíblemente amadas.
Tu eres al cántico que Dios canta al mundo y que en retorno el mundo puede cantar en adelante a Dios.


!Oh Dios mio, que yo te cante, y conmigo todos mis hermanos, ese dulce y tan amado cántico que es Cristo Jesús, Tu Hijo y nuestro Salvador. Que Jesús Te cante a Ti, en mi y por mi... que El sea el cántico de mi acción de gracias, de mi amor y de mi sacrificio.

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LA MIRADA DE JESÚS. 


El Misterio de la Santísima Trinidad es el misterio de una eterna e inefable mirada de amor 
El Padre engendra a su Hijo con una mirada única, infinita y eterna, y el Verbo es el reflejo viviente de la eterna mirada del Padre.
Y en el seno de Dios el Padre y el Hijo se miran y brota de ellos el Espíritu Santo como infinito incendio de amor. 

El Verbo no mira sino al Padre, ni debe ser mirado sino por El. 
Toda mirada de Jesús es la Eterna Mirada del Verbo que se esconde y se revela al mismo tiempo en  la luz sensible de sus ojos. 

Toda mirada de amor al Padre es del Verbo que lo amaToda mirada de amor al Verbo es del Padre que lo ama en el Espíritu Santo. 
Y del mismo modo, toda mirada que toca al Verbo -  mirada de fe, mirada de amor, mirada de contemplación -  es en el fondo la mirada del Padre 
que se esconde y se revela en las miradas de las almas. 

Maravilloso trasunto del eterno misterio de la vida de Dios es la mirada de Jesús al fundirse con la mirada de María en la santa unidad Del Amor. 
A través de los ojos de Jesús se asoma lo divino que esconde Jesús, la eterna e invisible mirada de Dios que se transparenta en la visible humanidad de Cristo.

A través de los ojos puros, tiernos y dulcísimos de la Virgen María, se revela con gran perfección la mirada del Padre. 

Después de la mirada del Padre, ¿Cual hay mas digna de fundirse con la de Jesús que la de María ?. 
En ninguna se revela con tan gran perfección la mirada del Padre como en la de María. 
Cuando Jesús abrió sus ojos divinos se encontró con los de María, se lleno de complacencia porque descubrió al Padre que lo miraba a través de María su santísima madre. 

El misterio de aquellas dos miradas, único por su perfección, se sigue reproduciendo en los siglos en diferentes gradosJesús quiere mirar a las almas como miro a María y quiere ser mirado por ellas como lo miró María, la llena de gracia, la esposa inseparable del Espíritu Santo. 

Y aquella mirada divina del Verbo se asoma a los ojos de Jesús, ya envuelta en la luz inmaterial de su alma, ya en el esplendor visible de sus ojos dulcísimos, para que mirándonos El y mirándole nosotros, nuestros corazones fueran arrebatados al seno de la Trinidad y participáramos del misterio de la eterna mirada del Amor. 




Con razón San Pablo  afirmaba con absoluta seguridad, 'vivo yo', ya no yo, 'es Cristo el que vive en mi'. Vivo en la fe de aquel que me amo y se entrego  por mi. Mi vida tiene su centro en El, El es mi tesoro. En El pienso,a El amo, a El sirvo.

Cristo esta en mi, actúa junto conmigo, me posee, puede disponer de mi, soy suyo y El también es mio, porque que es el amor sino la mutua donación, la mutua posecion, el ser dos en uno. Eso es Dios en su Vida Intima y eso es el Cristiano con respecto a Cristo. Por eso dice San Pablo a los Corintios. Os he desposado como una virgen pura con Cristo, queriendo significar con esto la totalidad de la mutua entrega.



Dios mio creo en Ti. La fe es creer en este amor de Dios que no decae frente a la maldad del hombre, frente al mal y la muerte, sino que es capaz de transformar toda forma de esclavitud, donando la posibilidad de la salvación.
Jesús en Ti confió. A quien iremos si solo Tu tienes palabras de vida eterna.
Espíritu Santo, te amo con el mismo amor que Tu pones en mi alma. 



El recién terminado Año de la fe. ¿Qué es la fe?
Queridos hermanos y hermanas:
El miércoles pasado, con el inicio del Año de la fe, empecé una nueva serie de catequesis sobre la fe. Y hoy desearía reflexionar con vosotros sobre una cuestión fundamental: ¿qué es la fe? ¿Tiene aún sentido la fe en un mundo donde ciencia y técnica han abierto horizontes hasta hace poco impensables? ¿Qué significa creer hoy? De hecho en nuestro tiempo es necesaria una renovada educación en la fe, que comprenda ciertamente un conocimiento de sus verdades y de los acontecimientos de la salvación, pero que sobre todo nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristode amarle, de confiar en Él, de forma que toda la vida esté involucrada en ello.
¿Qué significa creer hoy? De hecho en nuestro tiempo es necesaria una renovada educación en la fe, que comprenda ciertamente un conocimiento de sus verdades y de los acontecimientos de la salvación, pero que sobre todo nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristode amarle, de confiar en Él, de forma que toda la vida esté involucrada en ello.
La fe es creer en este amor de Dios que no decae frente a la maldad del hombre, frente al mal y la muerte, sino que es capaz de transformar toda forma de esclavitud, donando la posibilidad de la salvación.
En este contexto vuelven a emerger algunas preguntas fundamentales, que son mucho más concretas de lo que parecen a primera vista: ¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las nuevas generaciones? ¿Qué nos espera tras el umbral de la muerte? ¿En qué dirección orientar las elecciones de nuestra libertad para un resultado bueno y feliz de la vida?
Tener fe, entonces, es encontrar a este «Tú», Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible que no sólo aspira a la eternidad, sino que la donaes confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe bien que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados en el «tú» de la madre.
Así pues la fe es ante todo un don sobrenatural, un don de Dios. El concilio Vaticano II afirma: «Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede “a todos gusto en aceptar y creer la verdad”»
La fe es don de Dios, pero es también acto profundamente libre y humano. Creer es fiarse con toda libertad y con alegría del proyecto providencial de Dios sobre la historia, como hizo el patriarca Abrahán, como hizo María de Nazaret. Así pues la fe es un asentimiento con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su «sí» a Dios, confesando que Jesús es el SeñorY este «sí» transforma la vida, le abre el camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y de esperanza fiable.
Queridos amigos: nuestro tiempo requiere cristianos que hayan sido aferrados por Cristo, que crezcan en la fe gracias a la familiaridad con la Sagrada Escritura y los sacramentos. Personas que sean casi un libro abierto que narra la experiencia de la vida nueva en el Espíritu, la presencia de ese Dios que nos sostiene en el camino y nos abre hacia la vida que jamás tendrá fin. Gracias.

Dios mío creo en Ti.
En tu Sabiduría, en tu Veracidad, en tu poder, en tu bondad, en tu fidelidad, en tu generosidad, en tu Amor, en tu paciencia, en tu misericordia, en una palabra,  CREO EN TI, por eso confío y me entrego a Ti.  Tu eres el autor del mundo y de mi vida y de todo y nada ni nadie puede mas que Tu. Y Tú nunca dejas de tu mano a quienes has hecho arraigar en tu amistad.
Tu eres infinito, personal,  trascendente, distinto del mundo.  En ti mismo eres increado, inmutable, eterno, inmortal.  Para nosotros, Principio y Fin, creador, Padre providente, Redentor, dueño y  Señor.
Padre mío Creo en Ti, todo mi ser tiene sed de Ti.  Jesús en Ti confío,  Espíritu de Amor te amo con el mismo amor que Tu infundes en mi.
La Santísima Trinidad es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo y si crees en Dios Padre entonces ‘amas’ porque El así vive amándonos. 

Si crees en Dios Hijo vive en la fraternidad  porque El se hizo nuestro hermano para redimirnos, y constituido Sumo y Eterno Sacerdote se sacrifico por mi y se convirtió en Victima, cargo sobre Si todas nuestras culpas, intercedió por los pecadores y fue causa de salvación para todo el mundo.   

Y si crees en Dios Espíritu Santo, obedece porque los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios esos son hijos de Dios. El Espíritu Santo es el que rige a la Iglesia, el que nos hace exclamar 'Abaa' Padre y el que nos permite pronunciar el nombre de Jesús. El Espíritu Santo transforma y renueva, crea armonía y unidad, da fuerza y gozo para la misión.

Finalmente, cumple sus leyes y mandamientos para que seas feliz tu y tu descendencia. Aprende a darle Gloria a Dios con tu palabra y con tu vida. Y sean mis Apóstoles  'vayan' y lleven la Buena Nueva a todas las naciones, Bautizándolos en le nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enséñenles a cumplir todo cuanto Yo les he mandado y no tengan miedo pues Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo.



AMAR CON EL ESPÍRITU SANTO

Yo, como te dije, (dice Jesús a Conchita Armida) como Verbo glorificaba a mi Padre agradecido porque me dio el ser de Hijo, pero al mirar al Amor con sed de dar amor, de derramar su plenitud de amor, pedí a mi Padre bajar a la tierra para unificar el amor de las criaturas con el suyo, no ciertamente para que creciera el amor  suyo con el amor del mundo, pues que en El nada puede crecer ni disminuirse, sino para que tuviera un recipiente inmenso en la Iglesia, y que de ahí bebieran las almas.

Quería Yo, allá en el solio divino de la Trinidad, el dar a conocer al mundo a la Divinidad y hacer, por mi Divinidad, meritorio el sufrimiento. Y vine a la tierra a recoger el amor y el dolor de la criatura para divinizarlo, y así puro, ofrecerlo a mi Padre.

Y el Verbo se hizo carne, por obra del Espíritu Santo, pero con la fecundación del Padre. Y mi gratitud hacia El, y mis ansias de pagarle su amor con dolor se hizo intensa, y escogí la Cruz, inspirado por el Espíritu Santo, y santificando el dolor, morí en ella para abrir el cielo.
Funde mi Iglesia para gloria de la Trinidad y el plan divino y mi sed de darle a mi Padre doble amor por mis dos vidas como Verbo y como hombre, se realizo.

Cierto que Yo vine al mundo, a expiar en mi cuerpo y en mi alma los pecados del hombre, a enseñarle el camino para la felicidad eterna, darle ejemplo vivo y palpitante con una vida de inmolación y ocultos martirios (que escondía en su favor) pero también y muy especialmente, vine a la tierra ávido de darle a mi Padre como Dios hombre, doble gloria, la gloria infinita como Dios, y la gloria finita de todas las almas que fundidas en Mi le glorificarían eternamente.

Vine a unir todos los latidos de amor de los corazones con el amor mío, vine a mendigar ese amor para la gloria de mi Padre, y todos los anonadamientos en mi vida mortal y en la Eucaristía han llevado siempre ese fin el de acrecentar la gloria accidental de mi Padre por el hombre y en fundir todos los amores en un solo amor, todos los sacrificios en un solo sacrificio, el Mío, fusionándolos en mi unidad.

Mi Padre, como te he dicho, ve a todas las cosas en su Verbo, y esta es la gran riqueza de las almas, que tomando de Mí mis méritos infinitos, mi fisonomía y parecido, y hasta su transformación en Mi, tengan derecho a que mi Padre, por esa incorporación en Mi, los mire con ternura y los ame con el mismo infinito amor con que a Mi me ama, con el único amor con que El puede amar, es decir, con el Espíritu Santo mismo. Y otro de los fines que Yo tengo en las almas al amarlas así, es que ellas también me amen con el mismo amor con que Yo amo a mi Padre y con el que el Padre me mama a Mi, es decir, con el mismo Espíritu Santo, en esa fusión de amor de unidad, santo y divino.

Como lo he dicho ya, mi Padre solo se complace en su Verbo, y queriendo Yo aumentar en Mi la gloria para mi Padre, por eso mi anhelo y mi pasión  por las almas el querer abarcarlas todas en Mi para que viéndolas mi Padre en Mi fundidas por el amor y por el dolor, mas lo glorifiquen en Mi y por MI.

¡Si los hombres son una parte mía, de mi misma naturaleza humana, de mi carne y de mi sangre, hija mía!. Uno de los fines, el principal, fue hacer a las almas todas mías, enamorándolas de mi Padre y fusionadolas en Mi, entregarlas a ese Padre amado salvadas, para su eterna adoración!.

Y este papel Mío tiene que ser el papel del sacerdote que es mi representante y aun Yo mismo en la tierra. El enteramente ofrendado al Padre en absoluta donación, debe darle almas que unificadas en Mi, le den gloria en la tierra y eternamente.

El principal fin del sacerdote es amar al Padre como Yo lo ame, vivir para El, transformado en Mi, y darle almas, almas que salieron del soplo divino de su divina fecundación y que no deben perderse.


miércoles, 15 de mayo de 2013

EL CREDO EN ICONOS





EL CREDO EN ICONOS



LA CREACIÓN DE MIGUEL ANGEL

Creo en un solo Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo. 
Un solo Dios y tres personas distintas.

Creo en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Razón ultima de nuestra existencia y fuente de todo bien.

 Esta en el origen de todo y todo lo sostiene, y TODO lo que existe depende de Dios como Creador en el cielo y en la tierra.

La filiación divina natural solo se da en Dios Hijo: «Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos..., engendrado, no hecho; consustancial al Padre». Pero Dios quiso, a través de una nueva creación, hacernos hijos adoptivos, partícipes de la filiación del Unigénito.

Creo en Jesús el Hijo de Dios que me amo, se hizo hombre y murió por mi. Creo en su santisma Madre, Madre del Verdadero Dios por quien se vive y Madre nuestra para engendrar a los hombres a una vida nueva.
Creo en el Espíritu Santo, que nos une en Cristo con nuestro Dios y con nuestros hermanos.



MARÍA OBJETO PRECIOSO DEL AMOR DE DIOS, ENRIQUECIDA CON EL PRIVILEGIO INSIGNE DE MADRE DE DIOS


El inefable amor de la Madre de Dios hacia su santísimo Hijo


Creo en Jesucristo su único Hijo Señor Nuestro, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen.

Hoy celebramos la memoria de un gran padre de la Iglesia de Occidente, san Hilario de Poitiers, quien, ante los arrianos que consideraban al Hijo de Dios sólo una criatura, defendió la verdad sobre la divinidad de Jesucristo. 
San Hilario falleció en el año 367, y en 1851 el beato Pío IX le proclamódoctor de la Iglesia. Fundamentándose en la Escritura, san Hilario escribió:«Dios sólo sabe ser amor, y sólo sabe ser Padre» (De Trinitate 9,61). A este Dios amor, san Hilario le rezaba así: «Haz, Señor  que me mantenga siempre fiel a lo que profesé… cuando fui bautizado» («De Trinitate» 12, 57).
Al hablar de san Hilario, Benedicto XVI, comenta: «Siguiendo la enseñanza y el ejemplo de san Hilario de Poitiers, pidamos también para nosotros la gracia de permanecer siempre fieles a la fe recibida en el bautismo, y testimoniar con alegría y convicción nuestro amor a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo»[5].

INICIO DE SU VIDA PUBLICA


Bautismo de Jesús

El cielo Se abrió, el Espíritu Santo descendió en forma corporal como de una Paloma. Y se escuchó la voz del Padre diciendo: “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”.


AL FINAL DE SU VIDA PUBLICA


La Transfiguración

Su rostro se torno resplandeciente como el sol, su vestiduras blancas como la nieve.

Y se volvió a escuchar la voz del Padre añadiendo: “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”, “Escuchadle”.




SU PASIÓN Y MUERTE.


El dolor insondable de la Madre de Dios por la muerte de su santísimo Hijo



Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado.


EL SEÑOR RESUCITADO



Descendió a los infiernos, y al tercer día resucito de entre los muertos.





LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR





Subió a los cielos y esta sentado a la diestra de Dios padre Todopoderoso.


SU SEGUNDA VENIDA PARA EL JUICIO FINAL






Cristo vive en el cielo.




y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.




Cristo vive en su Iglesia.






Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos.

La Iglesia vive, crece y se despierta en las almas, que —como la Virgen María— acogen la Palabra de Dios y la conciben por obra del Espíritu Santo; ofrecen a Dios la propia carne y, precisamente en su pobreza y humildad, se hacen capaces de generar a Cristo hoy en el mundo.

Cristo vive también en sus hijos.
Cristo vive en mi, en ti, en nosotros.


 Creo en la comunión de los santos, el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en  la vida eterna. Amen.






EL CIELO. 

Con su vida, pasión y muerte Cristo nos abrió las puertas del cielo. 




Cristo Vive y nos esta esperando en el cielo. 


COMO ALCANZARLO.
“Convertíos, El tiempo esta cerca”
“Haced frutos de verdadera penitencia”
“Abrir la puerta la gracia y a la verdad, sobretodo respecto a la Muerte y Resurrección redentora de Cristo.


CELEBRANDO EL DÍA DEL SEÑOR

Instrumento de Dios

que ya desde la salida de Egipto 

utilizo Dios para congregar a su Pueblo.



CUMPLIENDO LOS 10  MANDAMIENTOS
Éxodo: 20, 1-17

La ley fue dada por Dios a Moisés.

En aquellos días, el Señor promulgó estos preceptos para su pueblo en el monte Sinaí, diciendo: "Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí; no te fabricarás ídolos ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o en el agua, y debajo de la tierra. No adorarás nada de eso ni le rendirás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian; pero soy misericordioso hasta la milésima generación de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos.

No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios, porque no dejará el Señor sin castigo a quien haga mal uso de su nombre.

Acuérdate de santificar el sábado. Seis días trabajarás y en ellos harás todos tus quehaceres; pero el día séptimo es día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que viva contigo. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, pero el séptimo, descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.

Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su esclavo, ni a su esclava, ni su buey, ni su burro ni cosa alguna que le pertenezca".






VIVIENDO LAS BIENAVENTURANZAS




Indican el camino de conversión y de cambio de vida.
Porque bajando a esas profundidades encuentran a Cristo donde El esta.


VENID BENDITOS DE MI PADRE
Porque tuve hambre y me disteis de comer...

BIENAVENTURADOS
los pobres
los mansos
los que lloran
los que tiene hambre y sed de justicia
los misericordiosos (porque ellos alcanzarán misericordia)
los limpios de corazón
los pacíficos
los que sufren persecución por la justicia.
Porque de ellos es el Reino de los Cielos.


  1. Cristo vive en los que sufren, en los necesitados, en los limpios de corazón. 
  2. Pero vive permanentemente y con toda la plenitud que es posible en los que han encontrado la paz, los pacíficos, los que despegados de todo, mansos y humildes de corazón han vencido la soberbia y la ira y como en un lago tranquilo que refleja los cielos, se han hecho capaces de vivir unidos constantemente a Cristo para que El viva en sus almas. De reflejar a Dios. 
  3. Mas alto que esto, solo La Cruz, la octava Bienaventuranza, la de de los mártires y luego el cielo.


El Papa Francisco ha explicado que esta Palabra del Señor nos dice "¡hay una guerra más profunda que debemos combatir, todos! Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien, preparados a pagar en persona: he aquí el seguir a Cristo, ¡he aquí el tomar la propia cruz!"





De la contemplación y de Una fuerte relación de amistad con el Señor nace en nosotros la capacidad de vivir y de llevar al amor de Dios, su misericordia, su ternura hacia los otros




CON LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO.



Jesús es enviado por El Espirita Santo para consolar a los afligidos.
Jesús tiene la misión de consolar y lo hace por el Espíritu Santo, Consolador Supremo, que alegra, alivia, alienta, fortifica y levanta el corazón.
El Espíritu Santo, Consolador por excelencia nos da el consuelo divino que es Jesús uniéndonos con Jesús.

Para un cristiano, la esperanza es Jesús mismo, es su fuerza para liberar y rehacer cada nueva vida.

El Espíritu Santo consuela Uniéndonos con Jesús.
1. Jesús fue enviado por inspiración del Espíritu Santo a los pecadores que son los heridos del corazón, los mas pobres entre los pobres. 
Y a su vez El Espíritu Santo vino a la tierra enviado por el Padre, por el sacrificio y la plegaria de Jesús.
Los enfermos y no los sanos son los que necesitan medico, por eso dijo Jesús  'No he venido a llamar justos, sino pecadores'.

2. Jesús fue enviado para sanar a los tibios que viven en gracia de Dios, pero que con su vida enfermiza son incapaces de generosidad y de cualquier sacrificio.  Es una especie de anemia, una debilidad, una parálisis... todo languidece. la inteligencia, el corazón y la voluntad. Jesús, el Jesús de Nazaret fue enviado a los tibios que quieren sanar, y piden salud. 
Un día dijo Jesús al paralitico. 'Hijo, quieres sanar'?, y añadió  ! levántate  toma tu lecho y anda!. Y a nosotros nos dice. Volad por el camino de la perfección, para esto es preciso que se mortifiquen, porque es el único medio que san de este mal y lo hace desaparecer.

3. Jesús vino a sanar a los que quieren amar mas a Dios ..., y no pueden!.
Cuantos corazones doloridos existen que, después de haber conocido a Dios  y probado lo que es amarle desean con ansia corresponder a su amor amándole mas y mas y no tiene quien los guié, entregados a sus propias y débiles fuerzas.

Existen laicos, sacerdotes y religiosos felices, que enamorados de Jesús,cumplen la misión de conquistar almas para el Espíritu Santo, y unidos a Jesús en la obra redentora, convierten a los pecadores y mueven a los tibios a corresponder a los beneficios de Dios. 

!Oh Espíritu Santo, te damos gracias infinitas por haber ungido a Jesús y sus sacerdotes en favor de los hombres!.



LLEVADOS POR EL ESPÍRITU SANTO

SOBRE LA CRUZ DE CRISTO FLOTA EL ESPÍRITU DEL PADRE Y DEL HIJO QUE TRANSFORMA LA INJUSTICIA Y LA VIOLENCIA QUE SE ESTÁN COMETIENDO EN EL SACRIFICIO REDENTOR QUE NOS SALVA.


LA CRUZ DEL APOSTOLADO

Cristo vive y salva escondido en su Cruz

La Cruz es el eslabón de oro que enlaza la miseria con la gloria.
Para justificarnos, para perfeccionarnos, para santificarnos necesitamos la cruz.
El dolor que redime, el dolor que purifica, el dolor que perfecciona engrandece Y SALVA.



CON EL EJEMPLO DE JESÚS

Aprended de Mí que soy manso y humilde de Corazón y hallaréis descanso para vuestras almas.






EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

He aquí este Corazón que tanto ha amado a los Hombres

Venid a Mí todos los que estáis fatigados y agobiados y Yo os aliviare.



POR LA MISERICORDIA DEL SEÑOR.

Dios que es fiel a su amor. Dios que no puede despreciar nada de lo que ha creado, que es fiel a sí mismo, a su paternidad y a su amor. “Su Misericordia se extiende de generación en generación sobre los que le temen”

Si el Espíritu Santo personifica al Amor, Jesús encarna y personifica su Misericordia. Jesús muerto, resucitado y glorioso, se convierte en fuente de Misericordia para todos.




        Jesus en ti confio



POR LA CRUZ DE CADA DÍA




Hay cuatro cosas terrenales de que tenemos que despojarnos para ser felices: La codicia, la ira, el ansia de placer y la soberbia. Y para todas es indispensable la cruz.

Son cuatro cosas celestiales las que tenemos que adquirir para ser Bienaventurados: El amor, la pureza del corazón, la justicia que viene de Dios y la paz. Y para todas es indispensable la cruz.

Y cuatro los nombres que tiene el amor en la tierra y en el cielo: En el cielo es Unión, en la tierra EL AMOR es CRUZ para nosotros, adoración para Dios y amor, misericordia y ternura para con los demás. Y para todas es indispensable la cruz.


HAZME UNA CRUZ SENCILLA CARPINTERO,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos los maderos,
desnudos y decididamente rectos.

Los brazos un abrazo hacia las almas,
el astil disparándose a los cielos,
que no haya adorno alguno que distraiga este gesto,
este equilibrio humano  de los dos mandamientos.



(LEON FELIPE)



El Papa Francisco ha explicado que esta Palabra del Señor nos dice "¡hay una guerra más profunda que debemos combatir, todos! Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien, preparados a pagar en persona: he aquí el seguir a Cristo, ¡he aquí el tomar la propia cruz!"




  1. DISCURSO DEL PAPA A LOS JÓVENES DE COPACABANA DESPUÉS DEL VIACRUCIS.

Queridísimos jóvenes:
  • Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de amor, el camino de la Cruz, que es uno de los momentos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud. Al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II quiso confiarles la Cruz a ustedes, jóvenes, diciéndoles: ?Llévenla por el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad, y anuncien a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención? (Palabras al entregar la cruz del Año Santo a los jóvenes, 22 de abril de 1984).
  • Desde entonces, la Cruz ha recorrido todos los continentes y ha atravesado los más variados mundos de la existencia humana, quedando como impregnada de las situaciones vitales de tantos jóvenes que la han visto y la han llevado.
  • Queridos hermanos: nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida. Esta tarde, acompañando al Señor, me gustaría que resonasen tres preguntas en sus corazones: ¿Qué han dejado ustedes en la Cruz, queridos jóvenes brasileños, en estos dos años en los que ha recorrido su inmenso país? Y ¿qué ha dejado la Cruz de Jesús en cada uno de ustedes? Y, finalmente, ¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?
  • 1. Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para escapar de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: ?Señor, ¿adónde vas??. La respuesta de Jesús fue: ?Voy a Roma para ser crucificado de nuevo?. En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir. Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles y carga nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que no ya pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con la Cruz, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, y que lloran la trágica pérdida de sus hijos, como en el caso de los 242 jóvenes víctimas del incendio en la ciudad de Santa María a principios de este año. Rezamos por ellos. Con la Cruz, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre en un mundo que por otro lado se permite el lujo de tirar cada día toneladas de alimentos; con la Cruz, Jesús está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales como la droga. Con la Cruz Jesús se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel; en la Cruz, Jesús está junto a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio. ¡Cuánto hacen sufrir a Jesús nuestras incoherencias! En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, y a darte vida (cf. Jn 3,16).
  • 2. Podemos ahora responder a la segunda pregunta: ¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han tocado?
  • ¿Qué deja la Cruz en cada uno de nosotros? Miren, deja un bien que nadie más nos puede dar: la certeza del amor fiel de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos. En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Queridos jóvenes, fiémonos de Jesús, confiemos en Él (cf. Lumen fidei, 16) porque Él nunca defrauda a nadie. Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de ser un instrumento de odio, y de derrota, y de muerte, en un signo de amor, de victoria, de triunfo y de vida.
  • El primer nombre de Brasil fue precisamente ?Terra de Santa Cruz?. La Cruz de Cristo fue plantada no sólo en la playa hace más de cinco siglos, sino también en la historia, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño, y en muchos otros pueblos. A Cristo que sufre lo sentimos cercano, uno de nosotros que comparte nuestro camino hasta el final. No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande que sea, que el Señor no comparta con nosotros.
  • 3. Pero la Cruz invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto. La Cruz nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de ellos y tenderles la mano. Muchos rostros ?lo hemos visto en el Vía Crucis- acompañaron a Jesús en su camino al Calvario: Pilato, el Cireneo, María, las mujeres... Yo te pregunto hoy a vos: ¿Vos como quién queréis ser? ¿Queréis ser como Pilatos, que no tiene la valentía de ir a contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lavan las manos?
  • Decidme: ¿Vos sois de los que se lavan las manos, se hacen los retraídos y miran para otro lado? ¿O sois como el Cireneo que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor y con ternura. Y vos, ¿como cuál de ellos queréis ser, como Pilato, Cireneo, como María? Jesús te está mirando ahora y te dice: ¿me quieres ayudar a llevar la cruz? Hermanos y hermanas, con toda tu fuerza de joven: ¿qué le contestas?
  • Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, perdona, ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor.



BAJO EL AMPARO DE LA LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA NUESTRA MADRE.


'Yo soy la siempre Virgen Santa María, madre del Verdadero Dios por quien se vive y vuestra piadosa madre'.






DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

ESTUDIO DE SUS OJOS POR COMPUTADORA

Lugar de María
A María a la que el Señor había escogido desde toda la eternidad para ser su madre, Jesús nuestro salvador nos la ha dado por madre desde lo alto de la cruz. De ella recibió Jesús, ese cuerpo y esa sangre que han sido el precio de nuestra redención. El ha impreso en ella su más perfecta semejanza.

Ella recibió de Dios todos los privilegios que una simple criatura puede recibir y así como ella sobrepasa a todas las demás criaturas en dignidad, así las sobrepasa en humildad, en sabiduría, en gracia y toda clase de excelencias y perfecciones.

El Espíritu Santo la hizo depositaria y dispensadora de todos los tesoros celestiales y después de su Hijo, ella es el gran instrumento de la Misericordia divina.

Después de Dios y en relación con el, como un regalo del cielo y porque Dios así lo ha querido para nuestro bien, después de Dios, el primer lugar en nuestros corazones corresponde a María.

El Santo Padre, Juan Pablo II, grandisimo devoto de la Santísima Virgen María ha escrito y dicho cosas admirables de la Siempre Virgen María según la esclavitud de San Luis María Griñon de Monfort.

!Como quisiera queridos amigos, que tuvierais devoción espontánea y frecuente a María, la mujer bendita que se convirtió en Madre de Dios por haber engendrado según la carne  a un Hijo que era personalmente el Hijo de Dios!.

«María, en la religión cristiana, es absolutamente inseparable de Cristo, tanto antes como después de la Encarnación: antes de la Encarnación, en la espera y en la expectativa del mundo; después de la Encarnación, en el culto y en el amor de la Iglesia> porque, en dependencia de Cristo, es causa multiforme de la gracia en las almasAl dar así verdaderamente la vida a las almas, Ella es su Madre, su verdadera Madre.


En el orden de la vida divina Ella cumple de manera sobre eminente toda la misión y todas las funciones que una madre ordinaria ejerce en la vida de su hijo. María es, pues, Madre de las almas, por ser Mediadora de todas las gracias.
¡Oh, si tan sólo se conociera a María, cuánto más admirable sería nuestra fe, y cuán diferentes serían nuestras comuniones! ¡Oh, si tan sólo se conociera a María, cuánto más felices, cuánto más santos, cuánto menos mundanos seríamos, y cuánto mejor nos convertiríamos en imágenes vivas de Nuestro Señor y Salvador, su amadísimo y divino Hijo!».


Por voluntad de Dios, Ella se encuentra siempre y en todas partes junto a Cristo: en las profecías y figuras del Antiguo Testamento; en toda la vida de Jesús en la tierra, especialmente en las horas dominantes y características de esta vida; y también en todas las consecuencias de la vida y muerte de Cristo.

Durante este año será útil invitar a los fieles a dirigirse, con particular devoción a María, imagen de la Iglesia, que «reúne en sí y refleja en cierto modo las supremas verdades de la fe». Por lo tanto, se debería alentar toda iniciativa que ayude a los fieles a reconocer el papel especial de María en el misterio de la salvación, a amarla filialmente y a imitar su fe y virtud. Para ello será muy conveniente organizar peregrinaciones, celebraciones y reuniones en los principales Santuarios.


CONSAGRACIÓN DE LOS SACERDOTES AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

Madre Inmaculada, en este lugar de gracia, convocados por el amor de tu Hijo Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, nosotros, hijos en el Hijo y sacerdotes suyos, nos consagramos a tu Corazón materno, para cumplir fielmente la voluntad del Padre.
Somos conscientes de que, sin Jesús, no podemos hacer nada (cfr. Jn 15,5) y de que, sólo por Él, con Él y en Él, seremos instrumentos de salvación para el mundo.

Esposa del Espíritu Santo, alcánzanos el don inestimable de la transformación en Cristo.
Por la misma potencia del Espíritu que, extendiendo su sombra sobre Ti, te hizo Madre del Salvador, ayúdanos para que Cristo, tu Hijo, nazca también en nosotros. Y, de este modo, la Iglesia pueda ser renovada por santos sacerdotes, transfigurados por la gracia de Aquel que hace nuevas todas las cosas. Madre de Misericordia, ha sido tu Hijo Jesús quien nos ha llamado a ser como Él: luz del mundo y sal de la tierra (cfr. Mt 5,13-14).

Ayúdanos, con tu poderosa intercesión, a no desmerecer esta vocación sublime, a no ceder a nuestros egoísmos, ni a las lisonjas del mundo, ni a las tentaciones del Maligno. Presérvanos con tu pureza, custódianos con tu humildad
y rodéanos con tu amor maternal, que se refleja en tantas almas consagradas a ti y que son para nosotros auténticas madres espirituales.

Madre de la Iglesia, nosotros, sacerdotes, queremos ser pastores que no se apacientan a sí mismos, sino que se entregan a Dios por los hermanos, encontrando la felicidad en esto. Queremos cada día repetir humildemente no sólo de palabra sino con la vida, nuestro “aquí estoy”.


Guiados por ti, queremos ser Apóstoles de la Divina Misericordia, llenos de gozo por poder celebrar diariamente el Santo Sacrificio del Altar
y ofrecer a todos los que nos lo pidan el sacramento de la Reconciliación.

Abogada y Mediadora de la gracia, tu que estas unida a la única mediación universal de Cristo, pide a Dios, para nosotros, un corazón completamente renovado, que ame a Dios con todas sus fuerzas y sirva a la humanidad como tú lo hiciste. Repite al Señor esa eficaz palabra tuya:“no les queda vino” (Jn 2,3), para que el Padre y el Hijo derramen sobre nosotros, como una nueva efusión, el Espíritu Santo.

Lleno de admiración y de gratitud por tu presencia continua entre nosotros, en nombre de todos los sacerdotes, también yo quiero exclamar: “¿quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor? (Lc 1,43)

Madre nuestra desde siempre, no te canses de “visitarnos”, consolarnos, sostenernos. Ven en nuestra ayuda y líbranos de todos los peligros que nos acechan. Con este acto de ofrecimiento y consagración, queremos acogerte de un modo más profundo y radical, para siempre y totalmente, en nuestra existencia humana y sacerdotal.

Que tu presencia haga reverdecer el desierto de nuestras soledades y brillar el sol en nuestras tinieblas, haga que torne la calma después de la tempestad, para que todo hombre vea la salvación del Señor, que tiene el nombre y el rostro de Jesús, reflejado en nuestros corazones, unidos para siempre al tuyo.
Así sea.